Por: Ing. Agr. Matías Cambareri. CPO Caburé –
Mientras toda la atención de los futboleros y también de los no futboleros está puesta en el desenlace de la copa mundial de fútbol, en el campo definimos otro mundial: “el mundial de las lluvias”. Un torneo difícil, que comenzó complicado (como nuestra selección) pero a diferencia del fútbol, por ahora sigue de la misma manera. El evento de “La Niña” que parece finalizar próximamente, dejó como resultado una pobre fina (al menos en los primeros datos de cosecha) asociada a las escasas precipitaciones y las heladas ocurridas. Además, se aceleró la senescencia de los cultivos debido a la ola de calor de las últimas semanas. Evento que llevó a generar aún más estrés en los cultivos de gruesa implantados y riesgos de incendios en momentos de cosecha.
El mundial de las lluvias, el mes de noviembre nos dejó precipitaciones por debajo de lo normal en prácticamente todo el litoral (hasta 100 mm menos) y dentro de lo normal (o apenas por encima, hasta 50 mm) en ciertos casos del sur de la Provincia de Buenos Aires, La Pampa y San Luis. Haciendo nuevamente analogía con nuestra selección de futbol, empezamos mal (las lluvias no llegaron en forma generalizada hasta después del 10 de noviembre) y luego repuntamos. Sin embargo y a diferencia del fútbol, las precipitaciones aún no logran ser de tal magnitud que permitan mejorar la condición de los cultivos de gruesa implantados (y en algunos casos, ocurrieron tarde para la fina).
Haciendo un poco de estadística con la red de estaciones meteorológicas de Caburé, se puede no solamente ver cómo varió la precipitación acumulada en el mes de noviembre en nuestro país, sino también observar los puntos de máxima y de mínima (Figura 1). Esta vez fue en la provincia de Buenos Aires (en Rojas) donde se dio el máximo valor de precipitación acumulado (235 mm). En la red, se recopiló que sólo el 2% de los puntos de medición (de aproximadamente 1000) tuvieron una precipitación acumulada menor a 5 mm y el 57% de los puntos tuvo una precipitación acumulada mayor a 50mm. En el mismo sitio, fue también donde se dio la mayor cantidad de días con precipitación superior a 10 mm (8 días), mientras que el valor más alto de precipitación acumulada en un día (alcanzando los 100 mm) ocurrió el 30 de noviembre en el partido de General Pueyrredón, en el sudeste de la Provincia de Buenos Aires.
El nivel de sequía asociado a la escasez de precipitaciones de los últimos 3 meses (entre septiembre y diciembre) es considerado como “sequía excepcional” en gran parte del este de la Provincia de Buenos Aires y algunas áreas de Entre Ríos, Corrientes y Chaco (Figura 2), según el SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica), significando precipitaciones muy por debajo de los valores normales para ese período de análisis. La sequía que el SISSA describe en términos de escasez de precipitaciones, se manifiesta de manera más evidente en el reservorio inmediato de agua del que disponen los cultivos: el agua en el suelo. Si bien las precipitaciones de noviembre hicieron que los niveles de agua en el suelo en los primeros centímetros de suelo sean regulares a buenos en gran parte de la región pampeana durante algunos días, rápidamente esta condición cambió y los niveles de agua en la capa arable del suelo pasaron a ser muy bajos (Figura 3) debido al incremento de la evapotranspiración de las últimas semanas (aumento de temperaturas, y en algunos casos con intensidad marcada de viento).
Asimismo, en el primer metro de profundidad donde se encuentra el agua que no está fácilmente sujeta a la evaporación directa, los niveles de agua en el suelo continúan siendo insuficientes en prácticamente todo el país (exceptuando algunos lugares puntuales en el este de Buenos Aires y Misiones), significando limitaciones hídricas para el normal crecimiento y desarrollo de cultivos (menos del 50% de AU; Figura 4).Es evidente el estrés que están sufriendo los cultivos de gruesa implantados y la escasa humedad en el suelo disponible para la siembra de cultivos tardíos o de segunda.
