Por: Juan Ignacio Martínez Dodda
@jumartinezdodda
Productores, asesores y analistas de mercado analizan qué puede ocurrir con el trigo la próxima campaña. Calidad, excesos hídricos, el rol de Brasil y el definitivo sinceramiento de las operaciones juegan un rol clave en una campaña en la que el cereal de invierno está para volver a ponerse los cortos.
Como si fuera un jugador lesionado que después de un tiempo sin jugar está para volver. Ahí se lo ve entrando en calor al costado del campo… de juego. Es el trigo, que después de casi una década de luchar siente que en 2016/17 está para volver. Su ausencia permitió el destape de otros jugadores. Cebada y legumbres de invierno ocuparon su lugar en las rotaciones. La incógnita es cómo volverá aquel que supo ser la estrella invernal.
HORIZONTE A convocó a productores de distintas zonas para evaluar cómo imaginan ese retorno del trigo y dialogó con analistas de mercado para sondear el ritmo de la comercialización actual y las perspectivas para la campaña que viene.
Calidad o rendimiento, excesos hídricos y riesgo de enfermedades serán algunos de los puntos destacados de una campaña en la que el primer dato importante a saber es que si bien habrá una mayor superficie sembrada, el incremento no sería explosivo.
En algunos casos puede influir la necesidad de consumir agua en las napas que en muchos casos están muy altas, algo que viniendo de un año Niño y yendo (según parece) a uno Niña o neutro puede ser importante. Además, el trigo juega un rol importante rotar y contener las malezas mitigando su presión sobre los cultivos de verano.
Bellamar Estancias es referente en la producción de trigo en el sur de la provincia de Buenos Aires, pero también han tratado de defenderlo en otros campos de la empresa, en la provincia de Córdoba. “Vinimos haciendo todo lo posible para que no caiga la superficie pero la última campaña en Córdoba por las inundaciones y en el sudeste porque no era negocio, lo tuvimos que bajar”, cuenta el Gerente de Producción del Campo “El Silencio” (Km 26,5 de la Ruta Nacional Nº 226), Martín Lahitte.
En 2016/17 la idea es volver a la rotación original de 30% de trigo/soja de segunda, 30% soja y 30% de maíz de primera, con algo de girasol, dependiendo de cómo se presente el año. El objetivo primordial: darle participación a las gramíneas.
Históricamente Bellamar como grupo sembró 5000 hectáreas; la campaña pasada sólo pudieron alcanzar las 3000. “Hay que ver si en Córdoba lo podemos sembrar porque hay problemas serios con el agua”, advierte Lahitte. La campaña pasada en Villa María pudieron sembrar sólo 500 hectáreas y para 2016/17 están planificadas 1600, mientras que en los campos del sudeste pasarían de las 2500 a 3500 hectáreas de fina. Esto incluye trigo candeal, cebada y trigo pan.
Ahora bien, más allá de la necesidad agronómica y del impulso que significó la eliminación de las retenciones y restricciones, Lahitte señala: “Me parece que todo el mundo cree que nos va genial, y que sin retenciones estamos ganando mucha plata pero a nosotros los presupuestos no nos vienen dando tan genial”. Y continúa, “la agricultura no termina de ser un negocio de oro porque los precios son bajos”, no obstante, “si hubieran seguido las retenciones el negocio sería directamente ruinoso”.
Leonardo Herrera Vegas, responsable de producción de Isaura, analizó en términos generales la campaña 2015/16 en el sudeste. “Terminó mejor de lo que estaba en los planes previos y fue debido a muy buenos rendimientos y a que como había muchos costos pesificados, la devaluación nos ayudó, y un panorama que era muy malo tuvo una mejora sustancial”, resumió.
En el sudeste, los mejores márgenes de la campaña 2015/16 se los llevan la cebada, el girasol y el maíz. El trigo sin calidad panadera va a terminar a la cola de los márgenes.
Pensando en la 2016/17, Herrera Vegas hizo una mixtura entre buenas y malas, además de la quita de retenciones, claro está: “La mayoría de los insumos van a estar en el mismo precio en dólares, un insumo clave como la urea bajó, igual que fósforo y glifosato, lo que se compensa con un aumento en el control de malezas”.
