LOS CABAÑEROS DEL FUTURO

Por Mercedes Colombres Aprendieron a gatear en pasillos de exposiciones. Se foguearon desde chicos ayudando a sus padres en sus cabañas con escobas y cepillos para poner en condiciones la “fila” de Palermo. Luciana Blanco Villegas y Francisco “Pancho” Gutiérrez son representantes de la nueva generación de cabañeros que se está gestando, la de “los […]
octubre 2, 2014

Por Mercedes Colombres

Aprendieron a gatear en pasillos de exposiciones. Se foguearon desde chicos ayudando a sus padres en sus cabañas con escobas y cepillos para poner en condiciones la “fila” de Palermo. Luciana Blanco Villegas y Francisco “Pancho” Gutiérrez son representantes de la nueva generación de cabañeros que se está gestando, la de “los campeones del futuro”.

Luciana Blanco Villegas tiene 23 años, y tuvo en este Palermo varias circunstancias especiales: la ausencia de su papá, el mítico industrial Jorge Blanco Villegas, y la obtención de la Gran Campeona Hembra, un sueño que su padre había acariciado por largos años.  Luciana se siente tan identificada con la cabaña familiar, Huaca Curú, que cuando falleció su padre abandonó las carreras de Economía e Historia en la UBA, para apostar a pleno a las actividades de la familia, entre ellas la cabaña.

“Este es nuestro cuarto año en Palermo. El primer año que vinimos también fue el primer año que comencé a trabajar en la empresa familiar, así que venía a Palermo pero no estaba tan metida en lo operativo”, rememora la joven. “A partir del segundo año fue que me comenzó a entusiasmar la cabaña, y desde entonces comencé realmente a trabajar en partes de lo que hace a la actividad en sí”, se entusiasma la joven. Hoy por hoy, Luciana cree que siempre su trabajo y su vida van a estar vinculadas al campo. “Desde chica fue una gran parte de mi vida. Mi papá todos los viernes esperaba a que saliera del colegio e íbamos al campo hasta el domingo. Ya es una tradición que me gustaría  continuar”, dice la joven.

Además del trabajo de la cabaña, cada Palermo le ofrece a Luciana la posibilidad de relacionarse con gente que “está en la misma” que ella. “Una de las cosas que más me gusta de la Rural es poder llegar a conocer chicos y chicas que, así como yo, se encontraron con la difícil tarea de trabajar en el campo y de continuar la tradición familiar al seguir con este tipo de negocio”, señaló Luciana.

Por su parte, Francisco Gutiérrez (h), alias Pancho, tiene 17 años y está en el último año de la secundaria. Planea estudiar ingeniería industrial, pero está seguro que el campo va a ser parte importante de su futuro.

Pancho tiene en su sangre los genes de los fundadores de una auténtica “fábrica de campeones”, Cabaña Tres Marías. Es que su abuelo, Horacio F. Gutiérrez, ostenta el récord de 21 grandes campeones en Palermo, un hito en la historia de la exposición.

Pancho cuenta que fue a Palermo desde que nació. “Todos los años desde que recuerdo voy a apoyar y a ayudar a la cabaña de mi abuelo. Este año es la primera vez que llevé un animal propio, pero por supuesto siempre con la misma pasión por Tres Marías”, contó Pancho.

La pasión del joven Pancho es tal que dice que durante todo el año espera a julio para ir a la Rural. “Durante esos 12 días hago lo que más me gusta, estoy con toda mi familia (primos, tíos, abuelos), amigos, estoy en el campo y al mismo tiempo en la ciudad, y lo mejor de todo… es la Rural!”, comenta Gutiérrez.

Fruto del trabajo

Ambos jóvenes coinciden en decir que disfrutan de ver el resultado del trabajo en la cabaña.

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“Una de las cosas que más se disfrutan es ver como el trabajo que comenzamos hace 7 años, con Francisco Gutiérrez como nuestro asesor de genética, rinde sus frutos. Con Francisco mi padre comenzó a hacer un trabajo muy preciso de selección genética, buscando un tipo de hacienda funcional y con capacidad de participar de las exposiciones más importantes”, explicó Luciana. “Eso es lo que estamos llegando a concluir, que se ha visto hace dos años con la Reservada de Gran Campeón Hembra, y también este año con la Gran Campeona, hija de aquella Reservada. Como así también lo podrán observar con toda la hacienda que ponemos a venta en nuestro remate del 2014, donde este tipo de animal se va haciendo uniforme en todas sus categorías”, reflexionó la joven.

