Cambió la relación de fuerzas en ambas cámaras del Congreso y en el escenario de mínima se abrió una hendija de futuro en un lugar que tenía olor a pasado. En un país en el que gobernar históricamente implica poner las reglas de la macroeconomía la Cámara de Diputados se podría armar un “economist caucus” con las nuevas incorporaciones, al menos 4 nuevas que hacen mucho ruido. Ya por separado denunciaron las inconsistencias de un presupuesto que plantea solo dos mecanismos para que las cuentas estatales tengan menor déficit: reducir subsidios servicios a tarifas de energía y transporte y aplanar con inflación los ingresos que se ajustan con rezago, las jubilaciones.
El Gobierno se hizo adicto a la inflación, la necesita para que las cuentas cierren ya que con ella crecen los ingresos y si logra contener el gasto reduce el déficit. Por el rezago de las jubilaciones y su fórmula de actualización, aunque parece una locura, para que este plan se cumpla el Gobierno necesita que la inflación de 2022 supere a la de 2021. El FMI empuja a una corrección del tipo de cambio mientras que retrasado “mal funcionó” como ancla anti-inflacionaria al igual que las tarifas congeladas. Ese será el combustible de la inflación 2022. La incertidumbre que genera un no-programa es también es el humo que no le permite a la sociedad vislumbrar el futuro.
Mientras los legisladores exponen sobre un proyecto de Presupuesto que con una previsión de inflación de 2022 es 33% es letra muerta una empresa fundada por 23 productores agropecuarios se apresta a celebrar sus primeros 20 años. Bioceres, responsable del primer trigo genéticamente mejorado del mundo capaz de tolerar mejor la sequía es su desarrollo más conocido, pero ni de cerca es su característica más valiosa. Lo que distingue a Bioceres es su capacidad de durar reinventándose sin traicionar su espíritu: ser un hub de innovación permanente.
El estancamiento secular unido a la volatilidad macroeconómica argentina distingue a nuestro país de todos nuestros vecinos. Las bajas tasas de crecimiento altamente volátiles hacen que invertir sea muy difícil: no le permiten al empresario distinguir ciclo de tendencia, le restringen sus fuentes de financiamiento y le hacen pagar muy caro un error a la hora de diseñar escenarios futuros. Para colmo, todo esto promueve el comportamiento ultra conservador que no solo conspira contra la inversión, restringe aún más las ideas innovadoras. En este entorno una empresa que dura e innova es un milagro. Bioceres es ese milagro, o no.
Los comienzos fueron difíciles, pero con el sueño intacto los 23 fundadores convencieron a cada vez más productores agropecuarios de financiar un proyecto centrado en la innovación hasta superar los 150 socios. La ruta de innovación que comenzó centrada en una serie de proyectos que buscaban mejorar la productividad del agro argentino permitió al equipo gerencial entender cuál era su eje distintivo: la capacidad de desarrollar y coordinar sistemas de innovación; la clave es entender qué proyectos tienen mayor potencial para transformarse en una realidad comercial y cuál es la forma correcta de financiarlos.
“Hoy Bioceres es mucho más que trigo HB4 o un nuevo gen que otorga tolerancia al anegamiento en maíz, es más que la quimosina vegetal que permite generar el cuajo para la industria láctea a partir de cártamo que se sinergiza con la adquisición de Moolec para producir proteínas animales en vegetales o la medicina de alta precisión de Heritas que busca mejorar diagnósticos y tratamientos customizándolos con información genética del paciente”
El futuro de Bioceres está ligado a esas innovaciones puntuales y también a iniciativas como el SF500, un fondo conjunto con la provincia de Santa Fe en el que se proponen crear 500 empresas de base biotecnológica, generando en la provincia y particularmente en Rosario un verdadero polo público-privado de conocimiento que atraiga a jóvenes de todo el país ofreciéndoles un futuro lleno de creatividad y nuevas experiencias, conectados a la frontera tecnológica global. Mientras distintos informes reportan que Argentina es el país de América donde los ingresos formales de los jóvenes son los más bajos, Rosario con Bioceres, el INDEAR, el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), la UNR y ahora el SF500 dice fuerte “quédate acá, hay futuro porque lo vas a construir vos”.
La conversación pública argentina es un laberinto asfixiante lleno de telarañas en el que siempre se habla de lo mismo; debemos celebrar la oportunidad que tenemos de sacar la cabeza por encima del corto plazo y respirar futuro.