El seguro agrícola cubre ciertos riesgos climáticos y/o biológicos, es decir, aquellos fenómenos que afectan el rendimiento, la calidad y/o la supervivencia del cultivo en forma verificable.
El riesgo es ineludible en el negocio de la producción agropecuaria porque es una actividad que depende de factores de naturaleza incontrolable que el productor no puede predecir con facilidad, por ejemplo, fenómenos climáticos, pestes o condiciones de mercado.
La necesidad de disminuir el impacto de las adversidades comerciales y productivas ha llevado a los gobiernos y al sector privado a aplicar estrategias de intervención como por ejemplo, el seguro agrícola.
¿Por qué contratar un seguro agrícola?
Siendo la agricultura un negocio riesgoso, los productores enfrentan una serie de diferentes riesgos, entre éstos, el riesgo de producción o riesgo de cosecha. Aunque el riesgo de producción no puede ser eliminado en su totalidad, puede ser reducido y manejado. A fin de abordar las implicaciones financieras de este tipo de riesgo, históricamente los productores se han basado en una variedad de estrategias y de mecanismos para enfrentar riesgos que se pueden clasificar en tres categorías generales: mitigación de riesgos, transferencia de riesgos y retención de riesgos. El objetivo es encontrar la manera de transferir el riesgo con eficacia. Los productores frecuentemente reportan que los riesgos de producción y de precios constituyen las dos preocupaciones principales. Cada año, la falta de manejo de los riesgos de producción contribuye considerablemente a pérdidas económicas elevadas, entre las numerosas fuentes de variabilidad de la producción o de la cosecha, el clima es universalmente reconocido como la causa dominante.
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