Por: Bettina Cuccagna
Perlitas rurales
Más conocido como “El vasco” y el sub-capitán de la Expedición Atlantis, Jorge Iriberri, cruzó en 1984 el Atlántico desde África hasta América a bordo de una rudimentaria balsa de troncos de madera balsa (Ochroma pyramidalis) atados con cuerdas vegetales, con una vela cuadra, sin motor ni timó, junto al capitán Alfredo Barragán, Horacio Giaccaglia, Daniel Sánchez Magariños y Félix “El Chango” Arrieta.
Nacido en Necochea en 1947, a los 17 años llegó a Mar del Plata con el propósito de estudiar Derecho, se recibió de abogado pero nunca ejerció la profesión porque decidió atender la empresa familiar.
Una larga y destacada trayectoria deportiva
“Desde muy chico me gustaron los deportes, todos. Fui 5 veces Campeón Argentino en distintas especialidades de buceo. Con mi amigo Alfredo Barragán remamos el río Colorado desde su nacimiento hasta Fortín Mercedes (1400 km. en 27 días) Hicimos cumbre en el Aconcagua, el Kilimanjaro, Lanín y Tronador. Participamos en el cruce de los Andes en Globo, navegamos desde Venezuela hasta Puerto Rico en kayak (1600 km. de mar abierto en 64 días), ascendimos témpanos milenarios en la Antártida acampando a la intemperie en la Base Gral. Belgrano II. Y como si esto fuera poco, caminamos el Hielo Continental por territorio chileno durante 8 días rodeando el Circo de los Altares. Vivimos experiencias maravillosas colmadas de adrenalina y amistad.
EXPEDICIÓN ATLANTIS, inolvidable aventura en medio del océano
“Partimos de Santa Cruz de Tenerife y 52 días después, habiendo navegado más de 6000 km. sólo llevados por los vientos y las corrientes marinas, a 5 km. por hora arribamos a La Guaira, en Venezuela, demostrando que los africanos representados en Yucatán por las Cabezas Colosales Olmecas pudieron haber llegado, voluntaria o involuntariamente a América hace 3500 años.
Lo nuestro no fue una aventura sino una expedición cuidadosamente planificada, estudiada y llevada a cabo en forma absolutamente amateur. Nos preparamos para evitar inconvenientes, Alfredo y yo aunque nunca habíamos tenido ningún síntoma, nos operamos de apéndice por prevención. No fuimos a desafiar al mar ni a la naturaleza, aprendimos a conocerlos, entenderlos, hacernos amigos, y en sintonía con ellos, dejamos que nos llevara cruzando el océano.
Disfrutamos el viaje del principio al final, durante las noches manteniendo el rumbo solamente con mirar las estrellas, en pleno silencio tan sólo roto por el rumor de las olas o algún ave marina que aprovechara las cañas del mástil para descansar un rato. Distinguíamos las formas gracias a la luz de las estrellas, y los colores con el brillo de la luna, maravillándonos con las fosforescencias de las noctilucas. De día admirábamos los saltos de los peces espada y voladores y algunas ballenas.
Durante las dos tormentas que vivimos a pesar de los vientos de 90 km. y olas de 7 metros, no sentimos miedo, sólo un mayor estado de alerta y cuidado para que la Balsa que medía 13,50 m de largo por 5,50 m de ancho no perdiera el rumbo y se atravesara exponiéndose a una tumbada de costado. ¿Si tuvimos miedo? ¡¡Claro que no!! Es como preguntarle a un corredor de autos si tiene miedo cuando llega a las curvas, al contrario ¡¡las disfruta!!”
Conseguir lo necesario no fue fácil pero tampoco imposible
“Estamos hablando de la década del 80, era otro mundo completamente distinto al actual. Inimaginable para los jóvenes de hoy y hasta casi olvidado por los de nuestra edad. No existían las computadoras, los mails, Internet ni Google, ni los teléfonos celulares, las únicas fuentes para encontrar datos eran los libros de la biblioteca y comunicarse con alguien las cartas escritas a mano o a máquina que tardaban a veces, varios meses en ser contestadas. Lo más avanzado, y que fue de invalorable ayuda, los radioaficionados porque a través de ellos nos conectamos con gente de Ecuador y luego viajamos a la selva amazónica a buscar personalmente los troncos y cortarlos en el cuarto menguante de la luna de agosto, fecha clave para que la madera no se pudriera en contacto con el agua de mar, dato que sólo sabían los nativos. A la vela colocada con el sol y la cruz de los vientos simbolizando la vida y la libertad, y las dos de repuesto, las hicimos recuperando y cosiendo algunos paños sanos de las viejas velas de la Fragata Libertad.
