El nuevo desafío del expresidente de AAPRESID, presidir Maizar. Optimista por naturaleza, argentino apasionado y hombre de fe. No es una cara nueva, hace rato que viene tomando partido y trabajando por y para el sector agroindustrial. Desde su paso por la Sociedad Rural de Bolivar, su trabajo en AAPRESID donde llegó a ser presidente de la entidad, incluso buscó también sumar desde la política en la segunda mitad del gobierno de Macri y ahora, una vez más, se pone al frente de otra Asociación para presidir una nueva comisión directiva que dirija los destinos del maíz y el sorgo en la Argentina.
Por: Sebastián Nini – periodista
Pedro Vigneau es el esposo de Eugenia desde el año 1995, padre de tres hijos de 23, 21 y 17 años. Vive en el campo, aunque se educó en Buenos Aires, desde su más temprana infancia iba al campo. Cuando su hijo mayor empezó a ir al colegio doble turno, decidieron instalarse en Buenos Aires. Jugó desde los 6 años al rugby y hasta los 26 que casado y trabajando en el campo seguía volviendo a Buenos Aires para entrenar los jueves en el CASI. Allí hoy entrena a sus hijos. Recuerda con cariño a quienes lo llevaron al club, aquellos padres de sus compañeros del “San Juan el Precursor” que gestionaban jugadores para las infantiles y le transmitieron el fanatismo.
Pedro, sabemos de tu pasión por el ecosistema campo. ¿Crees que es una condición heredada, algo que llevas en la sangre?
Mi tátarabuelo llegó de los pirineos a los 16 años a la Argentina -supongo que analfabeto- a trabajar como empleado de una estancia en Lobos, a hacer la América, junto a dos amigos de un pequeño pueblo cerca de Andorra, a donde si se puede viajaré este año. Laburando de empleados en Lobos empiezan a juntar unos mangos y se van al oeste y en 1892 compran un pedazo de campo en Bolivar donde no había nada y empiezan a trabajarlo. Lo siguió su hijo, mi bisabuelo, con muchísimo laburo y esfuerzo. Esa generación fue sin duda la que hizo grande a la Argentina que la llevó a los primeros puestos a nivel mundial de la mano de la generación del ochenta.
Mi familia se benefició de las condiciones que existían para trabajar y progresar en esa época. Mi abuelo se comprometió en política, fue diputado nacional, embajador en Australia. Por eso entiendo que más allá del trabajo y el sacrificio,
Argentina nos brindó mucho y por eso siento que estoy en deuda con mi país y siento una gran pena por la realidad que vivimos hoy. Tener más del 40% de los compatriotas por debajo de la línea de pobreza me parece de una mediocridad tan grande y terrible que me cuesta entenderlo y siento que no da para más, algo hay que hacer.
¿Te parece que la realidad del país y del mundo no es muy alentadora para las generaciones jóvenes de hoy?
Poniéndome en la piel de muchos jóvenes de 16 años que tienen el mismo sueño de mi tátarabuelo y teniendo la Argentina una posibilidad aún más grande que la que tenía en ese momento -todo va para el lado de lo renovable y amigable con el medioambiente- y en este país tenemos una de las cuencas fotosintéticas más eficientes del mundo y profesionales capacitados para gestionarlo. Se trata de una oportunidad inmensa, no solo para el agro, sino también para la economía del conocimiento, el turismo, la minería, la pesca, etc.
Debemos generar las condiciones para lograr ese sueño común, saber todos a donde queremos ir y qué es lo que podemos ofrecerle al mundo para cambiar el curso de lo que hoy pasa.
“Somos un país que fue bendecido con condiciones únicas, pero no puede ponerse de acuerdo para desarrollar todos estos dones”
¿Todo esto que me contás te impulsa a sumar un granito de arena de alguna manera, ya sea mediante la política o desde el lado de enfrente?
La política partidaria a mi entender es algo feo, donde en definitiva se persiguen mucho más los intereses personales por sobre la búsqueda del bien común que queda muy lejos o ni llega. Me ha pasado de meterme de joven en política y recibí mis primeros cachetazos ahí cortito. Después me fui a AAPRESID, que fue algo totalmente distinto. En el 2008 me metí en la Rural de Bolivar donde terminé siendo presidente.
Estoy convencido que hay que meterse en política independientemente de lo mugroso que pueda resultar, porque la constitución es muy clara y el pueblo delibera a través de sus representantes y creo que muchos de ellos han tomado caminos complejos, apartados del beneficio de la sociedad y más cercanos a los beneficios propios. Traté de sumar, fui candidato en el 2008 y estuve cerca de volver a serlo en la última elección y lo que siento es que hay corporación política en todos lados, partidos grandes y chicos por igual. Es muy difícil.
¿Hoy te gustaría sumar en política desde algún lugar?
Ahora estoy ayudando a un gran amigo, Eduardo Lalo Creus, que es concejal en La Matanza, un político distinto que viene a pensar en el bien común y lo ayudo con un grupo donde hay mucha gente de agro. Ahora está dando una pelea compleja porque aspira a ser intendente de La Matanza y es enfrentar un bastión del Kirchnerismo, pero esas son las batallas que hay que dar.
