Fundacion Producir Conservando: El largo plazo tiene quien lo represente

Para hablar sobre el momento que vive la comunidad agroindustrial fuimos a Producir Conservando y entrevistamos a dos de sus miembros: al presidente Pablo Ilarregui, y a Gustavo Oliverio, histórico asesor de proyectos de la fundación. Ambos coinciden en la necesidad de un cambio en la comunicación, modificando paradigmas y haciendo foco en el largo […]
octubre 1, 2014

Para hablar sobre el momento que vive la comunidad agroindustrial fuimos a Producir Conservando y entrevistamos a dos de sus miembros: al presidente Pablo Ilarregui, y a Gustavo Oliverio, histórico asesor de proyectos de la fundación. Ambos coinciden en la necesidad de un cambio en la comunicación, modificando paradigmas y haciendo foco en el largo plazo.

Por Juan Carlos Grasa

 fpc web

¿La Fundación siempre tuvo ese espíritu de salir de la coyuntura y ver a la Argentina como un país productor a largo plazo?

Gustavo: En el 91 cuando arrancó la Fundación la discusión era si Argentina podía hacer agricultura permanente o no, basándose en sus mejores suelos agrícolas – como los de Pergamino, Venado Tuerto, Colon, el sur de Santa Fe – donde había pasturas y vacas. Centrábamos la duda en la erosión hídrica que existía en todo la Cuenca del rio Tala,  la zona del sur de Cordoba (por citar apenas algunas). Nos propusimos armar sistemas de producción, y definir cuál debía ser la tecnología que teníamos que adoptar para los próximos años, enfocados en una visión a largo plazo, abordando problemas que tenían que ver básicamente con la conservación del suelo. Nacimos junto con Aapresid, ellos más volcados a la SD y nosotros mirando a la SD como una herramienta más, con una mirada puesta en el conjunto de las tecnologías.

¿La segunda etapa de FPC cuándo llega y qué diferencia tiene con la década   1990 al 2000? 

Gustavo: Empezamos a preguntarnos, cuál era el rumbo del sistema de producción agropecuaria, qué representaba el sector para el país y qué papel jugaba el sector en la economía.

Para eso nos pusimos a trabajar con Juan Llach, con la Universidad de La Plata y Jorge Adamoli en todo lo que tiene que ver con la sustentabilidad. La conclusión fue: en Argentina la actividad agropecuaria genera el 60% de las exportaciones entre manufacturas e industrias vinculadas al agro, aporta el 55% de los recursos tributarios totales –la última vez que se midió con la matriz: insumos-productos – después ya no se pudo medir más porque nos quedamos sin estadísticas y genera el 36% del empleo total de manera directa o indirecta.

Pablo: Evaluamos la potencialidad de Argentina con el objetivo de llegar a las 100 millones de toneladas, cuál tenía que ser la matriz de cultivos y  qué rotaciones debíamos hacer para llegar a estos objetivos en forma sustentable. Era un enfoque de análisis de infraestructura y una evaluación  de la potencialidad del país desde un punto de vista  meramente productivo, asumiendo que el problema que teníamos en ese momento era el suelo, y eso insumió esta década de trabajo.

¿El planteo de trabajo lo realizan en proyecciones?

Gustavo: Nosotros hacemos proyecciones cada 5 años, y en nuestra primera proyección ya hablábamos de los 100 millones de toneladas, después hablamos de 135 millones para el 2020 y el año que viene haremos la del 2025. Planteamos el trabajo de carnes que acaba de terminar Fernando Canosa, decíamos por el 2002 que podíamos exportar 1.000.000 de toneladas de carne y además abastecer el consumo y hoy las cifras nuevas dicen que podríamos exportar 2.000.000 de toneladas de carne si quisiéramos y conservar los niveles de consumo como el actual, de 60 kilos.

Los escucho y tengo la sensación de estar hablando de una Argentina imaginaria, porque más allá de las cifras y las buenas intenciones, en la Argentina real, los números de los productores no cierran por ningún lado

Gustavo: Lo que planteamos desde la Fundación es un horizonte de potencial y cuáles son las limitantes para alcanzarlos. Después del trabajo sobre el potencial de 100 millones hicimos un trabajo con Gustavo Lopez que se llamó ¿Podemos manejar 100 millones de toneladas? Ese trabajo hablaba de los puertos, de las rutas, de los ferrocarriles de la hidrovía, de los costos de la competitividad,  y ahí marcábamos la dificultad de manejar esas 100 millones de ton. Hubo avances en las plantas de procesamiento, ya que hoy Argentina tiene 30% excedentario de procesamiento de oleaginosas, hubo avances en puertos, se duplicó la capacidad portuaria, pero siempre trabajando sobre las limitantes.

En definitiva coincido con vos cuando decís que pareciera que estamos trabajando para una Argentina, que en la realidad tropieza con los mismos errores.

Pablo: En la última etapa de la Fundación se han agregado nuevos factores que sumado a los vientos de cola de los buenos precios internacionales, el sector agropecuario ganó en relevancia y en importancia en cuanto a lo que aporta para el país. Hay mayor ingreso por mayor productividad y pareciera que las políticas oficiales no están en sintonía con estos avances. Ese coctel elevó al sector hacia un lugar donde no estaba preparado que es el de la visibilidad.

