Era martes 16 de septiembre, la primavera se asomaba y Juanca ya estaba de regreso luego de su viaje a Europa. La cita para este Quincho by Kioti era en el lugar de siempre: Barreto, en la Rural de Palermo.
Llegué a eso de las 20:10 y ya había algunos invitados que habían intercambiado unas palabras.
Por Juan Alaise – Lic. en Ciencias de la Comunicación
Conversamos unos minutos al costado de la mesa hasta que todos estuvimos presentes y nos ubicamos en nuestros lugares. La idea era que Juanca y Melo se sentaran en el centro y yo en una punta, para poder tener buena vista y captar todo.
Algo que me sigue resultando llamativo —no solo de este Quincho, sino de todos los anteriores— es que siempre se menciona la época de pandemia. Se recuerda lo positivo que fue el Quincho virtual, un espacio de profunda conexión en tiempos donde estuvimos alejados y resguardados. Entre risas aparecieron anécdotas como la del surfer y algún tano en Expoagro que generó revuelo.
Mientras nos servían la entrada y algunos reclamaban los clásicos embutidos de Suipacha y Junín, dimos lugar a la primera dinámica del Quincho: las presentaciones. La consigna: “menos LinkedIn, más Instagram”.
Anfitriones y presentaciones
El primero en hablar fue Juan Carlos Grasa, quien comentó su reciente cumpleaños número 63, celebrado el 11 de septiembre. Mencionó a su esposa Vero y a sus tres hijos —Alfonso, María Luz y Ramiro—. Nacido en Lobos pero palermitano, hincha de River y con más de 20 años al frente de la revista Horizonte A. Para mi sorpresa, no mencionó al golf.
Llegó mi turno de presentarme. Conté que, al igual que Juanca, también cumplí años el 11 de septiembre, lo que generó asombro y risas en la mesa. Aclaré que no eran 63 sino 26. Me definí como un juninense-palermitano, lo que a veces me juega en contra con la pronunciación de alguna “s”. Agregué lo cómodo que me siento en el ambiente de Horizonte, “esquivando los chupines”.
Después fue el turno de Juan Martín Melo. Nacido en Suipacha, a los 18 años vino a Capital a estudiar periodismo, donde se recibió en 1994 en el Círculo de la Prensa. En 2002 volvió a su ciudad para trabajar, hasta que en 2007 se sumó al Canal Rural. De ahí pasó a Radio Mitre y siguió creciendo en su carrera. Está casado con Elizabeth desde hace 7 años, tiene cuatro hijos del corazón y pronto será abuelo del mismo modo. Fanático del tenis, compartió que uno de los días más felices de su vida fue en Zagreb, Croacia, durante la final de la Copa Davis, donde se cruzó con el siguiente invitado de nuestra mesa.

Invitados
Soledad Ruvira, gerente de Comunicación y Marketing de la Asociación de Cooperativas Argentinas. Madre de dos adolescentes —una de ellas estudiante de arquitectura—, contó que ser la hermana mayor le marcó el carácter: de chica recibía de sus hermanos varones le hacían un poco de bullying, algo que, le dio herramientas para trabajar hoy en ACA rodeada de hombres y sentirse cómoda. Está casada con Martín desde hace 22 años, aunque reconoce que al principio pensó que iba a ser “algo de pocos días”. Vive en Vicente López, cerca de su familia, y está feliz porque su hermana menor será madre de una nena.
La presentación de Juan Manuel “Rifle” Varela comenzó con una frase de su madre: “Yo que pensé tanto tu nombre, me dicen la mamá del Rifle”. Periodista deportivo, amante del automovilismo como su padre, su apodo viene de su pasantía en Artear, donde todos lo bautizaron “Rifle”. Con humor admite que hasta su verdadero nombre quedó en segundo plano, salvo para su madre, que lo sigue llamando como lo eligió. Nacido en septiembre, de libra, está por cumplir 46 años. Es padre de una hija capricorniana de 5 años y 2 meses.
Recordó cómo descubrió su vocación: en la primaria le pidieron un dibujo de lo que quería ser de grande. Sin saber dibujar, copió a un compañero que había hecho un muñeco con micrófono. Él lo replicó, pero con la camiseta de Independiente. Desde entonces supo lo que quería ser. Entre sus anécdotas, mencionó que nunca pudo registrar su apodo en Google porque la palabra “rifle” es censurada. También confesó algunas cábalas para que al rojo no le hicieran goles, como aquella vez que tuvo el arco en cero todo un campeonato.
Luego fue el turno de Marcelo Mc Grech, ex presidente de Maizar, consultor y especialista en finanzas y agronegocios. Nació un 11 de diciembre en San Lorenzo, Santa Fe, y es ingeniero en Producción Agropecuaria. Entró a trabajar en un banco con la idea de quedarse dos años para aprender de finanzas, pero terminó permaneciendo 27.
Está casado con María hace 32 años y es padre de cuatro varones, lo que resume como “facilísimo”. En su casa siempre se habla de deportes: cambia el tamaño y la forma de la pelota, pero la pelota siempre está.
Marcelo estuvo vinculado al sector agropecuario desde su familia y por gusto personal. Confiesa que le encanta viajar y el arte, pero qué eligió dedicarse a las finanzas porque “había que laburar”. Actualmente es consultor de empresas y participa en algunos directorios.

