Las lecciones del default

Todavía no se termina la negociación para ver cómo se cumple con el fallo de los Tribunales de Nueva York, pero suponemos todos que no caeremos en un nuevo default. No obstante, nuestra relación con la deuda debería servirnos para aprender algunas importantes lecciones a futuro. Argentina es un país que ya acumula varios defaults […]
agosto 1, 2014

Todavía no se termina la negociación para ver cómo se cumple con el fallo de los Tribunales de Nueva York, pero suponemos todos que no caeremos en un nuevo default.
No obstante, nuestra relación con la deuda debería servirnos para aprender algunas importantes lecciones a futuro.
Argentina es un país que ya acumula varios defaults en su historia y pareciera que no tiene la misma cantidad de lecciones aprendidas. Caer en default no es una situación anormal y puede pasarle a cualquiera.
De hecho, cuando se contrae una deuda es siempre para realizar alguna actividad económica que, como involucra un determinado tiempo de ejecución, puede salir bien o mal.
A un país le sucede lo mismo. A lo largo de la historia, la gran mayoría de los países han entrado en defaults y han debido refinanciar sus deudas. No es nada para festejar, pero tampoco es algo inusual. Lo importante es, tanto como individuos y como países, que sepamos aprender lecciones de esas situaciones para no volver a repetirlas.
Lo más asombroso en Argentina es que como la responsabilidad de la deuda nunca es de los argentinos, sino de los gobernantes anteriores o de las corporaciones (que ya todos sabemos no son argentinos), dicha deuda simboliza al mal en sí mismo. Por lo tanto, del endeudamiento del Estado no existe ninguna responsabilidad social.
Es culpa de otros la deuda que tenemos como país, entre ellos, del que se aprovechó y nos prestó el dinero para dominarnos. Por lo tanto, no pagarla sería lo moralmente correcto.
Como el pueblo argentino solo resulta víctima de lo que le sucede y nunca es responsable, no habría muchas lecciones que aprender.

La argentinidad al palo

Es interesante cómo en el mercado financiero, seas pro, k o anti k, todos apuestan a que el gobierno conseguirá más endeudamiento para poder zafar y llegar a las próximas elecciones sin ningún ajuste macroeconómico mayor.
También se respira cierto consenso acerca de que el gobierno que venga, contará con tal shock de confianza que entrarán miles de millones de dólares de capitales a la Argentina, evitando así le necesidad de hacer algún ajuste fiscal o monetario. Un escenario donde Argentina vuelva a endeudarse y también vuelva a crecer.
Este pensamiento mágico que Argentina se puede endeudar a cualquier tasa de interés y a cualquier plazo, y que eso es mucho mejor para la economía que tratar de ordenar los problemas internos, es un pensamiento muy generalizado en las clases dirigentes políticas y empresariales.
La argentinidad consiste en endeudarse para no ordenarse y no ordenarse para luego endeudarse.
Es que todos somos cortoplacistas y sabemos que si el país se puede endeudar hoy, lo podremos disfrutar nosotros, y quedará para años futuros los pagos de los intereses que vendrán o del default.
Porque no parece importar si el país vuelve a caer en default, sino cual será el gobierno en que eso ocurra. Si lo hace el que viene no es problema del anterior, porque recordemos que la deuda se adquirió –siempre- por culpa de otros.

Pagar y después

Así estamos en el diálogo del consenso en estos días. Esperando que el gobierno logre colocar unos 5.000 o 6.000 millones de dólares más que nos permitan a los argentinos mantener -y no ya solucionar- los desequilibrios macroeconómicos actuales. Y de paso tener instrumentos financieros que nos ofrezcan una rentabilidad de 10% anual en dólares.
No está nada mal como proyecto de país. Endeudarse para seguir profundizando los problemas y no para darles una respuesta, ya que nadie es responsable de las consecuencias negativas de las decisiones de hoy. Porque nunca se es responsable, siempre se es víctima.
​Seguramente de seguir pensando y actuando así, es que tomaremos nueva deuda para que volvamos a ser víctimas en un futuro de la decisión de los argentinos de hoy,  pero tranquilos, que será por culpa de otros.

 

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