Cuando era chico una de las frases más repetidas por mi viejo hacia mi era “pará y pensá”. Hay meses que parecen un día y días que parecen meses, y desde las elecciones a la legislatura bonaerense (a uno le gustaría que fuera insólito) transcurrió más o menos un año; conviene parar y pensar: ¿cómo llegamos hasta acá? Algunos datos que no admiten discusión:
- La economía argentina es bimonetaria, esto quiere decir que la unidad de cuenta para medir la rentabilidad de su capital de todos los actores que hacen transacciones es el dólar: necesitan que sea estable para animarse a desarmar “el canuto” en moneda dura para hacer negocios en pesos sin temor a que el riesgo cambiario les dará menos “canuto” cuando vuelvan moneda dura. A su vez, si está estable no hay necesidad de corregir el precio en pesos para compensar una devaluación que no hubo, al estar estable.
- Entonces, atrasar el tipo de cambio tiene dos consecuencias positivas claras: a) funciona como ancla nominal para todos los agentes de la economía no suban los precios y acelera el proceso de desinflación y b) genera un aumento del poder adquisitivo en moneda dura de la población. El gobierno atrasó el tipo de cambio, lo atrasó mucho: prueba de esto es que depreció más de un 25% en menos de 45 días.
- Para atrasar el tipo de cambio recurrió primero a una fuerte restricción cuantitativa del dinero a la que sumó tasas de interés muy altas y estas en los últimos dos meses las incrementó al infinito. Esto aumentó el costo de hacer negocios y por lo tanto los disminuyó.
- Una cosa es la variación del tipo de cambio (que el gobierno “congelo” evitando que se moviera) y otra es el nivel: una vez que “no se mueve” cuán caro estaba Argentina frente al resto del mundo. Desde más o menos febrero de este año el país estaba carísimo en dólares y solo se puso más y más caro. Para peor: todos los agentes empezaron a notar que una devaluación era inminente porque la situación parecía insostenible, con lo cual disminuyeron al máximo el rimo de hacer negocio y empezaron a “pasarse a moneda dura para rearmar el canuto”. El resultado de todo esto es que la economía dejó de crecer. Todas estas son las consecuencias negativas de atrasar el tipo de cambio.
- El Presidente no tiene ni gobernadores ni senadores de su partido y muy pocos diputados. Estas elecciones de medio término no alteraran ese hecho, ni para peor ni para mejor.
- Un ordenador fundamental de la política es la expectativa de que el actual Presidente tenga chances ciertas de reelegirse. En Argentina la institucionalidad es lamentablemente muy débil y al sistema actual le cuesta mucho no canibalizar a un Presidente que perdió sus expectativas de reelegirse.
- Un partido político argentino que tiene un piso de votos superior al 35% tiene al default de la deuda estatal como punto principal y permanente de su programa de gobierno; uno de sus principales dirigentes, luego de ganar las elecciones legislativas provinciales en la provincia en la que sistemáticamente es favorito, se transforma en candidato presidencial ganador (esto último es insólito al cuadrado). Para que no queden dudas de que el default es el eje de su programa de gobierno, el virtual candidato ganador lo dice explícitamente en su primera entrevista televisiva, una semana después de ganar las elecciones. Eso es, con todas las letras, el famoso “riesgo Kuka”. Es obvio que existe.
- Las corridas cambiarias son dinámicas dominadas por el pánico.

Todos estos son datos que no deberían sorprender a ningún observador de la realidad argentina. Cada uno de ellos es información imprescindible para hacer política económica, En el año 2025 no son una sorpresa, no son un cisne negro.
Al atrasar brutalmente el tipo de cambio el gobierno se expuso a una corrida cambiaria; el pánico no escucha tecnicismos, requiere de medidas de una contundencia y simplicidad poco común. Que el Secretario del Tesoro norteamericano primero y el Presidente de Estados Unidos luego digan que apoyan totalmente al gobierno de Milei y que harán lo que sea necesario para que su programa sea exitoso es de las pocas acciones que pueden parar el pánico de manera casi instantánea. Creo que ningún argentino, ni siquiera el propio gobierno, es realmente consciente de lo inéditos que fueron los acontecimientos del lunes y hoy martes.
Con el pánico fuera de escena gracias al gobierno norteamericano, una baja transitoria a 0% de los derechos de exportación garantizaría que se vendan los 7.000 millones de dólares que hay en granos (hay un poco más que eso, solo un poco) o se adelanten las ventas que faltaran; posiblemente generando un “efecto puerta 12” muy poco saludable para el normal funcionamiento del mercado. El gobierno cada vez abre más la discusión para una eventual disminución o eliminación de las retenciones. Lo único que es seguro es que con Kicillof no se van.
Nadie quiere vivir en un país con corridas cambiarias, efectos puerta 12, nadie (normal) quiere vivir en un país que se defaultea su deuda cada cuatro años. El gobierno acaba de comprarse una segunda vida a un costo enorme, aún difícil de dimensionar; todos esperamos que no vuelva a exponerse solo a una situación en la que se queda con tan poco margen de maniobra. Las balas de plata son efectivamente eso porque son pocas y quedan al menos dos años.