Por: Sebastián Nini
Gustavo Tubio nació en Capital Federal tiene 50 años, casado hace 24 años, tiene dos hijos varones de veintiuno y diecisiete años. Arrancó en el periodismo de manera profesional en 1991, entró a TN el 1 de junio de 1993. Lo llamaron para producir programas como el de Santo Biasatti o el de Mónica y Cesar y desde ese día ya hace 28 años que trabaja en el canal. Tubio es sin dudarlo un periodista de raza.
Desde muy chico decidió ser periodista, leía el diario, miraba el noticiero, escribía en “La colmena” la revista del colegio LA SALLE. Luego del secundario llegó el servicio militar, pero apenas recibe la baja de la colimba, Gustavo se acercó al Instituto grafotécnico donde las clases llevaban un mes de comenzadas, se apersonó pidiendo entrar y la recepcionista insistió en que debería hacer un curso de ingreso para comenzar al año siguiente. “Yo ya estoy atrasado un año y pico, acabo de salir de la colimba” dijo Tubio y frente a su insistencia Pedro Siwak, el rector por aquellos años del Grafo, se acercó para ver qué pasaba y luego de escuchar la historia del conscripto, (que antes de ir a su casa tras la baja, fue a buscar entrar a la carrera) lo agarró de un brazo, hizo que la secretaria lo anotara y lo metió adentro de una clase donde se sentó con algunos de los que hoy trabajan junto él en el canal
En muy poco tiempo ya trabajaba en la revista Semanario para editorial Perfil, luego su profesor de técnica periodística le ofreció suplantarlo en VCC, hasta que llegó la propuesta de TN para hacer producción, espacio donde luego arrancó como cronista. Fue allí cuando entendió que ese era el espacio en el que le gusta trabajar, porque allí en la calle como reza algún slogan, es donde realmente está la noticia.
Gustavo, ¿qué habrías estudiado si no hubieses sido periodista?
Es una pregunta que no te sabría contestar, hay que ver porque… en ese entonces mi papá era comerciante y el comercio venía desde mis abuelos y creo que podría haber continuado la tradición, de hecho cuando comencé a estudiar periodismo, durante la mañana laburaba en el comercio familiar y por la tarde me dedicaba al periodismo. También me gustaba mucho la posibilidad de ser Ingeniero agrónomo, como mi tío y mis primos. Me pasó por la cabeza la posibilidad de estudiar agronomía. Creo que si no era el periodismo seguramente hubiera estudiado agronomía.
“Hay que hacerle entender al ciudadano que, por ejemplo, adentro del tubo del dentífrico hay campo”
Gustavo Tubio
Dentro de las áreas que cubre el periodismo, ¿cuál es la temática que a vos más te gusta?
A mí me gusta todo lo relacionado con lo social, me gusta estar cerca de la gente y que el periodismo sea un vínculo, una herramienta, la voz de los que no tienen voz – esto entendido como mostrar las necesidades y reclamos de la gente – y llegar a los que tienen la posibilidad de resolverlos. Me gusta ese periodismo, que muchas veces enoja, enerva, porque la política no quiere que se muestren ciertas cosas.
Desde el año 93 a esta parte, los que están en el poder se enojan con las notas que hago, pero son las mismas que hacía cuando ellos eran oposición y en ese momento les parecía fantástico mostrar ciertas realidades que una vez que alcanzan el poder ya no quieren que se sigan mostrando.
Sé de la anécdota del mecánico que te escribió un rock, por favor, volvé a contármela.
¡Un loco hermoso, un loco hermoso! (Se ríe a carcajadas) Un día estaba haciendo una nota en el conurbano bonaerense buscando una determinada dirección por una entradera. Me acerco a un taller mecánico y consulto por el lugar. El mecánico me mira y me dice “¿Vos sos Gustavo Tubio?”, me abraza el tipo y me confiesa “Flaco yo te hice un rock, yo te recontra admiro”. Por entonces yo venía de haber estado en inundaciones y en los incendios en Córdoba, estuve muy expuesto en distintas notas. El loco me empieza a cantar el rock donde cuenta cosas que hice y otras que imagina que hice, donde soy el notero de las notas más peligrosas como si me tuvieran castigado por ir a esos lugares.
La verdad es que a mí me divierte mi trabajo, me genera adrenalina, y no porque sea un loco sino porque creo que ahí es donde tiene que estar la noticia. Entiendo que es peligroso, pero alguien tiene que hacerlo – como un médico que enfrenta al coronavirus asumiendo el riego, tomando las medidas que correspondan – del mismo modo los periodistas que estamos en la calle enfrentamos los riegos tomando los recaudos necesarios.
