Autor: Ing. Agr. (Esp.) Facundo Menta
A través de los avances tecnológicos que se dieron en los últimos años en materia de pulverización de fitosanitarios, hoy disponemos de un amplio abanico de herramientas técnicas para lograr aplicaciones de calidad. Al hablar de calidad, hablamos no solo de mitigar el impacto de cierta adversidad dentro del sistema agrícola adecuándonos a las dosis de marbetes de los productos, sino que también debiéramos referirnos al hecho de reducir al mínimo posible el impacto en el ambiente. El punto clave para acercarnos hacia dicho propósito, es asegurar la llegada de la gota a un objetivo propuesto de antemano.
El proceso de una correcta aplicación, parte de la base de contar con un equipo en condiciones, limpio y correctamente calibrado (aunque suene reiterativo). Continuará con el armado de la mezcla de fitosanitarios y acompañantes a nivel de tanque, siempre siguiendo el correcto orden de carga y evitando incompatibilidades. El paso siguiente será la fragmentación del caldo y liberación de gotas al ambiente para su viaje hacia el objetivo, lugar a donde se producirá el impacto y posterior deposición de la gota, para finalmente permitir el ingreso del activo que desencadene el efecto biológico buscado.
Al fragmentar el caldo, estamos liberando al ambiente una población de gotas de un tamaño y características determinadas. En su carrera hacia el objetivo, las gotas más finas (menores a 150 micrones), tendrán menor capacidad de supervivencia en el ambiente y mayor susceptibilidad a ser arrastradas por corrientes de viento; aunque con la ventaja de ser capaces de atravesar barreras vegetales o de rastrojo, además de poder lograr altos niveles de cobertura por superficie.
Por contrapartida, las gotas más gruesas (mayores a 350 micrones), si bien generarán niveles de cobertura menores y pueden endoderivar, tienen una vida media y estabilidad mayor, que agrandan sus chances de llegada al blanco.
Bajo este análisis, las condiciones climáticas durante una aplicación serán determinantes y jugarán un papel importante en la supervivencia de las gotas. Velocidad media del viento y sus rachas máximas, junto al Delta T (conjuga de manera práctica temperatura y humedad ambiental), deberían ser los principales parámetros a tener en cuenta para definir momentos adecuados de trabajo y/u orientar hacia el uso del coadyuvante correcto.
“Los diferentes componentes del botalón y su configuración, junto a la presión de trabajo y la velocidad de avance que se determine, terminarán por moldear la forma en que fragmentaremos el caldo”
Darán como resultado una población de gotas de diámetros determinados, que nos ayudarán en la tarea de esparcir pequeñas dosis de activos de manera homogénea sobre cierta superficie. De allí la importancia de generar el patrón y tamaño de gota adecuados para poder asegurar el correcto desempeño de los productos aplicados.
Conocer de antemano las características propias de los activos que se recetarán (sobre todo su nivel de sistemia), determinar de manera correcta el objetivo a mojar, como así también el marco ambiental sobre el que se desarrollará la aplicación, constituirán el triángulo a atender para poder configurar variables a conciencia.
El resultado de este análisis, debiera apuntar hacia regulaciones a nivel de técnicas de aplicación que busquen el mejor balance posible, que garantice nivel de cobertura suficiente en objetivo, mediante tamaños de gota lo más seguros posibles desde el punto de vista de la deriva.
Será la boquilla o punta de pulverización, la variable con más peso a la hora de determinar tamaños de gota. Por eso es fundamental conocerlas, entender el funcionamiento de las diferentes tecnologías que tenemos entre manos, para poder seleccionarlas con criterio y darles el uso adecuado según la situación.
La herramienta que nos ayudará en la tarea de evaluar la performance de las diferentes pastillas, es la tarjeta hidro-sensible. Estos rectángulos de color amarillo, normalmente con dimensiones de 26mm x 76mm y con alta reacción al contacto con agua, nos otorgan la posibilidad de medir niveles de cobertura, como así también diámetros de gota, entre otras variables claves. De este modo, podremos conocer el trabajo realizado en objetivo de acuerdo a la boquilla seleccionada y la técnica definida.
Figura 4 y 5. Datos promedios obtenidos de las variables DVM e Impactos/cm2 para cada formato de boquilla, simulando situación de barbecho, con tarjetas totalmente descubiertas. En todos los casos el caudal erogado fue de 76lts/ha, la presión de 3 bares, la velocidad de avance de 18 km/h y la distancia entre boquillas de 35cm. Condiciones climáticas a campo durante la prueba: Viento medio a razón de 4km/h, Delta T de 7,7°C. Menta F. 2021, datos sin publicar.
Medir el resultado de nuestras aplicaciones a través de las tarjetas, es la forma de poner números a los trabajos de pulverización, para orientar a la definición de técnicas que aseguren niveles de coberturas suficientes en objetivo, por medio de tamaños de gotas que disminuyan el riesgo potencial de deriva. La medición, como siempre, nos otorga luego la oportunidad de corregir y mejorar. Este será el punto de partida para acercarnos a la premisa de ser simultáneamente eficientes y sustentables en los tratamientos que realizamos dentro del sistema agrícola actual.