El agro y toda su actividad dejaron de ser algo que solo miraban los de adentro. Hoy muchos tienen acceso a información y son armadores de opinión, ¿a qué se debe este fenómeno?

Gustavo: Hoy en las revistas, las radios y en la TV se habla de campo, de campos inundados, de clima, de sustentabilidad, de lluvias, de alimentos y de rentabilidad, hoy todo el sector agropecuario tiene una visibilidad fenomenal. Antes si alguien quería ver una vaca tenía que ir a la Rural de Palermo, hoy está presente en todos los medios de comunicación, por la 125, por la producción, por el aporte al fisco, por las redes sociales etc, el sector está presente en prácticamente todos los hogares argentinos. Históricamente es un sector que por su naturaleza siempre vivió puertas adentro, tratando de solucionar los problemas al productor.  Ese cambio en las formas de informar y de llegar a la información hace que el sector agropecuario se encuentre expuesto.

El desafío de comunicar por afuera del sector, es un tema que preocupa.

Pablo: Y sí, hoy existe una audiencia muy grande, tradicionalmente no agropecuaria,  que necesita recibir cierto tipo de información. Es responsabilidad de nuestro sector que ellos la reciban, por eso estamos con la Fundación abocados a informar sobre la sustentabilidad del suelo, de como Argentina  aun sin políticas muy acertadas incrementó su producción, cómo hoy se cuidan más los recursos –tanto aire, agua y suelo – mucho más que antes, aumentando la producción, aun no rotando como se debiera, ni fertilizando como se debiera porque no dan los números, pero la gente necesita saber que el campo no contamina y es sustentable.

Esa sería la nueva etapa de la Fundación

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Gustavo: Nos dimos cuenta que a partir del 2008 cuando se comenzó a hablar de los países emergentes y de la demanda mundial de alimentos, Argentina, como claro productor  tanto en lo que respecta a lo agropecuario y lo agroindustrial, entró en el foco de todo lo que rodea a este tema sensible como es el alimento. Debemos poder producir la cantidad necesaria pero mostrando que uno puede hacerlo de la mejor manera, sin poner en riesgo nada que se proyecte en futuras generaciones.

No les parece que lo que nos está pasando es que quedamos un poco atrapados en el dogma: la soja es mala, el glifosato es veneno.

Pablo: La ciencia claramente ha demostrado los beneficios de rotar los cultivos y avala el logro de que Argentina tenga 5 millones de hectáreas más de cultivos. Los argumentos técnicos están para demostrar que la agricultura de hoy- aun con monocultivo de soja- es mejor que la agricultura de hace 20 años desde el punto de vista de sustentabilidad y riesgo al medio ambiente. Creo que debo asumir que algo que falta es comunicar de otra manera, porque quienes no están vinculados al agro necesitan que se les presente la información de manera diferente. Hay que eliminar el temor a que Argentina produzca más.

Gustavo: En la segunda estimación que hicimos de proyección al 2015, dijimos que no es viable la tendencia al monocultivo, que debíamos incrementar gramíneas, y nos focalizamos en el tema fertilización. En un país que produce 100 millones de toneladas deberíamos aplicar 5 millones de toneladas de fertilizantes, para estar en un razonable equilibrio, pero bien sabemos que Argentina aplica 3 millones 700 hoy día.

Vivimos marcando los diferenciales en cuanto al logro de la sustentabilidad; en rotación, en la cobertura, en el tema de malezas resistentes y hemos mejorado, reduciendo entre un 50/60% las emisiones de dióxido de carbono, por el simple hecho de haber pasado de siembra convencional a siembra directa. A nivel mundial no hay país que registre esos números.

¿Y en cuanto a eficiencia del uso del agua?

Gustavo: Cuando antes usábamos equis cantidad de litros por tonelada, hoy usamos la mitad por tonelada producida. Estos cambios se han logrado en los últimos 20 años. Son cambios cuantitativos y cualitativos que debemos mostrar aún sabiendo que queda mucho por hacer.

¿Qué reacción ven en la sociedad cuando ustedes muestran el grafico de comparación  de la cantidad de fertilizantes que usamos aquí, con respecto a otros países del mundo?

Gustavo: Hemos mostrado a través del Twitter esta comparación, y lo que se desprende es que nosotros fertilizamos 40 kilos, Uruguay 120 kilos, EE.UU 160 kilos, Alemania 250 kilos, por darte ejemplos. Esto no significa que nosotros estamos “bien” porque no contaminamos, esto quiere decir que fertilizamos poco, deberíamos estar en 80 kilos.

Pablo: En planteos a largo plazo debemos armar una política de rendimiento de cuentas en cuanto a cómo cuidamos el suelo, en cuanto a la reposición, en los parámetros de sustentabilidad social.

No debemos olvidar que la falta de comunicación con referentes del Estado complica mucho la visión a futuro. 