Como bien sabemos, la agroindustria es uno de los pilares más fuertes de Argentina. ¿Qué tipo de relación tenes con este sector tan dinámico de la economía nacional?
Mi tío, es Ingeniero agrónomo y se radicó cuando yo era chico en Misiones para trabajar en el INTA misionero, trabajó varios años en San Antonio y en el Dorado, después abandonó la actividad pública del INTA para trabajar en papelera Sarandí, para más tarde independizarse y trabajar en distintos emprendimientos forestales. Para mí era fascinante visitarlo y recorrer los campos, hacer mediciones ir a ver a la gente que vivía allí o que estaba a cargo de las distintas plantaciones. Ahí arranca mi relación con el campo y con ese sector específico, el forestal.
Después a medida que fui creciendo en el periodismo, cubrí tantas veces inundaciones, sequías, que me ha tocado pasar muchos días (incluso meses) vivir en el campo escuchando a la gente, sus problemáticas y demás, sin entender cómo nunca se hace lo que se debe hacer en materia de obras para que esas cosas no ocurran.
Muchas veces las obras para solucionar temas importantes quedan trabadas por intereses personales…
Sí, hace poco hice una nota en la que descubrí la historia del Canal del Norte, una mega obra del año 1900 al mejor estilo canal de Panamá, que salía de Córdoba y llegaba al puerto de Rosario donde con desniveles y compuertas se ponían barcazas tiradas por caballos y con el declive y el sistema de compuertas se podía trasladar animales y granos al puerto. Una obra que llegó al 80% y cuando estaba a punto de terminarse el lobby del holding de trenes de ese entonces -que era muy poderoso- hizo fuerza para que no se inaugure y se abandonó. Increíblemente, el holding de los camiones le dobla el brazo al holding de los trenes, mientras que lo que no crece es la Argentina.
El campo necesita de herramientas como estas, que le permitirían crecer mucho más. Es increíble que el campo crezca en Europa, mientras que nosotros pudiendo producir cada vez más, estamos pendientes de cuántos nuevos impuestos existen o cuántos otros se pueden sumar al trabajo agropecuario.
¿Con que referentes del sector tenes más llegada?
Depende de los momentos, las circunstancias y la problemática. Te diría que buena parte de la mesa de enlace, siempre ante cualquier consulta son bien predispuestos a dar respuesta y en algunos casos me consideran bien y con mucho cariño.
De todos modos, más allá de los referentes del poder orgánico, a mí me gusta tener contacto con la gente de campo. Voy a Aaron Castellanos y estoy con productores o gente de campo que son amigosmíos, en algunos casos tienen o no que ver con la política, a mi me gusta el contacto territorial; voy a General Villegas y tengo amigos que hice con los años de visitar la localidad que son de campo, de la Sociedad Rural local. A donde vaya, a esta altura tengo contactos territoriales que me permiten ver la realidad tal cual es.
Muchas veces, desde el escritorio las cosas se ven distintas. Si me meto en el campo y veo los caminos destruidos, no me hace falta ver a un dirigente para que me cuente cómo ni de qué manera se va a solucionar ese problema. El problema es que en ese momento no hay caminos y por más buenas intenciones y promesas esa producción no puede salir.
¿En qué crees que falla la comunidad agroindustrial al momento de comunicar a la sociedad en general?
Hay temas que son lógicos, el mundo del campo no es un espacio comunicacional. El productor se levanta muy temprano trabaja todo el día, todos los días, hace lo que tiene que hacer vuelve a su casa tarde también, se mantiene atento a la realidad del mercado y al clima. A veces es difícil entender que la comunicación es importante. Lo que es recomendable es reforzarla con los centros urbanos – no solo con el poder político de turno – sino también con la gente, hacerle entender al ciudadano que, por ejemplo, adentro del tubo del dentífrico hay campo, y nos tenemos que dar cuenta que todo tiene que ver con el campo.
La gente de campo sabe trabajar la tierra, sabe producir y hay que apoyarlo. Pero la realidad boba de repartir la tierra para que la gente que hasta ahora nunca produjo el campo reciba algo que no sabe trabajar, es una locura, termina en un caos.
Seguimos charlando con Gustavo mientras él disfrutaba de la playa en Miramar, cosas de la virtualidad, yo acá sentadito en mi casa y él en cortos a punto de sentarse a disfrutar de unas rabas. Será el premio para un tipo que sale cada día y cada noche a la calle a mostrarnos las cosas como realmente son, poco premio para un titán de la noticia, mi amigo Gustavo Tubio.
¡Gracias Gus!