La siembra directa concebida como sistema de producción ha evolucionado conceptualmente. De ser sólo una herramienta para proteger de la erosión y cuidar el agua almacenada en el suelo, llegó a ser vista como el sistema que permite gestionar eficientemente la oferta ambiental con el objetivo de maximizar la productividad de manera sustentable. Esta nueva formar de hacer agricultura implica la interpretación de la real y amplia de la oferta ambiental de cada zona productiva y en la adecuación de una estrategia agronómica que maximice el uso eficiente de esos recursos disponibles; incorporando aquellos insumos externos limitantes, de manera de maximizar la producción sustentable.

Santiago Lorenzatti.
Director de Okandú SA / Directivo de Aapresid
En términos energéticos esta nueva agricultura tiende a elevar al máximo la eficiencia de transformación de la energía disponible – ofrecida por los recursos naturales y los insumos externos- y su “almacenamiento” en forma de alimentos, fibras y más recientemente en biocombustibles.
Se trata de una nueva agricultura, basada en la incorporación de los conocimientos que la ciencia genera; principalmente en lo que a ecología, ecofisiología, genética, nutrición y protección de adversidades bióticas y abióticas respecta. Es en este contexto, donde las buenas prácticas agrícolas (BPAs) adquieren real importancia; ya que son las herramientas que permiten adaptar y ejecutar los nuevos conocimientos y avances tecnológicos al terreno de la producción agrícola de alimentos.
Las BPAs constituyen una herramienta cuyo uso persigue la sustentabilidad ambiental, económica y social de los sistemas productivos agropecuarios, lo cual debe traducirse en la obtención de productos alimenticios y no alimenticios más inocuos y saludables; en un marco de minimización del daño ambiental. O mejor aún, conservando y aún mejorando muchos parámetros y atributos de los recursos naturales involucrados en el proceso productivo; en el caso de la agricultura, principalmente el suelo. Todo ello, sin resentir los rendimientos de los cultivos; por el contrario, teniendo como objetivo su aumento permanente a partir de la incorporación de conocimientos.
En un sistema de siembra directa hay dos BPAs que resultan calve a la hora de pensar en hacer un uso eficiente del recurso agua, la rotación de cultivos y el ajuste del manejo nutricional asociado.
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