Iván Ordóñez es consultor en agronegocios, licenciado en Economía y Posgraduado en Agronegocios de la UBA. Ávido de experiencias y vivencias que enriquezcan su mundo intelectual viajó a Japón por medio de una beca otorgada por la embajada. Aquí su experiencia en primera persona.
Por Juan Carlos Grasa
Iván, sabemos que has visitado el país del sol naciente, contanos el porqué de tu visita.
Porque me resultaba sumamente atractivo conocer un país en el que el mundo rural es fuertemente protegido. Es una curiosidad para un argentino, donde el agro sufre una discriminación muy fuerte, desde lo social a lo económico. La embajada de Japón en Buenos Aires ofrecía una beca para recorrer el ecosistema de agronegocios de Japón y fue una oportunidad que no podía dejar pasar.
Interesante lo que contás sobre la protección social al agro, ¿cuál crees que es la raíz?
Mac Arthur cuando gana la guerra con EE.UU. se queda cinco años gobernando Japón, de hecho la actual constitución que tiene Japón la escribe un equipo coordinado por él. Una de las principales reformas de Mac Arthur fue la reforma agraria quedándole a cada japonés 2 has aproximadamente. Hoy en Japón se sigue viendo parcelas de hasta 5 has como mucho. Estuve reunido con un productor agrícola muy importante y el tipo manejaba diez has. El objetivo de Mac Arthur era dar trabajo, producir alimentos y eliminar a la clase terrateniente –los famosos señores feudales.
El productor agrícola japonés fue protagonista de la recuperación de Japón de postguerra siendo la última línea de defensa ante la hambruna. ¿Qué sucede en la actualidad?
Un punto importante es cómo interactúa la ruralidad con la urbanidad. El tren bala – Shinkansen – llega a todo el país, y llega rápido, entonces sucede que a 250 km de Tokio viven japoneses que trabajan en Tokio y esto sucede porque en tan solo 1 hora se puede recorrer esa cantidad de kilómetros. El pueblo “alejado” que visité –en términos de población y estructura productiva el equivalente a un Chivilcoy argentino- lo más impactante que vi es que en cada lote vacante que pueda quedar, ellos arman una plantación de arroz.
Podes vivir en el campo y trabajar en una gran urbe o viceversa, pero en Japón están siempre en contacto con el espacio donde se produce la comida que consumen.
¿Cómo es estar en contacto con lo que consumen viviendo en una ciudad?
Por ejemplo, yo me hospedaba en un hotel –en pleno centro del pueblo – y al lado había plantación de arroz, y eso es algo que sucede muy comúnmente. El espacio que abarca es 2/3 de una cuadra argentina, y la plantación de arroz convive en un barrio urbano. Cuando charlé con el productor y le pregunté si había quejas me contestó que nadie se quejaba por nada (camiones, pulverizaciones, la cosecha, etc). Ellos hacen las cosas básicamente bien. Esa plantación de arroz está en esa manzana hace siglos y nunca nadie se quejó.
Entiendo que la relación con el campo es diferente que aquí.
Adicionalmente hay una cultura en torno a los alimentos, no solo cómo se consumen, también cómo se producen. Para un japonés una fruta o una verdura perfecta (sabor, olor, color, textura) es un evento de celebración. Locamente, la relación del japonés con el campo es mucho más fluida que la que tiene el argentino con éste. Sepamos que hay pibes de Chivilcoy o de 9 de Julio que no vieron un lote de soja, que no lo caminaron.
¿Cómo se materializa la protección?
En muchos ámbitos. Puntualmente en lo económico cuentan con un complejo entramado de subsidios que dentro de una macroeconomía sana que son un fenomenal incentivo a la producción. Créditos naturalmente baratos que además están subsidiados son acompañados por subsidios a la compra de maquinaria agrícola, etc. Los créditos a largo plazo con tasas bajas son claves para la inversión en capital y conocimiento, que hacen al trabajo mucho más productivo. Otra pata muy importante es que tradicionalmente es una economía cerrada al comercio de alimentos.