Mucha gente de Ecuador, México, Tenerife, Venezuela, y sobre todo de Dolores y Mar del Plata colaboraron desinteresadamente porque nunca aceptamos ningún sponsor para que Atlantis fuera posible. Buscamos y cortamos los troncos en Ecuador, atamos uno por uno todos los nudos de la Balsa en Mar del Plata, filmamos desde el principio 15 horas de película de 16 mm negativo color y en 1988 logramos hacer la película en Alemania, traducida en 7 idiomas. Actualmente, es la película argentina más vista en la TV del mundo. En youtube pueden encontrarla como Expedición Atlantis”
Un buen Equipo, la gran fortaleza para cualquier iniciativa
“La gran fortaleza de la Expedición Atlantis residió en formar un equipo que trabajó con un fin común, ideas, objetivos y valores claros, respetándose, queriéndose y defendiéndose entre los integrantes. La PERSEVERANCIA, insistir, insistir, insistir fue el gran secreto para alcanzar el éxito. Muchas puertas se cerraron en esos cuatro años y medio de preparación, pero seguimos buscando otros caminos que nos llevaron a concretar el sueño.
Siempre hay que capacitarse, yo nunca había navegado a vela, por ese motivo estudié, navegué mucho en solitario y eso me dio confianza y eficiencia en la actividad y por supuesto desapareció el miedo a lo desconocido.
Lo más importante de nuestro grupo, es que somos todos gente de familia, ninguno va a las expediciones que organizamos para huir del mundo cotidiano, o de una relación conflictiva, o para encontrarse a sí mismo. Nuestra meta, cuando encaramos una expedición, no es la que la gente ve, como la cumbre de una montaña, o el cruce de un océano, nuestra verdadera meta es “volver a casa después de” ¡Si lograste la foto en la cumbre, mejor! Pero si no llegaste igual de lindo es poder regresar a casa y compartir con los amigos y la familia las experiencias vividas. Ni la cumbre más blanca e inmaculada, ni el mar más azul, ni la selva más misteriosa valen más que el beso de mi esposa y mis hijos.
No son superhombres, son compañeros de Expedición y hombres que se superan
Alfredo Barragán, el Capitán de la Expedición Atlantis y el de la idea de nuestro viaje. Un gran organizador y obsesivo en concretar las metas como las proyectó. Nunca renuncia, la pelea hasta conseguir el objetivo. El Chango Arrieta, destacado camarógrafo, un hombre que se adapta naturalmente a las peores condiciones. Excelente profesional filmando y con mucho coraje. Filmó ballenas en el sur en un bote sin saber nadar, por ejemplo. Horacio Giaccaglia, hombre sereno, muy conocedor del agua, incansable trabajador, muy dispuesto y confiado ciegamente en lo que Alfredo y yo decimos. Daniel Sánchez Magariños, en aquella época un ingeniero agrónomo recién recibido, fue el último en entrar al grupo. Un hombre sanguíneo, impulsivo, de muy buen humor y que sabe mucho de navegación astronómica. Él utilizó un sextante para ubicarnos tomando la altura de los astros para fijar la posición.
