Por: Lic. Cecilia Vignau – Lic. en Administración Agropecuaria
No existe una definición de Mujer Rural, ni en el diccionario ni en Wikipedia. Uno no puede simplemente poner las palabras en Google y encontrar una lista de cualidades y características que nos definan. Así somos: “indefinibles”.
Es que el concepto de Mujer Rural ha tenido que correrse desde la simplificación de agrupar únicamente a las mujeres campesinas o agricultoras familiares a uno mucho más amplio e inclusivo. Hoy la mujer rural es partícipe fundamental de todo el sistema agroalimentario: Ingenieras; veterinarias; contratistas; empleadas o profesionales independientes; trabajadoras no remuneradas; administradoras; productoras; empresarias; docentes; dirigentes y periodistas. La nueva Mujer Rural es un agente de cambio, un sujeto múltiple y diverso, heterogéneo y altamente complejo. Un imaginario colectivo, una multiplicidad de actores iguales pero diferenciados por la raza, etnia, religión, clase social y ubicación geográfica. Un grupo muy amplio de mujeres que colaboran e interactúan de manera casi invisible. Un grupo diverso de mujeres que se incentivan, acompañan y apoyan en busca de objetivos comunes, que entendieron que ser distintas era su mayor fortaleza. Es en la diversidad donde la Mujer Rural argentina encontró su nueva imagen y es desde ese lugar donde impulsa su visibilidad. La exige, como si fuera su derecho inalienable. Y de verdad que lo es!.
Visibilizarnos es empoderarnos… ¿Pero empoderarse para qué? Pues para pelear por nuestros derechos, ni más ni menos. Porque aunque parezca arcaico, en Argentina las Mujeres Rurales siguen viendo vulnerados sus derechos, desde la necesidad del consentimiento del varón para acceder al crédito, pasando por todas las formas posibles de discriminación laboral y educativa, hasta la violencia familiar.
Todas estas cuestiones no nos son ajenas, pasan acá en nuestro país en igual o menor medida que en otras regiones del mundo. Y las Mujeres Rurales bregan por una Argentina inclusiva, federal con producción y trabajo para todos. Un enorme laburo se han puesto al hombro. Será sencillo? Por supuesto que no. Agallas no les faltan.
Brechas que son abismos
El Día Internacional de las Mujeres Rurales fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 2007. Se sugirió que fuera el 15 de octubre, un día antes del Día Mundial de la Alimentación debido a la estrecha relación que existe entre la agricultura familiar y la mejora de la nutrición como forma de combatir el hambre. Tiene por objeto el reconocimiento al papel decisivo de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.
En efecto, las Mujeres Rurales son una cuarta parte de la población mundial y representan el 43% de los puestos de trabajo en las cadenas de producción de alimentos de los países más desfavorecidos. En los países en desarrollo, las mujeres representan el 45% de la mano de obra agrícola: desde un 20% en América Latina hasta el 70% en algunas zonas de África y Asia.
“Según datos de la CEPAL, en América Latina y el Caribe 58 millones de mujeres viven en zonas rurales y suelen trabajar entre 12-13 horas más que los hombres por semana”
Sólo un 30% de ellas posee tierras agrícolas y apenas el 5% tiene acceso a la asistencia técnica. Al no ser dueñas de la tierra que trabajan ni de otros bienes inmuebles, en la mayoría de los países ven limitado su acceso al crédito por no contar con las garantías tradicionales requeridas.
En la región, más del 52% de las Mujeres Rurales mayores de 15 años son consideradas económicamente “inactivas”, lo cual de ninguna manera quiere decir que no trabajan, sino que figuran en las estadísticas como carentes de ingresos propios. Las mujeres reinvierten hasta el 90% de sus ganancias en sus hogares, dinero que se destina a nutrición, alimentos, atención médica, escuela y actividades generadoras de ingresos.
En general, las expectativas que la cultura patriarcal le asigna a las mujeres, continúan limitando su acceso a los recursos productivos; capacitación; seguridad social y mayor poder de decisión en la vida de sus comunidades para que las brechas de género se reduzcan y desaparezcan.