¿Qué esperabas encontrar en Japón?
En la cultura popular es un país que se asocia automáticamente con la tecnología. Lo que me llamó la atención es la pasión por la perfección y por el planeamiento. El plan es importante, pero la gimnasia del planeamiento es más importante.
Japón para el 2050, va a tener 20 millones menos de habitantes con el agravante que tendrá una población mucho más vieja que la actual. Entonces hay una estrategia interministerial donde se planea ese futuro y cómo se resolverán los desafíos que plantea. Por ejemplo, el Ministerio de Educación tiene que pensar un sistema que tendrá menos alumnos que lo habitarán durante más tiempo.
Frente a semejante problemática, ¿qué acciones llevaran a cabo para tratar de solucionar ese tema?
Ellos en general ven que van a sufrir un problema de oferta y otro de demanda. No van a conseguir trabajadores, entonces lo primero que deben hacer es sistematizar los procesos, luego simplificarlos, y por ultimo robotizar las tareas. Ahora, ¿qué sucede del lado de la demanda? Japón afirma que quiere exportar más. Hoy exporta 800 millones de dólares anuales en alimentos, es menos que lo que nosotros exportamos de peras y manzanas. Ellos quieren exportar en un par de años, mínimo 1000 millones, y eso trae aparejado las 4 cosas que más me impactaron de Japón y que paradójicamente no van de la mano con la tecnología.
Realmente me resulta casi imposible no asociar Japón con tecnología!
Me pasó lo mismo pero vivir Japón te hace ver las cosas de otra manera. Aquí van los 4 puntos. El primero, la organización. El sistema al estar tan organizado produce una sinergia de competitividad muy grande. Lo describo en ejemplos. Cuando sucedió la ruptura del reactor nuclear Fukushima, la prefectura de Fukushima realizó un sistema de trazabilidad desde el campo hasta el final de la góndola, donde se identifica la radiación de cada producto que se cosecha –inclusive el agua- y mediante un código QR se especifica la radiación que recibió ese producto en todas las etapas de elaboración de cada ingrediente que posee.
Eso es trazabilidad.
Eso micro trazabilidad. Adicionalmente la trazabilidad es comunicada: en la feria internacional de alimentos (FOODEX, con participantes de todo el mundo), el stand más grande del pabellón japonés era el de la prefectura de Fukushima en el que los productores explicaban todo ese sistema a las personas que visitaban la muestra. Eso se hacía obviamente en japonés y además en inglés para los visitantes extranjeros de la feria; los traductores/promotores eran subsidiados por la prefectura de Fukushima.
¿El segundo punto?
Segundo punto impactante. Al entrevistarme con los responsables de uno de los “mercados centrales” de Tokio –hay 10 en total- les consulté cómo manejaban el margen de ganancia para los productores agrícolas y hortícolas. El 80% aproximadamente del precio se lo quedaban los campesinos. Yo les explicaba que aquí era al revés, solo entre 20-30% va a parar a las arcas del productor. Me llevó mucho tiempo tratar de que el japonés lo entienda, no le entraba en la cabeza.
¿Cuál es la clave de ellos? No tienen mucha intermediación. En muchísimos casos son los mismos productores quienes llevan la mercadería al mercado central. Hay pasión por comercializar y no relegar el control de la góndola.
Eso aporta transparencia a la formación de precio.
Obviamente; además los modelos de subasta son muy interesantes. Te digo más: al día siguiente de esa charla fui a visitar a un productor de tomates, quien había logrado automatizar todo su invernadero. Él tenía una computadora de la cual salían unos cables que se enchufaban a la tierra, al medio ambiente, a las hojas del tomate, etc. Con eso él iba midiendo radiación, humedad, temperatura. Lo que antes hacía a mano, ahora lo lograba mediante la tecnología, volcando los parámetros necesarios en el sistema, éste lograba reaccionar a cada ítem que debía regular. Abriendo y cerrando el invernadero o activando los sistemas de riego todo se corregía.
Un verdadero invernadero automatizado.
