Por Pedro Botta – Asesor en Forestación de la consultora AZ-Group
Los cuidados durante el primer año determinan gran parte del potencial de producción final del cultivo; se emplean híbridos y clones que permiten muy rápido crecimiento hasta al turno de corte.
La Argentina supera el millón de hectáreas con plantaciones forestales. Las principales especies son pino, eucalipto y salicáceas y se encuentran ubicadas en la Mesopotamia y en el noreste la provincia de Buenos Aires. Estas plantaciones proveen materia prima al 95% de las industrias de base forestal del país, que incluyen aserraderos, fábricas de tableros, papel, cajones, pallets, postes e invernáculos. En un contexto económico de gran volatilidad y alto riesgo provocado por la pandemia, muchos inversores preferirán actividades asociadas a la estabilidad y previsibilidad, dentro de las cuales figura la forestación.
Sin embargo, para que los cultivos forestales provean renta atractiva para el inversor, deberán ser conducidos con la tecnología más avanzada y con un enfoque comercial profesional. De eso se habla en los siguientes párrafos.
Avance tecnológico imparable
Igual que otras actividades agrícolas, los cultivos forestales fueron destino de innumerables avances tecnológicos durante la última década. En éstos, la determinación del rendimiento final ocurre, en gran medida durante el primer año con un adecuado barbecho, correcto laboreo, implantación precisa y protección durante las primeras etapas. A partir de proceder bien en esa fase, hay altísimas posibilidades de llegar al turno de corte con el rendimiento estimado.
En 2020 ya no se discuten cuestiones obvias, como la selección del sitio o la correcta aplicación de insumos y labores. Más bien, la atención se dirige a las posibilidades que otorgan, por ejemplo, la genética de avanzada para implantar híbridos y clones que producirán un 90% de madera de calidad y 99% de materia prima aprovechable. Hace un tiempo atrás, se plantaban hasta 2500 árboles por hectárea para vencer las fallas, las plagas y la variabilidad genética, y permitir luego, la selección de los mejores 300 individuos para la cosecha final. Hoy se pueden implantar directamente esos 300 individuos de genética idéntica y aprovechar toda la madera que producen ganando tiempo y recursos que el manejo antiguo no permitía.
Asegurada la implantación con un total de individuos sanos y vigorosos, sólo le resta al productor conducir el crecimiento hacia los productos de mayor valor. Para lograr ese objetivo, se ingresa al monte para la realización de podas y raleos. Las podas sirven para lograr madera libre de nudos y para mejorar la entrada de luz al cultivo; los raleos extraen árboles completos y permiten mantener la máxima tasa de crecimiento en los mejores individuos que se planifica cosechar al finalizar el ciclo.
Los sistemas de información georreferenciada, drones, imágenes satelitales, apps y software configuran un soporte esencial para analizar cada metro cuadrado de la plantación. Por ejemplo, un buen modelo de simulación del crecimiento forestal permite anticiparse a momentos de alta competencia para no permitir la caída del crecimiento y planificar con tiempo la venta de la madera producida por los raleos. Con la utilización de drones o de imágenes satelitales de alta resolución es posible detectar, en momentos críticos, las fallas de plantación o los daños por plagas, al monitorear grandes superficies en poco tiempo.
Cosechar más
A su vez, las nuevas procesadoras, cosechadoras e implementos forestales que incluyen la tecnología láser, así como los sensores y la robótica inteligente, permiten que toda la producción de madera se transforme eficientemente en productos de alta calidad. El volumen por hectárea que opera un contratista forestal es de 300 toneladas; resulta 100 veces más del peso que cosecha un productor agrícola por unidad de superficie. La incorporación de tecnología que permita la elaboración y clasificación de este gran volumen de producción resulta esencial en la disminución de costos y la comercialización eficiente.
Junto a las nuevas tecnologías, es necesario un manejo más intensivo de los cultivos, que incluye contar con un plan de trabajo anual, toma de datos y su análisis, y registros por parcela. En materia empresarial, tanto para ciclos cortos como para largos, las decisiones tienen que concentrarse en la optimización de los recursos y en la comercialización estratégica.
El productor, entonces, tendrá que demostrar sus habilidades en una planificación anual -metódica pero dinámica- y en la correcta combinación de su capital humano y de los avances tecnológicos.