El escenario actual de los sistemas de producción en argentina, nos plantea un gran desafío. El desafío de ser rentables y sustentables.
La respuesta puede ser simple o compleja. Obviamente la simple es ser eficiente en el proceso de producción, y para esto es indudable que debemos tener una buena estrategia de manejo para cada proceso. Se complejiza cuando empezamos a pensar en todas las variables que hoy los sistemas de producción nos plantean, para poder armar una buena estrategia de manejo eficiente y profesional.
Una variable que venimos acarreando de años anteriores, es el clima, que nos modifican el escenario y muchas veces gobierna los momentos de intervención de las actividades a campo. Esto provoca constantes ajustes a la estrategia planteada, donde el más adaptado a los cambios, es el que obtiene los mejores resultados.
Otra variable son las malezas, que representan un factor importantísimo dentro del esquema de costos e inversión por hectárea. Hoy una de las mayores amenazas a los sistemas de producción que quieran ser rentables y eficientes. Las malezas resistentes ya abarcan el 95% de la superficie agrícola y casi en el 50% de esta superficie afectada por malezas resistentes, interactúan más de una maleza resistentes en el mismo espacio. Ver datos encuesta en cuadro adjunto (foto cuadro). Las malezas compiten por recursos con los cultivos, afectando principalmente la implantación y desempeño de los mismos, y por ende, incidiendo directamente en el rinde por hectárea. Por otro lado, inciden directamente en la inversión por hectárea, elevando los costos en herbicidas y otras prácticas para mitigar este problema.
Los herbicidas no son la única solución a este problema.
Si queremos que los herbicidas sean eficientes, debemos manejarlos como una herramienta más dentro del sistema y como aliado dentro de una estrategia de manejo de malezas; que involucre también otras prácticas como la planificación de la secuencia de herbicidas, la inclusión de los cultivos de cobertura y/o cultivos de servicios, rotación de modos de acción y rotación de cultivos, el manejo de la estructura de los cultivos a través de las fechas de siembra y el espaciamiento entre hileras, etc. todas estas prácticas favorecen al manejo eficiente y eficaz de las malezas.
Un punto importante, es el USO de estos herbicidas. La profesionalización del proceso lleva de la mano, una correcta elección del herbicida y la decisión de recomendación y momento de uso. La manera más eficiente de manejar a la mayoría de las malezas es a través de herbicidas residuales que previenen la instalación de las malezas en el lote. Pero el uso eficiente es un poco más específico. En primera instancia es necesario conocer el ambiente, el tipo de suelo y la dinámica con que cada herbicida interactúa con el suelo. También conocer la dinámica de las malezas, para posicionar los herbicidas coincidiendo con los picos de germinación previniendo la proliferación y establecimiento de estas malezas. La residualidad de los herbicidas para armar la mejor secuencia de herbicidas y los riesgos de fitotoxicidad que cada uno puede producir en la secuencia de cultivos. A qué familia de herbicidas corresponde cada uno para no utilizar de manera frecuente la misma familia. Como estos herbicidas traspasan los rastrojos, si consideramos utilizar cultivos de cobertura y/o secuencias de cultivos de rastrojo voluminoso.
Una práctica común en lotes complicados es la metodología de solapamiento de herbicidas residuales, que permite mantener los lotes libres de competencia de malezas durante un periodo continuado por la superposición de herbicidas residuales. Esta práctica tiene la premisa de colocar un herbicida residual, y antes de que se termine la residualidad del mismo poner otro herbicida residual de otro modo de acción para continuar con el control herbicida por más tiempo. (Ver cuadro ejemplo)
Actualidad
La industria está haciendo foco, es en la formulación de herbicidas que contengan más de un modo de acción en su composición, porque entiende que existe una mayor eficacia y persistencia de los mismos cuando utilizamos en una misma aplicación dos modos de acción que actúen con eficacia sobre la misma maleza. Otro punto importante y cada vez más relevante es la formulación de estos herbicidas. Debido a que a través de una buena formulación podemos evitar riesgos de incompatibilidades de tanque y mala dispersión o cobertura del herbicida a campo.
Hoy en día, la mayoría de los problemas y fallas a campo de los herbicidas esta dado por incompatibilidades de los productos en el tanque, porque es muy difícil de comprender la interacción química que se produce en un tanque cuando mezclamos arbitrariamente varios activos. Y no nos podemos dar el lujo de errar en una aplicación de 40 dólares, porque los márgenes están muy justos. De manera que un producto bien formulado, que minimice el riesgo de equivocarnos y que mantenga la eficiencia a campo de cómo fue pensado, es fundamental en un sistema que apunta a ser eficiente y rentable.
Buenas prácticas agrícolas
Nunca hay que olvidar las Buenas prácticas agrícolas que atraviesan todo el sistema de producción y nuestra responsabilidad como productores de alimentos y/o subproductos para el sector alimenticio. Esta responsabilidad nos encamina dentro de un manejo responsable de agroquímicos en todos sus aspectos, desde la producción de los mismos, pasando por la recomendación y aplicación de estos, hasta la disposición final de los envases.
En definitiva, y recorriendo el camino inverso, una buena estrategia de manejo de malezas nos ayuda a ser más eficientes técnica y económicamente, aporta a que el proceso de producción sea rentable y de alguna manera sustentable económicamente y productivamente.