A diferencia del futbol, donde sólo contamos con análisis del pasado para saber cómo va a desarrollarse un partido, en la agrometeorología contamos con una herramienta extra: los pronósticos a largo plazo, que junto a la “foto” de la condición actual de agua en el suelo permitirá realizar un correcto análisis de cómo se desarrollará el partido del agro.
Como la evolución del nivel de agua en el suelo puede ser estimada a partir de un balance entre la “demanda” (de la atmósfera o del cultivo una vez implantado) y la “oferta” de agua (precipitaciones), conociendo cuál es la tendencia a largo plazo (más allá de los 30 días) de las variables determinantes, puede predecirse de forma aproximada su comportamiento.
Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada en parte por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses. El pronóstico trimestral del SMN para el próximo trimestre (meses de diciembre-enero-febrero) indica (i) mayor probabilidad (40-50%) de tener temperatura media por encima de lo normal en toda la zona central y el sudoeste del país y (ii) mayor probabilidad de tener valores normales de temperatura en el resto del área (Figura 5). Esto significa que donde tenemos mayor probabilidad de tener temperatura media por encima de lo normal, la temperatura media del trimestre mencionado sería al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 6.
Como gran parte de la demanda atmosférica está asociada a la temperatura, es esperable que la pérdida de agua desde el suelo (o desde los cultivos), sea mayor a lo normal donde se espere mayor probabilidad de temperatura media por encima de lo normal.
Por otro lado las precipitaciones acumuladas en el trimestre diciembre-enero-febrero, tienen mayor probabilidad de ser (i) inferiores a lo normal (40-50%) en la región norte, centro, Litoral, Buenos Aires y el oeste y sur de Patagonia; (ii) superior a lo normal (40-45%) sobre gran parte del NOA y Cuyo y (iii) normal (>=40%) en el resto del país (Figura 7). Es decir que se esperan menos de 300 a 250 mm en la zona norte de la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo y menos de 250 a 200 mm en el este de la misma Provincia (Figura 8). Nuevamente en estas regiones, el balance hídrico atmosférico tendería a ser negativo (mayor demanda y precipitaciones iguales o por debajo de lo normal) y habría mayor pérdida de humedad del suelo (mediante evaporación o a través de los cultivos), impactando en los niveles de agua en el suelo, dando como resultado limitaciones en el normal crecimiento y desarrollo inicial de los cultivos de gruesa.
También esta falta de humedad y elevadas temperaturas puede desencadenar en efectos negativos en los cultivos a cosechar (incendios!), por lo que recomiendo seguir de cerca el índice de peligrosidad de incendios en cultivos y cosechadoras elaborado por Caburé.
Además, la actualización del fenómeno ENSO (El Niño South Oscilation) que en gran parte de nuestro territorio tiene un impacto negativo sobre las precipitaciones, se mantiene con la tendencia a pasar a una condición neutral del evento próximamente. La probabilidad que en el próximo trimestre (diciembre-enero-febrero) se mantenga la fase fría del evento (“La Niña”) es mayor al 70% y se mantendría por encima del 50% hasta el trimestre febrero-marzo-abril (Figura 9), momento en el que finalmente nos desharíamos de la tan angustiante condición en la que nos encontramos.
En resumen
La condición del fenómeno ENSO y los pronósticos trimestrales indican menores precipitaciones y en un ambiente progresivamente más seco durante esta campaña de gruesa. Sin embargo, utilizar la agrometeorología como herramienta y otras estrategias de manejo y cultivo que permitan maximizar el uso del agua bajo la condición actual puede significar una ventaja en la economía del recurso hídrico, pensando en posibles eventos puntuales de precipitación. Como siempre recomiendo, hacer monitoreo de las condiciones actuales, analizar los pronósticos (a mediano y corto plazo) y recopilar DATOS para la construcción de estadísticas, que ayuden a tomar mejores decisiones. El mundial de las lluvias es largo, ojalá podamos ganarlo aunque sea, utilizando estos recursos!
Este artículo muestra un pantallazo general de lo que puede ocurrir y debe seguir ajustándose a medida que la campaña avance, contando con mayor certeza en los indicadores. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica por lo que estemos atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días). La atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.