Por Pablo Lafuente de Volder
En Noviembre de 1953 Francia lanza nueve mil paracaidistas sobre una zona rural de Vietnam con el objetivo de edificar aeropuertos, fortificaciones y caminos. Con el título de “Operación Castor”, el estado mayor francés se siente confiado por la importancia del operativo, que en marzo de 1954 superó los 15 mil soldados. Mientras tanto, los vietnamitas contemplan desde lejos el despliegue de las fuerzas enemigas. Calculan, planifican y esperan.
El general Giap tuvo entonces tiempo de sobra para dedicarse a lo que que más le gustaba: contemplar el paisaje de su tierra natal. El se encontraba apostado en una aldea que le brindaba la necesaria quietud para esa actividad que parecía ociosa y poco importante, observaba desde la vegetación hasta el cielo, desde el cielo hasta el agua y de allí a los pájaros. Los franceses estaban eufóricos y creían estar predestinados a la victoria, mientras el general analizaba doblemente a través de sus ojos de patriota y estratega. Finalmente comenzó la sorpresa: una embestida de la artillería sobre las tropas enemigas.
El invasor trató infructuosamente de defenderse por aire y en una maniobra magistral, Giap decide combinar el fuego cruzado sorprendiendo a los franceses, quienes nunca imaginaron un ataque simultáneo. Los proyectiles venían de cualquier lado, de las pistas de aterrizaje, de la selva a la distancia, acorralando soldados y aviones en una serie de ataques sistemáticos que destruían puntos clave previamente definidos.
La batalla duró cinco días y la rendición del 8 de mayo de 1954, cubrió de vergüenza a un ejército más numeroso y mucho mejor equipado. Giap consiguió convertir la contemplación del paisaje en sabiduría militar, mediante la habilidad de mover por la selva pesadas piezas de artillería desarmadas con las que doblegaría la aparente superioridad francesa.
La misma táctica del desgaste emplearía posteriormente contra el ejército norteamericano entre 1964 y 1975, hasta conseguir otro hito militar con el abandono de la enorme base estadounidense de Da Nang y el retiro de las tropas.
Que tal la historia de David y Goliat???
El análisis de la organización y del entorno son dos de los elementos esenciales de todo proceso de planificación estratégica. El diagnostico debe ser, reflexivo, pausado, metódico y constante. La organización debe interactuar permanentemente con el entorno y tal como hizo el general Giap en Vietnam, de esa interacción debemos recoger información que nos permita diseñar la estrategia.
El diagnostico interno sirve para identificar las fortalezas y debilidades de la organización y una de las formas más habituales de realizar en análisis interno es centrarse en sus recursos y capacidades, este análisis de pretende identificar las potencialidades de la organización y, sobre todo, aquellos factores que nos diferencian del resto y pueden proporcionar lo que se denomina una “ventaja competitiva” *.
Los recursos son el conjunto de factores o activos con que cuenta una organización para llevar a cabo sus acciones. Estos pueden ser físicos, tecnológicos, humanos y organizativos. Las capacidades son competencias o habilidades colectivas que permiten llevar a cabo una actividad concreta, así como las rutinas organizativas que permiten desarrollar una actividad de forma diferencial. Las capacidades permiten desarrollar una actividad a partir de una adecuada combinación de los recursos. Normalmente están unidas al capital humano.
No siempre es fácil separar los recursos de las capacidades, algunas personas consideran que es algo único, y hablan de recursos en general. Sin embargo, creo que es más adecuado tratarlos como elementos diferentes. Los recursos son cosas o elementos que se controlan, las capacidades representan la forma de hacer las cosas, de utilizar los recursos, representan la habilidad para resolver determinados problemas o hacer bien determinadas actividades.
Llamamos recursos y capacidades estratégicas a las que nos permiten lograr ventaja sobre otras organizaciones.
No todos los recursos y capacidades son iguales estratégicamente, existen algunas características que determinan su importancia: Valor (cuando permite explotar las oportunidades del entorno o neutralizar sus amenazas), escasez (si no se encuentra fácilmente disponible para otras organizaciones), relevancia (cuando marca la diferencia en un determinado ámbito de actuación), durabilidad (si se mantiene en el tiempo la posesión de esos recursos y capacidades), tansferibilidad (la velocidad con que pueden ser adquiridos por otras organizaciones), imitabilidad (medida en que los recursos y capacidades pueden ser desarrollados por sus propios medios por otra organización), sustituibilidad (refiere a la posibilidad de buscar recursos y capacidades alternativos que produzcan los mismos servicios en condiciones similares), complementariedad (cuando el aporte de recursos y capacidades complementarios es superior que por separado), apropiabilidad (hasta que punto los recursos son exclusivamente de esa organización.
Resumiendo entonces y tomando como ejemplo al viejo general Giap les digo que la cuantificación y el análisis de los recursos y capacidades se convierte en un paso esencial para la elaboración de un plan estratégico. Debemos identificar los recursos y capacidades con que contamos y valorar en que medida estos recursos y capacidades realmente son útiles para nuestros proyectos.
*Se entiende por ventaja competitiva “Las características o atributos poseídos por un producto o marca que le confieren una cierta superioridad sobre los competidores inmediatos” (Lambin, 1995)1.