Algunas definiciones del Vasco, Desde el Interior
CORAJE “Siempre hice un poquitito más que la mayoría de la gente, remé, nadé, me tiraba del trampolín dando una vuelta en el aire cuando era chico. Fui arriesgado, a los 10 años me fui a la casa de un tío en la bicicleta de mi mamá por la ruta y luego 20 km. por camino de tierra. Para mí era natural, me gustaba convivir con la naturaleza, nadar en el mar junto a mis padres que nadaban muy bien”
PADRES “Mi padre se llamaba Manuel, hijo de inmigrantes vascos fue un tipo muy estricto y recto como los de antes, un comerciante poco demostrativo pero muy honesto y recto. Mi mamá, una mujer amiguera, más cariñosa, nos protegía del rigor de nuestro padre. Ambos ejemplo de valores que hoy conservo y pongo en la práctica todos los días”
MI FAMILIA Tengo tres hijos. María del Valle de 29 y Nicolás de 26, que viven en Pergamino, Y Martín de 16 que vive con mi esposa Adriana y conmigo acá en Mar del Plata. Ninguno especialmente inclinado a los deportes, tienen otros gustos e intereses, pero yo los disfruto plenamente y soy muy feliz viéndolos desenvolverse cada uno en lo suyo. Creo que mi función es enseñarles a volar, con armas nobles, honestidad y respeto a los hombres y a la naturaleza, y serán ellos libres para elegir en qué rama van a posarse”
AMOR “En la juventud lo vivís desde la atracción, la piel y la pasión. Ya de grande valorás mucho el interior de la otra persona. Adriana, mi esposa es mi amor, una historia que tuvo sus vaivenes pero terminó con final feliz.
PROFESIÓN “No la ejercí. En aquella época había cinco profesiones arquitecto, abogado, contador, ingeniero y médico. A mí me gustaba la naturaleza y la biología pero como mi padre tenía una empresa grande y muchas relaciones comerciales la abogacía pensé que me daría buenos contactos, además ser abogado podría darme más independencia. Me encantó estudiar abogacía porque aprendés de todo y además analizar críticamente. Me quedé trabajando en la Empresa de materiales eléctricos, Manuel Iriberri S.A, sentí que en la abogacía es complicado mantenerse del lado correcto y además trabajar en comercio me dio libertad. Viví dos años en Trelew cuando fui Campeón nacional de Buceo, y estudié oceanogragía”
AMBICIÓN “Mi ambición es hacer las cosas bien y estar en paz. No tener deudas ni conflictos con nadie”
FELICIDAD “A los 20 era poder ganar en los deportes, aprobar los exámenes y tener varias novias. Hoy, es el bienestar es mi familia. En las expediciones siempre lo que para la gente es llegar a la cumbre del Aconcagua o ir a la Antártida a bucear, para mí significa “volver a casa después de” Si llegás mejor pero si tenés que volver a mitad de camino no importa”
A la oportunidad hay que agarrarla de frente
“Según la mitología, la oportunidad es una figura desnuda y calva, con un mechón de pelo en la frente, de modo que cuando pasó ya no es posible atraparla, hay que tomarla de frente, apenas se presenta. En aquel entonces cuando la Expedición Atlantis nos sedujo y atrapó tenía 37 años y te aseguro que fue lo más importante en aquella época y sacando el nacimiento de mis hijos y mi familia, sigue siéndolo hoy”
El mensaje es atreverse
“Que el hombre sepa que el hombre puede” es la frase que dijo Alfredo cuando ya estábamos entrando a remolque al puerto de La Guayra, estando en comunicación por radio con José María Muñoz en Buenos Aires. Nunca pensó que sería tan conocida y representaría a la Expedición Atlantis. La misma expresa la confianza que debe tener cada uno de nosotros para lograr su sueño en cualquier actividad, con la suficiente cuota de esfuerzo y perseverancia”
PERLITAS DE LA ENTREVISTA
- Cuando llegamos con la Balsa nos recibió el Presidente Raúl Alfonsín en la Casa de Gobierno, y decidió que expusiéramos la Balsa en el Obelisco.
- Todos los integrantes de las expediciones nos juntamos a menudo, cada uno va con su familia.
- A mi esposa Adriana la conocí a los pocos días de terminar la expedición, porque nos invitaron de un Colegio de señoritas a dar una charla sobre el viaje. No teníamos ni fotos reveladas, ni mucho menos la película, simplemente fuimos Horacio y yo, de cuerpito gentil, con un planisferio y un pizarrón para hacer dibujos que explicaran cómo era la Balsa, que muchas de ellas nunca habían visto. La preceptora de ese curso, hoy es mi esposa y ya jubilada de la actividad docente.
- Tengo 70 años y disfruto haciendo deporte hasta donde el físico me lo permite.
- Para mí la felicidad es ir a dormir todas las noches con la conciencia en paz, y sabiendo que mi familia está saludable y segura.
- Recientemente se ha editado el libro de la Expedición con muchas fotos, no está en librerías pero vale la pena leer. Puede comprarse on line en expediciónatlantis.com