 Pablo: Hay otro tema que se suma a la complejidad de la situación. Debemos ser conscientes que el sector agropecuario creció, produce más y mejor. La generación de riquezas en zonas pequeñas creció pero los mecanismos de distribución de esas riquezas fracasaron, porque no supieron abastecer los faltantes en la propia comunidad. Los presupuestos de las comunas no crecieron de forma paralela al campo de esa zona, y eso genera una brecha.

Creen que el famoso paradigma “pica entre campo y ciudad” hoy es abordado de otra manera, además da la sensación que las comunidades del interior la ven pasar.

Pablo: El divorcio campo-ciudad antes se veía entre la capital y todo el interior del país, hoy no es así.  En algunos casos se ve el divorcio entre el polo productivo del agro con la ciudad donde está asentado. Esto hay que repararlo, creo que los líderes deben voltear la cabeza y ver a la comunidad.

Gustavo: Los precios internaciones desde el 2001 hasta principios de esta campaña se habían movido Fob Buenos Aires, sin todas las restricciones internas, de 170 dólares a 450! el famoso viento de cola del que hablan los economistas, sumado a que además pasamos de 60 a 100 millones de toneladas. No puede ser que el interior productivo este igual o peor!

Lo que sucede es que Argentina no se maneja como un país federal, pensemos que el gobierno central hoy maneja más del 80% del presupuesto nacional

Gustavo: Si, es cierto. Toda la transformación monumental que se ha hecho con los agroquímicos y con la adopción de tecnología, usando el 77% de banda verde y azul, debemos hacerla conocer. Las comunidades del interior deben recibir información y datos provenientes de la producción, con un panorama económico real de contribución a dicha comunidad.

¿Cómo ven desde la Fundación la situación actual en cuanto a malezas, quien cree pagará los platos rotos?

Gustavo: Los platos rotos los va a pagar el productor sacándole a su competitividad parte del gasto. El cambio fenomenal de precio –de 170 a 450 dólares- le dio en los buenos años climáticos, una competitividad y una rentabilidad que hoy se verá fuertemente cercenada por problemas de reposición de nutrientes y de malezas resistentes.

Pablo: La problemática de malezas existe, es creciente, hemos ejercido una presión de selección por el uso continuado del glifosato como única arma de control. Estos problemas son solucionables porque contamos con una nueva química que sumada a la vieja nos brinda un suficiente modo de acción y de principios activos para volver a tener el problema bajo control.

La clave será gastar más por hectárea y rotar, pero ese gasto extra para combatir malezas se debe tomar como el margen productivo y la presión tributaria se ajustó a un cultivo para un determinado nivel de gastos. Hoy el resultado económico de un cultivo esta tan ajustado que no permite que esa decisión sea masiva y a gran escala.

Sabemos de campos en donde la rama negra invadió el cultivo y por una cuestión de costos, ese productor prefiere arar y tratar de recuperar tierras.

¿Qué visión tienen a futuro en lo que respecta a este tema?

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Pablo: Las razones para entrar en pánico con el tema malezas no son por la tecnología sino por razones económicas.

Gustavo: Si hubiésemos tenido un sistema que mire a largo plazo, no hubiésemos llegado a esta situación.

El largo plazo no consentido en cuanto a política agropecuaria, también puede verse en el tema fletes, que es algo muy grave en cuanto a logística y a la formación de precios

Gustavo: Pensemos que un campo que se encuentra a más de 400km del puerto, el impacto de precio es equivalente al valor de la tierra, quiero decir, llevar la soja o maíz al puerto vale lo mismo que alquilar el campo.

Pablo: Además hay zonas que por rotación y por preservación del suelo –como en el norte argentino- el maíz es un cultivo mucho más obligatorio de lo que puede ser en Pergamino, por citar un ejemplo. Es la razón de ser de mantener la sustentabilidad en un sistema de suelos más precario.

Pensar en traer un maíz con 1000 kilómetros de flete a 120 dólares, es imposible!!

Gustavo: Impensado!! Y agregar valor en el lugar de origen tampoco es fácil. Hay mucho en lo que trabajar para lograr una reactivación de los polos productivos. Existe un conflicto tecnológico que se da por las malezas resistentes, pero es la punta de un iceberg que se puede controlar. Perder competitividad hace que cualquier evento que pueda surgir durante la siembra, se haga mucho más virulento.

Pablo: Toda esta problemática necesita señales del gobierno en lo que hace a los márgenes regulatorios para poder rotar y para poder adoptar tecnología. Nuestros representantes deberían legislar manejando información confiable, basada en la ciencia para que le de sustentabilidad y largo plazo a esas decisiones que se tomen.

Es un gran desafío

Pablo: Nosotros, como Fundación que nuclea un número enorme de diversas empresas, debemos canalizar esa información, converger a través de varios medios de comunicación en la misma idea y modo de transmisión de la información. Debemos comunicar la misma idea, si es parecida, no sirve.

Gustavo: El comunicado debe ser monolítico, para que en algún momento las comunidades, las empresas, los representantes, apunten sus medidas para el sector agropecuario en pos de una mayor producción con sustentabilidad, apostando a que la riqueza que se genere se distribuya de tal modo, que no existan diferencias por zonas ni por provincias.

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