El margen bruto da mejor que la campaña pasada con rendimientos de indiferencia menores. Al igual que Lahitte, Herrera Vegas advierte que “para nada son resultados de locura”, pero servirán para cubrir los costos fijos. Quizás por eso, no cree que el trigo vaya a crecer tanto en el sudeste porque además, la cebada sigue funcionando bien. “Los trigos de rendimiento van a competir con una cebada que ofrece rendimiento y calidad cervecera”, dijo Herrera Vegas. Por eso, este invierno, apostarán por un trigo de calidad, tratando de no caer demasiado en rendimiento.
Un poco más al norte, en la zona de Pergamino, Marcelo Testa, quien junto a su hermano Carlos y su padre Luis llevan adelante Agrícola Testa SRL. Nunca dejaron de ponerle fichas al trigo. Trabajan hectáreas propias y como contratistas prestan servicios en otros campos importantes de la zona. Como productores siembran unas 1000 hectáreas de las cuales en 2015/16 sólo sembraron 600 y como contratistas (primera empresa en cumplir con las normas de Certificación de Buenas Prácticas de Manejo para Contratistas del Programa de Agricultura Certificada de Aapresid) suman alrededor de 5000.
Incluso en los peores años han defendido 30% de la superficie sembrada (unas 200 hectáreas) con trigo. “Teníamos un convenio con los dueños de los campos para tener un alquiler más bajo pero sembrarles trigo”, contó Testa. Al analizar la 2016/17, pone el freno a los que piensan que la superficie de trigo va a explotar: “Yo no creo, porque el número, si bien es mejor, no es tentador pensando en un costo de trigo de 40 quintales a lo que tenes que sumarle el alquiler, tomando la media de rindes de las últimas campañas de 45-50 quintales”. Para Testa, por primera vez en muchos años la cuenta que mejor da es la de maíz, con un costo de 70-75 quintales y un precio de 150 dólares, “pero hay que sembrarlo, darse vuelta y calzarse a ese precio”.
Castigo hídrico
“En la zona central productiva mis clientes van a hacer trigo, la expectativa es que podría haber un incremento de 60% pero ese panorama es hoy (N de la R: principios de abril), pero habrá que ver el daño que causan los excesos hídricos”, contó el asesor y referente de AAPRESID en la zona de Venado Tuerto, Luis Negruchi. Ese incremento en porcentaje al que se refiere encubre que muchos de los que van a sembrar unas pocas hectáreas viene de no haber sembrado nada. Por lo tanto, para ellos, el aumento será del 100%.
Para la zona, el número de trigo/soja o trigo/maíz no es malo y la elección de soja o maíz puede esperar hasta octubre/noviembre. “Acá no es un numerazo ojo, pero da, y de paso rotás y sumás una herramienta para combatir las malezas que vienen terribles, pero un poco más lejos del puerto no cierra ni loco”, explicó Negruchi.
Así las cosas, en el excel previo, en la zona de Venado Tuerto, en campo propio, un trigo de 43 qq/ha tendría un margen bruto de 169 dólares por hectárea (USD/ha) seguido de una soja de 2da. de 28 qq/ha. y un margen de 220 USD/ha. Ambos dan como resultado un margen bruto para el doble cultivo de 389 USD/ha. La soja de primera da 341 y el maíz de 427 dólares por hectárea. Ahora bien, en campo alquilado, computando una erogación de 14 qq/ha, el margen bruto en dólares por hectárea es de 15 para el trigo, 66 para la soja de segunda (81 el doble cultivo), 119 para el maíz y 33 para la soja de primera. Está claro que el maíz pica en punta, pero hay que pensar que tiene gastos directos de producción de 526 dólares por hectárea mientras que la soja de primera tiene la mitad, 284 USD/ha, y el trigo/soja tiene 522 USD/ha (300 del trigo más 222 de la soja).
Afincados en Carlos Pellegrini, en el centro-oeste santafesino, la empresa familiar Kelymar, basa su desarrollo en la gestión, tecnología de punta en insumos, usar maquinaria propia para todas las labores y capacitación de sus recursos humanos. Así, producen trigo, soja, maíz, pero también sorgo y arveja de manera eficiente en una superficie de 12.000 hectáreas.