Eso no me impactó, vi la misma computadora acá, la hacen unos pibes que se llaman Metzoo. Lo que me pareció espectacular era el razonamiento del tomatero: “produzco un poco más de tomates, si, pero así logró algo que antes no tenía: libertad. Ahora puedo ir a Tokio a vender y charlar con dueños de restaurants, con la tranquilidad de que el sistema cuidará los tomates”.
Te faltan dos puntos.
Si. Tercer punto. Ponen el foco en el cliente. Están todo el tiempo pensando en las cosas que necesitan.
Estaba caminando por FOODEX y descubro unos morrones en miniatura que me llaman mucho la atención. Consulto en el stand porqué hacían ese tamaño de morrón, y me atiende el capo en genética de semillas de “ese” morrón. Él me explica que la gran mayoría de los japoneses viven solos, si uno quiere que una persona coma un morrón en estado perfecto, no puede asociar ese deseo con un morrón tamaño normal, debe pensarse en el mini-morrón para así evitar desperdiciar comida. Eso es hacer foco en el cliente. Esto va de la mano con la idea japonesa de perfección.
Cuarto y último punto.
En la reunión en el Ministerio de Agricultura me explicaban que Japón necesitaba exportar alimentos y que podían apalancarse en la cultura: la comida japonesa había gustado en el mundo –me llamó la atención que una parte importante de la producción de Sake (vino de arroz) se hace en California- cosa que a ellos también les llamó la atención. ¿Qué hicieron? Con la cancillería japonesa y con la red de embajadas de Japón que hay en todo el planeta tierra, mapearon a todos los restaurantes japoneses del mundo.
A través de un portal todos los restaurantes japoneses del planeta ahora pueden elegir un productor japonés favorito de Sake, wasabi, arroz, de todos los ingredientes. Los restaurantes son los embajadores de la cultura gastronómica japonesa en el mundo y por medio de éstos apalancan las exportaciones de alimentos.
¿Visitaste un supermercado en Japón? ¿Qué te llamó la atención?
Si, visitar el súper de un país es conocer su cultura, entender cómo se relaciona con los alimentos.
Por ejemplo, en Japón hay frutillas de 3 dólares! Esto, ¿qué nos quiere decir? Lo primero que surge es que los japoneses tienen mejor nivel económico que nosotros, pero eso también es cierto para los norteamericanos, sin embargo ellos no gastan esa plata en comida; esto significa que hay una descompensación de precios. O sea, en términos relativos a ingresos similares gastan más en alimentos que un estadounidense.
¿Por qué pensas que sucede ese fenómeno?
Porque es muy difícil meter alimentos de afuera de Japón a Japón. El 60% del ajo que se vende en el mundo se hace en China. China está a 500 km de Japón, sin embargo no compran horticultura china, por qué? Primero porque Japón es mejor que todos, nunca comerían horticultura china y luego por un tema arancelario.
¿Qué es lo que más rescatas del viaje?
Todo viaje al exterior es en realidad un viaje a uno mismo. Parece una frase hecha, pero está llena de sentido. Tu país es tu punto de referencia, sobre todo ante una cultura abismalmente distinta a la nuestra, por eso la comparación –por lo menos a mí- me parece inevitable.
Conocer sus virtudes y defectos profundizó mi entendimiento de los desafíos que nosotros mismos enfrentamos como sociedad, ponerlos en perspectiva. Para alguien curioso como yo, todo en Japón es interesante, desde caminar por la calle o mirar el envoltorio de un chocolate hasta entrevistar a un productor agrícola, alargaba los días: de 9 a 7 de la tarde trabajaba y de ahí en adelante me iba a recorrer sus calles. Tokyo está abierta a pleno hasta las 2 de la mañana.
¿Te compraste algo?
Me traje dos botellas de whisky. Japón tiene uno de los mejores whiskies del mundo, y esto es algo que sucede desde hace tan solo unos 20 años, pero en realidad hace más de un siglo que son productores de whisky. Es una lección de pasión, paciencia y perseverancia.
Gracias Iván.