Con firmeza, repite que está cansado de que se hable del “sector agropecuario”, porque ese concepto —según él— pone una barrera de entrada. “Somos lejos el país más eficiente del mundo y envidio a los americanos el amor y cariño que tienen por el farmer. Voy a insistir hasta el día de mi muerte para romper esa barrera que provoca el concepto de sector”.
Su pasión es la Patagonia, especialmente Junín de los Andes, donde intenta pasar una semana por mes trabajando de manera remota. En sus tiempos libres le gusta cortar leña con su hacha, pasar tiempo con sus caballos y disfrutar de la pesca.
Por último, llegó la presentación de Juan Giustetti, CEO de Redekop Latam y miembro del directorio del Grupo GR. Tiene 45 años, es de Capital, aunque toda su familia es de San Francisco, Córdoba, donde pasó mucho tiempo de chico en el tambo, “donde desafiaban al porteñito”.
Juan es papá de Benja, de 13 años, con quien comparte fines de semana de fútbol y rugby. Dice que su vida está marcada por la rutina laboral en la semana y el trabajo de papá los sábados y domingos. Se autodefine como un “papá cool” porque siempre carga en su auto a los amigos de su hijo. La mesa coincidió en que está atravesando una linda etapa, aunque con humor le recordaron que después se viene lo más desafiante.
Es el menor de tres hermanos. Trabajó varios años en Iveco y luego pasó a New Holland. Al igual que Marcelo, sostiene que no se siente parte del “agro como sector cerrado”, sino de algo mucho más amplio. En cuanto a apodos, le dicen “Oso”, aunque en lo laboral y familiar lo llaman siempre por su nombre.
Cena y tertulia
Mientras el personal retiraba los cubiertos y platos de la entrada y volvía a llenar las copas con el fino vino de Bodega Antigal, el Rifle compartió algunas anécdotas que —aunque sería poco serio relatar en esta nota— mantuvieron a toda la mesa atenta y enganchada en un relato digno de prime time.
Con la llegada de las ensaladas y el asado, la conversación giró hacia la conectividad y la tecnología, el “querer todo ya” y el rol de los medios masivos de comunicación. También se habló del enorme potencial del país y de la variedad de opciones de inversión disponibles.
Otro de los temas fue la vejez y los complejos de vivienda compartida para adultos mayores. Más de uno confesó que le gustaría en un futuro vivir en un lugar así, rodeado de amistades y disfrutando esa etapa de la vida.
Ese debate derivó en una comparación sobre los sistemas de salud: el argentino frente al de otros países. Si bien no se definió cuál era mejor, quedó claro que cada modelo tiene sus propias luces y sombras.
Para cerrar la ronda, alguien dejó una reflexión simple pero potente: lo lindo de celebrar un cumpleaños es celebrar la vida.
Dinámica de Quincho: elegir una imagen que te identifica
En este momento cada invitado elige una de las imágenes disponibles y explica por qué se siente reflejado en ella.
El primero en participar fue Juan Giustetti, quien eligió una imagen de un grupo de jóvenes llegando a la cima de una montaña. Contó que se identifica con esa escena porque está en una etapa de su vida en la que dejó lo corporativo para abrirse a nuevos proyectos. Interpretó la imagen como los distintos estadios de la vida: subir la cuesta, ayudar a otros a llegar, levantar a quienes lo necesitan y dar oportunidades, tal como él mismo recibió. Dijo que hoy puede celebrar lo alcanzado, porque atravesó cada uno de esos pasos previamente.

Luego fue el turno de Marcelo Mc Grech, quien sorprendió al elegir tres imágenes. La primera, la de una persona leyendo en soledad, donde reflejó la importancia del aprendizaje continuo y de mantener siempre la cultura de seguir estudiando. La segunda fue la de un grupo de trabajo en ronda: ahí encontró el desafío y la comunidad, vinculándolo con el espíritu social del argentino que se describe en el Martín Fierro, el “argentino buen tipo”. Finalmente, escogió la imagen de una persona sentada mirando el horizonte: para Marcelo, simboliza la paz interior frente a lo logrado, aún sabiendo que el horizonte siempre queda lejos.
El siguiente fue Juan Manuel “Rifle” Varela, que eligió un nido y le dio una interpretación novedosa para quienes solemos estar en estos Quinchos. Dijo que la imagen le remite a su pasión por inventar y crear, lo que lo motiva en la vida. Reconoció que en medio de la vorágine diaria muchas veces cuesta disfrutar del proceso, y destacó la importancia de escuchar a la naturaleza, “porque ahí están todas las respuestas”. Para él, el nido representa la creación final, fruto de haber juntado ramita por ramita hasta construir algo sólido en el presente, que luego se consolida hacia el futuro.
La última en participar fue Soledad Ruvira, quien eligió dos imágenes. La primera, la de un grupo de trabajo abrazado, donde vio reflejada la comunidad y la familia: “la vida siempre es con otros”, destacó, y recordó que en ACA encuentra todos los días ese costado humano que la motiva a trabajar. La segunda fue la de una mujer leyendo un libro. Soledad explicó que se reconoce como una persona intensa y que, a través de la lectura, encuentra un espacio para detenerse, recalcular y elegir con calma.
Cierre del encuentro
Entre café de por medio, la noche fue llegando a su fin. La charla fluyó con naturalidad, entre risas, anécdotas y una gran apertura de parte de todos los invitados, que se animaron a mostrarse más allá de lo profesional.
Al cierre, cada uno se llevó un pequeño presente como recuerdo de un encuentro que, más que una cena, fue una verdadera experiencia de conexión genuina.
Agradecemos a todos los invitados por ser parte de esta velada única.
Hasta el próximo Quincho, by Kioti!