Gabriel Bearzotti, contador público y presidente de Kelymar, reconoce que son “defensores del maíz y el trigo” aunque sabe que en la zona el trigo “es el cultivo más difícil de domar porque el rendimiento lo terminan de definir los calores de octubre, momento clave en el llenado y que pueden retacear hasta 30% el rendimiento final. Así, dependiendo de esta condición crítica, los rindes oscilan entre 2800 y 4500 kilos por hectárea.
Bearzotti reconoce que este año, el número del negocio para ellos va a ser algo mentiroso, ya en noviembre, con una devaluación en ciernes (ganase Daniel Scioli o Mauricio Macri), se movieron rápido y anticiparon compras con un dólar que apenas superaba los 9 pesos. “Logramos un 40% por debajo de los costos de hoy y esto va a impactar cuando hagamos el número final de la campaña 2016/17”, argumentó Bearzotti.
Como venían respetando aún en tiempos complicados la participación de 33% del trigo en las rotaciones, para 2016/17 no tienen previsto aumentar superficie.
Calidad bien paga
El mal trago que pasaron los trigos de baja calidad 2015/16 puso en pie de alerta a los productores respecto de las variedades que van a elegir para el siguiente ciclo. “Cuando aparecieron las variedades franceses nos dedicamos mucho a hacer rendimiento, y la calidad desapareció, pero hoy la penalización por no tener calidad es alta, por lo que los últimos años empezamos a balancear rendimiento con calidad evitando quedar con muchos kilos invendibles”, dijo Lahitte.
Así las cosas, la búsqueda es hacia variedades más balanceadas en rendimiento y calidad. En los lotes donde siembran papa la rotación es papa-trigo/soja de segunda-maíz-soja-trigo/soja de segunda y al quinto año se vuelve a papa. En las rotaciones no paperas, se mantiene todo en siembra directa (algo que con papa no se puede hacer) con trigo/soja de segunda-maíz-soja.
Desde que la comercialización comenzó a ser poco clara, la utilización de trigos de 7.500 o más kilos, con una proteína de 7% y un gluten bajo, también se complicó. “Decidimos ir por variedades grupo II, que logran rindes similares pero asegurando 11% de proteína y un 26-28 de gluten”, indicó Lahitte. Pero además, siembran trigo candeal, un nicho que les permite comercializar más trigo en momento de cosecha y a precio diferencial.
La realidad agroclimática del centro santafesino no le permite a Bearzotti apostar a calidad, más pensando, como dice, que la calidad nunca estuvo bien paga, salvo este año. “En esta zona es muy difícil lograr calidad, por eso, como en las campañas anteriores, vamos a apuntar a rendimiento como lo hemos hecho siempre”, explicó.
En lo que respecta a la fertilización, Bearzotti hace análisis de suelo y mapeos para determinar las necesidades de fósforo y nitrógeno, además de sulfato de amonio que queda como residual para la soja siguiente. El grueso de la fertilización nitrogenada se hace líquida y se hacen análisis foliares para lograr un ajuste bien fino. “Hemos optado por el líquido por la rapidez y las ventajas que ofrece en absorción y poca volatilización”, explicó el productor.
En Bellamar trabajan con análisis de suelo para aportar el fósforo que falte. En nitrógeno, con el dato hacen aplicación dividida, mitad en 2-3 hojas “para evitar la lixiviación de las lluvias de julio-agosto”, y la segunda a principios de septiembre. Hace tres campañas que fertilizan con mezclas de nitrógeno y azufre.
En Venado Tuerto, Negruchi sí cree que la apuesta será por trigos Grupo I ó II bien fertilizados, pensando, igual que sus colegas, en una elección varietal que se defienda, desde la genética de enfermedades. “Es importante saber que en el sur de Santa Fe las napas están a tope y si sigue lloviendo las próximas semanas, en algunos campos, la siembra de cultivos de fina va a pasar de largo porque no se va a poder entrar”, dijo el asesor.
En el norte de Buenos Aires, los Testa logran un trigo de 45-50 quintales apuntando a buen rendimiento, sin embargo, para la campaña 2016/17 van a sembrar una porción de un trigo de calidad. “El secreto para nosotros es sembrar un poco apuntando a 28 de gluten y 10.5 de proteína pero guardándolo para diferir la venta, si no, nos pasa que en el aluvión de cosecha se paga todo igual y al final sirve para mejorar la calidad en los acopios”, resumió Testa.
