El mes pasado decíamos que volvían las discusiones incómodas en las que el Estado debía analizar el gasto, priorizarlo y decidir cuáles son plausibles de ser reducidos.
Por: Iván Ordóñez- Economista especializado en AgroNegocios –
Por ahora, es claro que la situación se está definiendo con licuación de gastos retrasados frente a la inflación y mucha apreciación real en dólares de bienes y eventualmente de servicios debido a un tipo de cambio virtualmente congelado; si las variables se comportan como en la Convertibilidad en algún momento más o menos lejano en el tiempo los salarios en blanco del sector privado deberían ajustarse al alza, pero es imposible saber cuándo se dará eso; mientras tanto el consumo se resentirá, lo cual también presionará a una baja de la inflación.
La apreciación cambiaria se muestra entonces como crucial en el éxito del programa económico y por lo tanto se mantendrá durante varios meses más, quizás hasta diciembre, pero al ser un precio totalmente digitado por la autoridad monetaria tiene una incertidumbre asociada propia de la discrecionalidad que esto conlleva. Solo la brecha cambiaria podría poner en jaque la estrategia, por eso el Gobierno se esfuerza en: a) secar la plaza de pesos y b) controlar el acceso al mercado cambiario que afortunadamente se beneficia de una cosecha que “normal”.
En este diseño macro, cada mes con inflación de dos dígitos pulveriza la competitividad del sector privado medida en dólares (o sea, frente al mundo). Como fue en la Convertibilidad el foco debe estar puesto en la eficiencia: hacer más con menos. La mirada simplista de corto plazo traduce esto en “reducir gastos”. No es por ahí.
Las empresas que salieron airosas de los 90s, particularmente en el planeta #Campo, son las que aumentaron su escala para licuar sus costos fijos: ayudadas por tecnologías blandas, básicamente nuevos arreglos contractuales y organizacionales, pudieron gestionar un volumen cada vez más grande de operaciones sin demandar necesariamente más recursos. Hoy, los agronegocios atraviesan la revolución del #AgTech que no es otra cosa que la digitalización de todas las tareas ligadas a la producción rural, desde la pulverización de un lote hasta la contratación de un flete, pasando por la cotización del paquete de insumos. Insertar a los algoritmos en las operaciones diarias de los agronegocios no implica eliminar al ingeniero agrónomo, al distribuidor de insumos o al camionero; redefinen la naturaleza de su puesto de trabajo ya que le piden digitalizarse y le permiten con el mismo esfuerzo hacer más cosas y mejor, lo que es la definición de la eficiencia.
La ganancia de productividad que implicó el Fax a mediados de los 80s fue monumental: nos permitía entregar una hoja de papel sin trasladarnos perdiendo horas de vida y combustible. De la misma manera que el whatsapp hizo más productivo nuestro día laboral permitiéndonos resolver centenas de tareas en movimiento. Herramientas de control digital de cultivos como Auravant nos permiten hacer recorridas customizadas: ya no tenemos que ver todos los lotes, gracias a que observamos las “anomalías” en nuestro teléfono podemos concentrar esfuerzos (horas, gasoil, concentración, etc.) en el lote que más lo merece. No es necesario ir a controlar la aplicación del contratista, con Acronex alcanza con abrir el celular y se puede hacer un seguimiento online de lo que sucede (sin señal el archivo se sube solo a la nube cuando la señal aparece). Hoy todo cuenta: un insumo o técnica de cultivo que permita sumar 300 kilos de soja o maíz por hectárea en este contexto puede ser la diferencia pasar del rojo al negro.
El proceso de la venta de insumos agrícolas pide a gritos incorporar herramientas digitales de trabajo colaborativo que le permitan optimizar los inventarios y la logística, la gestión de la cuenta corriente y el armado de presupuestos y condiciones comerciales cada vez más customizados a la necesidad de cada productor rural, solo para nombrar las tareas más frecuentes. ¿Cuál es el mejor uso del tiempo de un productor agropecuario? ¿Coordinar él mismo los camiones de la cosecha o tercerizarlo con un operador digital de bajo costo como Humber?
Vuelve un tiempo en el que expandir el área de acción será crucial. Es importante que no se repitan los errores de los 2000 y la tecnología es un aliado imprescindible para el planeamiento, gestión y control de ese crecimiento. Los que opten por “recortar gastos” como estrategia defensiva quizás sobrevivan, pero ¿quién quiere sobrevivir a costa de amputarse un brazo?
La inflación era un velo que cubría las ineficiencias macro y micro de la economía argentina. Los últimos 3 años de altísima inflación lo taparon todo, pero parece que cambia el ciclo. Si el programa se consagra exitoso, la eficiencia será el nombre de juego.