Estadísticas Alarmantes
Las Mujeres Rurales son agentes clave para conseguir los cambios económicos, ambientales y sociales necesarios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. Parece fácil, pero no lo es…
Si tenemos en cuenta que más del 75% de la población que vive en condiciones de extrema pobreza lo hace en las zonas rurales, garantizar el acceso de las mujeres al sistema productivo en igualdad de condiciones que los hombres es una premisa indispensable para reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre. Sin embargo, un número importante de Mujeres Rurales en todo el mundo siguen sufriendo los efectos de la discriminación y subordinación derivadas de su condición de género.
El incremento en la participación de las mujeres en la agricultura familiar no ha ido de la mano con una redistribución equitativa del trabajo reproductivo y las tareas de cuidado. Resultado de la división sexual del trabajo, a la desvalorización e invisibilización de su trabajo productivo, la mujer rural debe agregar la recarga de trabajo producto de alimentar y cuidar a sus familias en entornos con mínimas infraestructuras sanitarias, de agua potable y electrificación. Solo por citar un ejemplo, las mujeres de África Subsahariana dedican unos 40 millones de horas al año a la recolección de agua.
La situación de pobreza que atraviesan algunas jefas de hogar se ve acentuada por la falta de educación que a su vez, incide negativamente en la calidad de trabajos y recursos productivos a los que pueden acceder. Casi el 70% de las mujeres empleadas en Asia Meridional trabajan en agricultura, fundamentalmente en empleos de menor duración, más precarios y menos seguros que los de sus pares en áreas urbanas.
En muchas partes del mundo, la educación de las niñas se considera menos importante que la de los varones. En Camboya por ejemplo, el 48% de las mujeres rurales son analfabetas, frente a sólo el 14% de los hombres.
La concientización del papel vital que juegan las Mujeres Rurales en la sociedad requerirá de más y mejores indicadores que nos permitan medir las dificultades a las que se enfrentan. Estadísticas que nos permitan diseñar políticas públicas que se reflejen en acciones que contribuyan de manera eficaz y sostenible a transformar sus condiciones de vida, lo que contribuirá al desarrollo social y económico de los países menos desarrollados.
Lucha Eterna
En Argentina, el 50% de la población rural está representado por mujeres que cultivan la tierra y cuidan los animales que abrigan y alimentan a pueblos enteros. Ellas son tamberas, apicultoras, ganaderas, agricultoras, laneras, artesanas, técnicas, amas de casa, profesionales, que trabajan día a día por el desarrollo de sus comunidades y por un mayor acceso a sus derechos sobre la tierra, la educación y el trabajo
“La Mujer Rural 2.0 es una mujer que trabaja, produce, siente, sueña, proyecta y vive el campo argentino. Lo vive desde el lote o desde una oficina”
Lo siente en la cara cuando sopla el viento y en las entrañas cuando algo la emociona. Lo sueña y lo proyecta, para ella y para sus hijos. Y lo lucha, vaya si lo hace… a través de históricas demandas como el acceso al crédito y a la conectividad, el derecho a la tierra, el acceso al agua potable, la educación y los derechos laborales.
Nos cansamos de leer que hay que empoderar a la Mujer Rural, ¿pero… no será una frase hecha?
Si hay una mina que esta empoderada, que es fuerte, perseverante y poderosa es justamente la Mujer Rural. En el marco de los Premios Lía Encalada, que Mujeres Rurales Argentinas entregará en el mes de marzo de 2022, tuve la dicha de entrevistar a algunas de las más de 100 postuladas y conocer historias de vida maravillosas. Puedo afirmar sin lugar a dudas que todas las que nos embarcamos en semejante tarea fuimos tocadas de alguna manera por estas mujeres que se han enfrentado a todo y a todos. Que han salido adelante de adversidades de todo tipo y color. Que no se han rendido ni en los días más oscuros. Que son un ejemplo de fortaleza inimaginable.
Donde hay una Mujer Rural, hay una historia de lucha detrás. “Nadie nos regalará nada”, es una frase de Julieta Lanteri que tiene 100 años pero sigue vigente como si hubiera marcado nuestro destino. Un hilo rojo que nos une y nos conecta, nos impulsa a ser nuestra mejor versión.
Sigamos unidas, sigamos luchando por un mundo mejor para nuestras hijas. Feliz día!