La regla es sencilla, cuando las retenciones bajan se festeja, cuando suben se protesta, porque es sabido que menos retenciones es mucho mejor que más retenciones. Después viene todo lo demás.
La noticia ya es vieja: la alícuota para la soja baja de 26% a 24%, para los subproductos de soja de 24,5% a 22,5%, para trigo y cebada de 9,5% a 7,5%, para maíz y sorgo de 9,5% a 8,5%, y para girasol de 5,5% a 4,5%.
Jamás entendí por qué la alícuota de trigo es más baja que la de maíz y por qué la de girasol es la más baja de todas. Seguramente existe alguna mente brillante que con algún criterio calcula magistralmente todas las relaciones de cambio entre paquetes tecnológicos y precios de todos los cultivos, a la vez que le adiciona las distancias a puerto promedio de las zonas que mayor densidad de determinado cultivo tienen. O quizás sencillamente hace 23 años a alguien se le ocurrió esos números y solo quedaron y nadie decidió alterarlos.
El problema de las retenciones en diciembre de 2025 ya es harto conocido, es imposible escribir algo nuevo al respecto, pero aquí vamos: 1) son anti tecnología (desde insumos a maquinaria y software) al desmejorar la relación insumo/producto; 2) son anti expansión de la frontera agrícola porque ponen un techo a los ingresos allí donde son más necesarios a) tierras marginales de bajo rendimiento y b) tierras lejanas a los puertos, que en muchos casos tienden a coincidir; 3) son pro-cíclicas ya que consumen un porcentaje mayor de utilidad cuando peor le va al productor y viceversa, con lo cual acentúan los malos resultados en sequía, inundación y bajones de precios.
Como si todo esto fuera poco, capturan una cantidad de recursos excesivo, no solo descapitalizando al productor: le quitan recursos a toda la ruralidad. Mientras las ciudades brasileñas crecen y se transforman en metrópolis radiantes que ofrecen un proyecto de vida pleno a sus habitantes (no solo servicios esenciales, sino también actividades de esparcimiento, educación superior, etc.), las ciudades rurales de la franja centro del país languidecen, se vuelven raquíticas y aburridas.
La voluntad del gobierno de disminuirlas es clara. Si empujamos se caen. Este año se discute una reforma tributaria integral: la franja céntrica del país (desde la Patagonia norte a Salta) es la principal damnificada por las retenciones; depende de nosotros que no quede última en la fila.































