Más #Campo demanda recomponer el capital de trabajo

El pico más alto de siembra de trigo se dio en la campaña 2007/08: 5,5 millones de hectáreas. El ritmo de la siembra se mantenía fuerte porque en muchos campos la opción inteligente es el doble cultivo que permite rotar más capital y rentabilizar el lote. La soja, que se siembra en verano hacía posible […]
abril 18, 2017

El pico más alto de siembra de trigo se dio en la campaña 2007/08: 5,5 millones de hectáreas. El ritmo de la siembra se mantenía fuerte porque en muchos campos la opción inteligente es el doble cultivo que permite rotar más capital y rentabilizar el lote. La soja, que se siembra en verano hacía posible y deseable al trigo que se siembra en invierno.

Iván Ordóñez

Esa campaña fue la última siembra de trigo sin ROE Verde, para la precampaña del 2008 la Resolución 543 del 28 de mayo creaba el sistema de prohibición de exportación de trigo y maíz. Los productores, que en el medio de la 125 no veían una salida clara y predecían un año seco incorporaron este dato dentro de la toma de decisión; redujeron la superficie sembrada en exactamente 1 millón de hectárea. El sur de Buenos Aires y el oeste de La Pampa que supieron ser el corazón triguero del país redujeron el área, pero no al mismo nivel que el resto: productivamente no habían muchas opciones. Pasaron de ser el 30% del área nacional sembrada a la mitad. Al año siguiente la debacle ya era total y se perdía otro millón de hectáreas; todas las zonas pusieron su parte y el sur no fue la excepción.

Al principio hubo un traspaso de área a otros cultivos de invierno, particularmente la cebada, pero había un inconveniente: conseguirle mercado a ese producto que de golpe incrementaba su área no era sencillo. A medida que las malas campañas climáticas se sucedían en el sur de Buenos Aires los balances de los productores se destrozaban, el capital de trabajo se desintegraba, principal insumo para la reinversión. Permitir que la rueda del planeta #Campo gire. De esta forma, se fue reduciendo la superficie sembrada de los cultivos de invierno en el sur de Buenos Aires. Hacia 2015 no solo se tocaban los pisos históricos de siembra sino que también el paquete tecnológico utilizado era el mínimo indispensable. La capacidad estructurar capital (o arriesgarlo) generaba opciones productivas que podían parecer razonables desde lo financiero, pero no desde lo económico.

La dimensión económica de los negocios básicamente observa el margen: mientras más alto es este, mejor es el negocio. En condiciones normales de financiamiento con este criterio es suficiente y eso es lo que permitió el doble cultivo en el corazón triguero de Buenos Aires. La dimensión financiera incorpora otros conceptos: el margen ajustado a su volatilidad (cuán incierto es el retorno), la disponibilidad de capital y su costo de financiamiento.

En la campaña 2016/17 el área de trigo creció en un millón de hectáreas debido a la liberación de la exportación, la eliminación de las retenciones y la unificación cambiaria.

Sin embargo, de ese crecimiento no participó el corazón triguero, el sur de Buenos Aires; ni siquiera 150 mil hectáreas. Podemos creer que se debe al clima que retrasó en unas zonas la cosecha de soja, pero sería mentirnos; cuando un fenómeno es tan masivo no obedece a una sola causa. Todos crecieron menos ellos: después de tres campañas de destrucción de capital de trabajo no hubo aire para doble cultivo y se apostó a la campaña gruesa que se mantuvo inalterada. La campaña fina 2017/18 se aproxima optimista y los analistas apuestan a un crecimiento nacional superior a 400 mil hectáreas; es importante esperar para saber si se confirman y de dónde vendrán esas hectáreas. Será determinante el resultado de la gruesa que 2016/17 para saber cuánto dinero existe en el sistema.

En la semana del primer paro general que enfrentó el gobierno de Macri visitó el país el World Economic Forum. El sistema de agronegocios, y particularmente los productores agropecuarios, está sediento de capital y es en el mediano plazo una opción económicamente viable; quizás de las más viables que tiene para ofrecer Argentina. Es hora de cambiar de juego: no alcanza con ser productores agropecuarios, hay que adquirir los conocimientos para pasar a ser administradores de activos financieros aplicados a actividades agropecuarias.

El mundo financiero global está en busca de países (y por sobre todo negocios) que sean rentables para invertir y el planeta #Campo argentino es una opción. Es la hora de pegar el salto y salir de la tranquera para seducirlos.

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