Para Luciana, en definitiva, lo más agradable es ver la recompensa del trabajo arduo. “En el campo, una vez decidido que se quiere hacer un cambio, la aplicación y el resultado de este no es inmediato, lo que hace que cuando se llega al resultado esperado, este sea mucho más apreciado”, dijo Luciana.

Por su lado, pese a su juventud, Pancho Gutiérrez también pudo ver este año un resultado concreto del esfuerzo de la familia y propio. Este año Pancho sacó el primer premio de categoría por una Ternera Menor que presentó en Palermo, que fue Campeona Ternera Menor y Tercer Mejor Hembra de la exposición, y por ende Gran Campeón Ternera. Todo un logro para un joven que aún está en el colegio. El animal fue presentado por la cabaña de su papá, Don Pancho.

“La ternera se llama “”Don Pancho 64 Explosiva””, contó el joven. “Te cuento un poco de Don Pancho… en el año 1975 mi bisabuelo (conocido como Pancho, y en el campo como Don Pancho) le regalo a mi padre una vaquillona, que el inscribió una cría de ella en la Rural con el prefijo “Don Pancho”. Hasta el año 1993 estuvo criando con su cabaña, y en ese año decidió absorber con Tres Marías el plantel. A mediados de 2013, tras mi larga insistencia, juntos comenzamos con Don Pancho nuevamente”, explicó Pancho.

Una de cal y una de arena

Claro que no todo lo relacionado a trabajar en la cabaña familiar es color de rosa, sobre todo, en tiempo de exposiciones que demandan mucho trabajo.

Interrogada sobre lo más difícil de la muestra, Luciana Blanco Villegas afirma que una de las cosas más duras son el frío y las largas horas de trabajo. Aunque por otro lado, Luciana señala que no cree que esto sea un desafío. “Estas son las condiciones que nos toca llevar adelante en nuestra vida, la ganadería es un trabajo a la intemperie y las condiciones climáticas son esas”, explica. “Creo que lo más difícil es la espera, el tedio. Sobre todo los nervios cuando entran tus animales a la pista pero el juez no la pone ni primera ni segunda, esa vaca a la que le habías puesto toda la esperanza de ganar. Es muy difícil llegar con lo que uno cree que es lo mejor y encontrarse con un nivel de animales tan espectaculares, ya que, por supuesto que todos trajeron lo mejor que tienen”, agrega la joven.

Pancho Gutiérrez, por su lado, tiene su memoria llena de anécdotas vinculadas a los años pasados en pasillos de exposiciones.

“La mayoría de las anécdotas graciosas que tengo viene de cosas que pasaron con 3 de mis primos y mi hermana, Santi, Lulu, Mili y Jua, en exposiciones como Palermo. Con ellos cada año comparto la mayor parte de la Rural. Hemos sido metidos en tachos de basura por comisarios del galpón, nos hemos colado en cócteles realizados en el predio, nos hemos quedado a dormir ahí, hemos jugado más de 10 veces por día en el mismo stand, hemos preparado kilos de papelitos por si ganábamos, y muchas otras cosas”, recuerda Pancho, que ya está contando los días para la próxima gran aventura: Palermo 2015.

En la charla con Luciana Blanco Villegas surge el inevitable y emotivo recuerdo de Jorge Blanco Villegas. “Este premio, por supuesto me hizo acordar a mi viejo, ganar en Palermo con los animales de su cabaña fue lo que siempre soñó. Hace ya dos años cuando sacamos la Reservada pensé que habíamos tenido ayuda de “Arriba”, de él por supuesto, ya que era el segundo año que mi Mamá y yo tuvimos el coraje de seguir con Huaca Curú, e ir a Palermo y ya habíamos sacado uno de los premios más importantes. En aquel momento ya me acordaba del viejo, y de lo mucho que lamentaba que no estuviera acá. Ahora, con la Gran Campeona, Medallita, más que nunca nos acordamos de él; mi mama, yo y también todo el equipo que trabaja hace años en Huaca Curú”, contó Luciana.

 

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