Por Sebastian Salvaro
La baja de precios de los commodities, más un crecimiento de la incertidumbre en el contexto local argentino, hacen que los números cierren mal en una campaña con buenas perspectivas climáticas.
El comienzo de la campaña 2018-2019 ha sido totalmente distinto a lo que estamos viviendo en la actualidad. Cada año, por un lado nos sentamos a planificar las campañas y determinar cuál será el nivel de inversión que vamos a realizar, cómo lo vamos a financiar y cuál va a ser la rotación ideal de cultivos; y por otro lado, realizamos la gestión de compras y las coberturas de precios y de tipo de cambio, analizamos cuál es el impacto impositivo del negocio y lo metemos dentro de un modelo que nos da un resultado posible en un contexto determinado.
La actual campaña, de la que todos hablan – sobre todo desde el ámbito político económico por la importancia que ésta tendría a nivel macro- ha sido de alguna manera victima de algunos cambios; sobre todo locales, que no tienen que ver con el riesgo del negocio sino con la incertidumbre de Argentina.
La variable que más influyó negativamente al negocio agrícola es la referente a precios. Si bien los precios internacionales han bajado por cuestiones geopolíticas como la relación conflictiva entre EE.UU. y China, también se está viviendo un contexto de fundamentos que hacen bajar aún más los precios y por ello estamos viendo los valores actuales. Además esta variable fue afectada por las retenciones aplicadas por el Estado para todas las exportaciones de $4 por dólar exportado. Esto hace que dependiendo del tipo de cambio, la misma para los cereales y el girasol tenga un impacto de 10% menos de valor y en el caso de la soja se le suman al arancel del 18% (que ya tenía) y los $4 por dólar exportado, arrojando un valor que ronda el 28-30% (dependiendo del tipo de cambio).
En el siguiente cuadro podemos ver cómo teníamos los presupuestos antes de los cambios comentados y cómo quedan los proyectados a hoy.

Lo primero que se puede apreciar es el impacto en el resultado obtenido, siendo negativo a nivel de productor pasando de planificar un resultado de la rotación de 116 usd/ha a 25 usd/ha. Siendo la variable que más afecta, el aumento en los rendimientos de indiferencia más alla de la devaluación que podría haber tenido mejor competitividad con costos en pesos. El aumento de los rendimientos es 100% aumento de riesgo del negocio.
Por otro lado, en el cuadro del PLAN ACTUALIZADO, se toma un aumento del 10% en los rendimientos esperados por la evolución de lo que hasta hoy viene siendo el clima.

Por último, es un año a favor en cuanto a negocio para las gramíneas, como se observa en el caso del Trigo donde se comercializa con altos valores y buenos rendimientos. En el caso del Maíz todavía resiste con valores positivos. De todas formas el mejor margen en estos modelos será el trigo/soja, que dado el aumento del área del cereal vemos un cierre de U$S173/ha.
Por supuesto que en el medio hay muchas preguntas que tienen respuestas dependiendo del lugar que se lo mire y el horizonte de tiempo que le demos al análisis. En cuanto a lo numérico, es un año con consecuencias muy fuertes a nivel de productor y no tanto a nivel macroeconómico. Vamos a una campaña record de producción que ayudará al Estado nacional a tener oferta de divisas, gestión del tipo de cambio y recaudación por impuestos a la exportación.
Por otro lado, también vemos que los productores han vuelto a confiar en que los precios podían subir y se encuentran a cosecha con niveles muy bajos de cobertura – sobre todo en el caso de soja, observándose con el negativo más grande de la ecuación-. Y volvemos a preguntarnos ¿por qué pasa esto? Parte de la respuesta la encontramos en la lejanía que sigue existiendo – más allá del esfuerzo de varios actores de la cadena – entre lo comercial y lo financiero a la hora de hablar de cobertura de precios.
Las empresas agropecuarias volvemos a tener un excelente desafío tanto nacional como empresarial. Seguiremos siendo el motor de la economía, pero eso ya no basta, también tenemos que sentir el orgullo de ser Agro Argentino e instalar la actividad en la agenda pública con temas de impacto nacional.