Justamente pensando en lograr calidad, van a diferir fechas de fertilización. “Antes hacíamos 120 kg de MAP en la siembra y 250 de urea en macollaje, pero ahora pensamos en diversificar para ajustar bien la calidad aplicando 100 kilos de urea antes de la siembra, fosforo en la siembra y 150 kilos en macollaje”, contó.
Atentos a la sanidad
En cuanto a la elección varietal, Herrera Vegas contó que, además de apostar por la calidad con Grupo I y hacer un manejo nutricional bien finito, está buscando defender la sanidad desde la genética. “La campaña pasada vi el daño que puede hacer la roya del tallo cortando el llenado y dejándote afuera de grado y de calidad”, reconoció el gerente de producción de Isaura. Es un problema que se empezó a expresar cada vez más, un riesgo latente que se puede reducir usando materiales que tengan buena tolerancia.
El escudo genético es el que también van a usar en Bellamar. “Estamos viendo de sacar del sistema algunas variedades porque los últimos dos años sufrieron mucho con roya negra”, sumó Lahitte, quien por protocolo hace años usa semilla curada.
El partido de la cebada
“A diferencia de lo que puede ocurrir más al norte de la provincia de Buenos Aires o el sur de Santa Fe, la facilidad con la que se puede lograr una buena cebada en el sudeste hace que no haya gran entusiasmo por hacer trigo”, opinó Herrera Vegas. Encima, la cebada le da más estabilidad “al cultivo más inestable del sudeste”, la soja.
Herrera Vegas estima que harán un 60-70% de cebada apuntando a altísimos rendimientos y calidad cervecera y un 30-40% de trigos de grupos de calidad I ó II, “manejando muy bien la nutrición, tratando de llegar a las calidades que exige hoy la exportación que es 10,5 de proteína y 78 de peso hectolítrico o el gluten que están pidiendo los molinos locales”. En este sentido, como un piloto de autos de carrera en un día de lluvia, Herrera Vegas sabe que la “muñeca” será clave en la búsqueda de calidad sin resignar demasiado rendimiento.
Pensando en los ajustes que le faltan, Lahitte destaca que uno de los desafíos es determinar los momentos exactos de aplicación de fertilizante para obtener el balance rinde-calidad deseado. “La campaña pasada atrasamos las aplicaciones de fertilizante y logramos rindes de 7000 kilos y 11 de proteína, no sé si es repetible pero nos falta el manejo más fino de la nutrición”, destaca. El gerente de producción de El Silencio, reconoce que también les falta animarse a “fertilizar con más cantidad” aunque hay que ver si los precios hoy devuelven esa inversión.
Está claro. El trigo está para salir a la cancha, pero habrá que ver en cada campo cómo puede ser su desempeño a partir del rendimiento alcanzable, potencial de calidad, necesidad de rotación y situación hídrica.
Aire para un mercado golpeado
“La recaudación acumulada en concepto de retenciones desde que volvieron a regir hace 13 años rondaron los 90.000 millones de dólares a lo que hay que agregarle 9.000 millones del impacto por las medidas proteccionistas que generaron una diferencia entre la capacidad de pago y los montos realmente erogados”, explicó a HORIZONTE A el economista de Agritrend, Gustavo López. La suma da un aporte del sector primario a las arcas del estado de casi 100.000 millones de dólares.
Probablemente el trigo haya sido el emblema de la intervención del gobierno kirchnerista en el mercado de granos que plasmó un derrumbe del área sembrada hasta los peores niveles históricos al mismo tiempo que se afectó la relación de área sembrada con cereales y oleaginosas. “La campaña pasada fue casi 70-30, estimamos que para 2016/17 se equilibre más cerca de un 60% de oleaginosas y 40% de cereales”, dijo López.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires calcula que para 2016/17 se sembrarán 4,5 millones de hectáreas, contra 3,6 millones que se implantaron el año pasado (25% de aumento). Para Diego De la Puente, de Nóvitas, el incremento estaría más cerca del 20% “no tanto por el hectareaje que pueda aportar el sudeste y sudoeste porque allí también juega su partido la cebada, sino más al norte, aunque justo esas zonas son las complicadas por el agua”. Un poco más optimista, Gustavo López considera que puede estar más cerca del 30% (colocándose como el segundo cultivo que más crecería en área para 2016/17 después del girasol). Una recuperación importante, pero que todavía está lejos del área que supo tener el cereal hace diez años, cuando se implantaron entre 5 y 6 millones de hectáreas en cada campaña.
