En la campaña 2016/17 la producción nacional de trigo superó 15 millones de toneladas. Para alcanzar niveles potenciales de rendimiento de 5000-6000 kg/ha en la zona norte y de 7000-8000 kg/ha en la zona sur, deben optimizarse tanto el manejo de los nutrientes, como el manejo del agua y el control de plagas, malezas y enfermedades. La adecuada nutrición del cultivo permite maximizar la eficiencia de uso de todos los factores de producción (suelo, agua, insumos).
El rastrojo es un componente vital para este sistema, y una fertilización adecuada no solo permitirá que el productor tenga buenos rendimientos, sino que proveerá al suelo de una abundante cantidad de residuos, con todos los beneficios que ello implica. En la región pampeana central, el cultivo de trigo crece en una época del año en que las precipitaciones son bajas a nulas, por lo tanto es imprescindible contar con una buena provisión de agua en el suelo al momento de la siembra.
En la tabla de puede observar que a medida que aumenta el agua útil a la siembra hasta el metro de profundidad, aumentan los rendimientos. Para un mismo contenido de agua útil, si las precipitaciones son un 25% superior o inferior al promedio, el rendimiento aumentará o disminuirá en forma proporcional.
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