Ing. Agr. Matías Cambareri -CPO Caburé –
Hace exactamente un año, me tocaba escribir este artículo en donde nos preguntábamos si por segunda campaña consecutiva estaríamos bajo la influencia de la fase fría del fenómeno ENSO, es decir un evento LA NIÑA. Nuevamente, esta campaña la pregunta es la misma y todo indica que la respuesta será la misma: deberemos lidiar con escasas precipitaciones en la región núcleo productiva de nuestro país. Y si bien el invierno no es una época en la que se espere una gran lámina de precipitaciones acumuladas, se nota mucho la falta de lluvias en el centro de nuestro país, donde la precipitación acumulada durante el mes de julio (Figura 1) estuvo más del 60% por debajo de lo normal.
De la extensa red de estaciones pluviométricas con las que cuenta Caburé (y que día a día continúan sumándose), casi el 40% de ellas (más de 300 puntos de medición) tuvieron una precipitación acumulada menor a 5 mm. En la Provincia de Buenos Aires, se dio la mayor cantidad de días con precipitación superior a 10 mm (4 días), mientras que en la Provincia de Río Negro, se dieron los valores más altos de precipitación acumulada (superando los 180 mm en El Bolsón).
Con estas precipitaciones, el segundo mes del invierno meteorológico permitió incrementar los niveles de agua en el suelo sólo en el sur de la Provincia de Buenos Aires, tanto en la capa más superficial (capa arable; Figura 2), como en todo el perfil del suelo (Figura 3). Y destacamos esta mejora en la condición hídrica del suelo, ya que es una de las variables agrometeorológicas más importantes que condicionan el rendimiento de los cultivos.
Además de la condición actual, es muy importante saber cómo puede evolucionar esta variable, pensando en los momentos críticos de determinación de rendimiento de los cultivos de fina, o bien en el inicio de la siembra de cultivos estivales, permitiendo realizar la mejor planificación posible de las prácticas de manejo a seguir en nuestra producción.
Esta variable no siempre es medida, pero puede ser estimada a partir de un balance entre la “demanda” (de la atmósfera o del cultivo una vez implantado) y la “oferta” de agua (precipitaciones); y por lo tanto a partir de los modelos de pronóstico a mediano-largo plazo (más allá de los 30 días) de las variables determinantes, predecir de forma aproximada su comportamiento.
Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada en parte por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses. El pronóstico trimestral del SMN para el trimestre actual (meses de agosto-septiembre-octubre) indica (i) mayor probabilidad (40-50%) de tener temperatura media por encima de lo normal en todo el centro y sur del país, exceptuando el este de Buenos Aires y (ii) mayor probabilidad de tener valores normales de temperatura en el resto del país y este de Buenos Aires (Figura 4). Esto significa que donde tenemos mayor probabilidad de tener temperatura media por encima de lo normal, la temperatura media en ese trimestre sería al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 5. Gran parte de la demanda atmosférica está asociada a la temperatura, por lo que esperable que la pérdida de agua desde el suelo, sea mayor a lo normal donde se espere mayor probabilidad de temperatura media por encima de lo normal.
Por otro lado, las precipitaciones, tienen mayor probabilidad (40-50%) de ser inferiores a lo normal en el sur del Litoral, Buenos Aires y La Pampa, en la región de Cuyo y oeste de la Patagonia (Figura 6), mientras que en el resto del país las precipitaciones estarían dentro de los valores normales para el trimestre. Es decir que se esperan menos de 150 mm en la zona este de la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo y entre 50 y 100 mm en gran parte de la Provincia de Córdoba (Figura 7). Nuevamente, el balance hídrico atmosférico tendería a ser levemente negativo y habría mayor pérdida de humedad del suelo respecto de lo normal en la región núcleo agrícola durante el invierno-inicio de la primavera limitando el crecimiento de los cultivos de invierno en esas regiones. En algunos sitios asociado a una menor precipitación respecto de lo normal (Buenos Aires), mientras que en otros asociado a una mayor demanda (Córdoba).
Finalmente, el fenómeno que le da el título a este artículo: el fenómeno ENSO (El Niño South Oscilation) que en gran parte de nuestro territorio tiene un impacto negativo sobre las precipitaciones. La probabilidad que en el próximo trimestre, al inicial la primavera meteorológica (septiembre-octubre-noviembre) se mantenga la fase fría del evento (“La Niña”) es del 80% y se mantendría oscilando en estos valores, hasta febrero, donde la fase neutral del evento tendría mayores chances de ocurrencia (Figura 8).
Entonces, será NIÑA por tercer año consecutivo, y como en el artículo anterior mencionábamos habrá que remontarse hasta los años 1970 o más recientemente 1998, para recordar tres eventos consecutivos de la fase fría del fenómeno.
En resumen
Donde hoy tenemos poco nivel de agua en el suelo, es probable que no haya una buena recarga ya que las precipitaciones de agosto no suelen ser abundantes, sumado a la condición del fenómeno ENSO que indica un futuro con menores precipitaciones, más allá del trimestre analizado. En la región donde hoy tenemos buenos niveles de agua en el suelo, la recomendación es: CUIDARLA!. No sólo ahora con la fina ya en marcha, sino también en los barbechos. Utilizar estrategias de manejo que permitan maximizar el uso del agua permitirán obtener una buena producción en esta campaña. Utilicemos más la agrometeorología como herramienta en la toma de decisiones para decidir las mejores prácticas que ayuden a hacer “economía del recurso hídrico”. Hagamos monitoreo de las condiciones actuales, analicemos los pronósticos y la recopilemos DATOS para la construcción de estadísticas, para así poder tomar mejores decisiones.
Este resumen es un pantallazo general de lo que puede ocurrir y debe seguir ajustándose a medida que la campaña avance, contando con mayor certeza en los indicadores. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica por lo que estemos atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días). La atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto, no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.