Como sabemos, el Maíz es uno de los principales cultivos regados en nuestro país. Habitualmente el bajo aporte de las precipitaciones (PP) no alcanza a cubrir las necesidades del mismo campaña tras campaña. (Gráfico 1).
Gráfico 1. Porcentaje del consumo de agua del cultivo de Maíz (ETR) cubierto por el aporte de PP en la campaña 2017-2018.
Por este motivo, el riego se transforma en un recurso fundamental para que los cultivos puedan expresar su máximo rendimiento. Es así, que el Maíz aumenta hasta un 50% su rendimiento bajo riego respecto a lotes en secano.
Para el siguiente análisis se utilizaron los milímetros regados a lotes de Maíz desde el inicio de la campaña hasta mediados de marzo 2018. Los datos se obtuvieron de aproximadamente 100 balances hídricos de 43 diferentes establecimientos ubicados en 9 diferentes zonas del País.
Los milímetros regados por zona productiva dependen principalmente de la humedad inicial del suelo, del cultivo y sobre todo del régimen de precipitaciones que posea la misma. En algunas zonas el riego es una herramienta complementaria que reduce el riesgo climático de las cosechas, estabiliza y aumenta los rendimientos de los cultivos.
En estas áreas los milímetros regados son menores que en otras ya que las precipitaciones alcanzan a cubrir una gran parte de la demanda de los cultivos. Claros ejemplos son los casos de: El Valle de Catamarca, Sur de Córdoba y Centro (Grafico 1).
En otras zonas, donde las PP cubren un bajo porcentaje del consumo la producción no puede llevarse a cabo sin riego, como en el Centro de San Luis, donde los milímetros regados son mucho mayores (Mapa 1).
Mapa 1. Milímetros regados a lotes de Maíz campaña gruesa 2017-2018 para diferentes zonas del País.
Siguiendo nuestro análisis, podemos concluir que el riego es la principal tecnología para atenuar los problemas de escasez de PP.
En algunos casos la utilización del riego complementario puede representar hasta el 40% de los costos de producción. Con los datos obtenidos campaña tras campaña podemos concluir que el uso racional del riego aplicado es la forma más eficiente de reducir costos y es la clave para mejorar la rentabilidad de los cultivos.