Mirando por el espejo retrovisor (la campaña anterior, un recuerdo reciente que muchas veces actúa como detonante de la siguiente) se ve una combinación de un alto nivel de stock y baja calidad que desmotivó la compra de los exportadores porque ya estaban cubiertos. “Hasta marzo, había 4,5 millones de toneladas declaradas para exportar de las cuales hay un 60% de baja calidad y un 40% de calidad media”, contó López. Y agregó: “La industria, en tanto, compró 1,5 millones de toneladas un número bajo pensando que el año pasado a esta altura ya tenían 2,5 Mt, esto quiere decir que también están estockeados”.
López analiza los números del Mercado a Término que marca un trigo disponible de 151 USD/t, que en mayo sube a 157, en julio a 160 y en septiembre a 163. “Esto marca que cuando se vayan agotando las existencias van a tener que salir a comprar y los precios se van a tonificar”, opinó López. Por supuesto que al analizar lo que paga el trigo enero 2017, cuando vuelve a entrar la cosecha (que sería en principio más abultada que esta), se vuelve a caer a 148 USD/t.
“Hoy, hay una diversidad de precios que oscila de 180 dólares para un trigo de calidad contra 151 de uno de baja calidad”, repasa López, para quien “el mercado tenderá afirmarse los meses sucesivos, porque va a entrar Brasil de lleno en las compras”. Hasta principios de abril Brasil embarcó 1,5 Mt pero pueden llegar a comprar hasta 4 Mt.
Para Eduardo De la Puente, de Nóvitas, “el mercado de trigo reaccionó poco quizás esperando a Brasil, porque si bien las ventas a Brasil de marzo fueron las más altas desde marzo de 2013 en la comparación interanual, la falta de calidad complicó las operaciones”.
Consultado sobre si la quita de retenciones y ROEs había acomodado el mercado, De la Puente es tajante: “El mercado de trigo todavía no se acomodó”. Y explicó una de las claves: “A diferencia del maíz para el cual los exportadores tienen 180 días entre la declaración de compra y el embarque, para el trigo originalmente eran 45 días, ahora 90 días y recién va a cambiar a 180 días para el caso del trigo nuevo, no para el disponible”. Esta situación impacta porque limita la capacidad de compra.
Para algunos productores, el trigo cosechado en diciembre/enero, devaluación mediante, también puede haber sido un negocio financiero en pesos. “Antes del cambio de gobierno vendía el trigo a 900 pesos por tonelada y hoy a 2100, entonces si tomó una línea de crédito productiva en un banco estatal a una tasa de 18-20% y está vendiendo el trigo al doble, evidentemente, el negocio es bueno”, apuntó De la Puente. En este contexto, se configura un escenario en el que el productor va vendiendo y los compradores no están muy necesitados de modo que no van a salir a pagar mucho. No obstante, De la Puente considera que a 8 meses para la cosecha nueva en algún momento van a tener que salir a competir exportadores y molinería.
Ya pensando en la 2016/17, el socio de Nóvitas contó que reciben muchas consultas respecto de qué hacer con la calidad. “Es un temazo, porque el grueso del trigo que exportamos va a Brasil que antes compraba cualquier calidad pero desde que empezó a comprar en Estados Unidos y Canadá buscan algo mejor”, explicó.
La gran duda que hay que zanjar en cada caso es con qué se es más rentable: si la caída de rendimiento se compensa bien con la calidad. Pero para eso hay que saber cuánto se va a pagar la calidad, porque si todos van por un trigo de 78 de PH y 10,5 de proteína la campaña que viene ¿Quién puede asegurar que el gap de diferencia va a ser como ahora de 180 dólares por tonelada para la calidad y 150 para el trigo cámara?
Un dato interesante que apunta De la Puente es que ya para la presente campaña los exportadores empezaron a pagar forward el trigo de calidad. “Es un avance porque los productores pudieron cubrirse previamente con ese plus que les daba apostar a la calidad”, dijo.
Como corolario, De la Puente opinó que la relación insumo producto de los fertilizantes nitrogenados es buena para buscar calidad. En definitiva, todos están haciendo cuentas.