El tema es que cuando apoyo la cabeza en la almohada, tengo la tranquilidad de pensar que estamos en un momento muy complejo, con mucha gente que la pasa mal, yo soy muy creyente y le agradezco a Dios todo lo que me da, porque no me falta nada y sé que hay muchísima gente en nuestro país que no tiene esos privilegios ni siquiera el de haber comido bien. Por eso no me puedo quedar pensando en mi “quintita” necesito accionar.
Y esa mirada amplia sobre la coyuntura nacional ¿podes plasmarla en algo concreto para el país?
Estoy formando parte de un proyecto muy interesante que se llama PLAN PAIS ARGENTINA. Es un proyecto suprapartidario que lo que pretende es armar un plan para la Argentina como un sueño común.
Es abrazar algo que la sociedad entienda que es lo mejor para el desarrollo en serio y que venga quien venga, por más ambiciones personales que traiga desde la política partidaria, no le quede otra que tomar esto y hacerlo por el mismo clamor popular. Trabajamos con instituciones muy serias vinculadas a la minería, la agroindustria, el turismo, etc. y son todos bienvenidos. Eso es interesante porque PLAN PAIS ARGENTINA no es de nadie y es de todos.
Me dijiste que sos un hombre de fe ¿Cómo llega la fe a tu vida?
Yo fui a un colegio católico, pero la fe en serio llegó cuando empecé a enfrentar la vida. Cada obstáculo o problema que uno resuelve no es solo por mérito propio, también contamos con una columna central en la vida que es saber que está Dios, Jesús y el Espíritu Santo cuidándonos, ¡tantas veces me ha cuidado y lo he sentido!
Yo me hice cargo de la empresa familiar a los 22 años sin haberme recibido, estuve bastante solo en ese desarrollo y durante las tres décadas que estuve al frente, mi puntal ha sido la fe básicamente, la familia y mis amigos.
La fe ha sido algo que me dio mucha paz y mucha tranquilidad en momentos complejos, convengamos que ser productor agropecuario en la Argentina es complejo, y creo que si uno tiene una mirada con una perspectiva real como es la perspectiva de un Dios que es amor todo se hace un poco mas fácil, se entienden las miserias humanas y se comprende que todos somos imperfectos empezando por uno mismo. Creo que tenemos una ventaja muy grande sobre los que no tienen esa fe.
Y te agradezco la pregunta porque en una época como esta que lo espiritual está tan degradado creo que esto puede ayudar a la gente. Uno no sabe cómo son los caminos de Dios, pero siempre pido ser instrumento y por ahí alguien en algún lugar lee la nota y hace un clic.
Yendo a Maizar, ¿Cómo ves este nuevo desafío y cuál es el panorama para el Maíz?
Me preguntan por qué agarrar Maizar con todo lo que ocurre en la coyuntura, intervención, fideicomisos, etc. Yo creo que eso es el ruido habitual al que estamos acostumbrados y justamente pasa al no tener ese plan del que hablábamos antes. La realidad que veo es que la gestión de la fotosíntesis es un vector que le va a dar una oportunidad inmensa a nuestro país, y la cadena del maíz y del sorgo tienen un lugar protagónico ahí, porque son plantas carbono 4 con una eficiencia fotosintética superior sobre las que son carbono 3, por eso son tan importantes en la rotación y en todo lo que tiene relación con la huella de carbono.
El mundo está cambiando a una velocidad inusitada hacia todo lo que tiene que ver con lo renovable, la “casa común” como dice el Papa Francisco, en definitiva, la oportunidad es inmensa pero cuando ves que Argentina tiene casi el 90% de la superficie agrícola en siembra directa y cuando empezas a medir huellas (como midió Argentrigo el año pasado), vemos que estamos 70% debajo en huella de carbono sobre los trigos europeos, 30% por debajo de los trigos australianos.
“Tenemos el sistema productivo agrícola más eficiente del mundo en el Mercosur, principalmente en Argentina, Uruguay y Paraguay. Esta es como dije antes una verdadera oportunidad, inmensa”
La bioproducción es un gran puntapié de crecimiento
Todos los equipos de prospectiva que hacen bioproductos -cada vez son más porque la gente los reclama- están viendo de qué forma achicar huella. Si vos les podés ofrecer las moléculas que ellos necesitan con la menor huella ambiental del mundo (además no conviene llevárselas donde está la fábrica, porque si las llevas a otro continente estás agregando huella), deben venir a fabricar acá. Por esto es imperioso ponernos de acuerdo, esta oportunidad es ahora.
Si logramos ponernos de acuerdo, estabilizar la economía y generar las condiciones para la inversión, soy un convencido que la Argentina explota porque la oportunidad es inmensa.
Repetís todo el tiempo que es una oportunidad única, estas convencido
Me pongo en la piel de mi tatarabuelo y los chicos que hoy tienen 16 años en la Argentina, que nacieron en un barrio carenciado y que sienten que van a terminar ahí, y pienso que necesitamos romper ese circulo vicioso y volver a lo que le pasó a mi familia.
Por todo esto y con un grupo grande de gente muy calificada de Maizar asumimos las responsabilidades que nos tocan asumir, convencidos de que debemos mostrar esta oportunidad, que es un desafío grande e interesante, pero lo que tenemos por delante también lo es. Por eso vamos a trabajar para contar esta historia, para que esto empiece a pasar.
San Agustín de Hipona, el santo que le costó acercarse a la fe y por el cual su madre Santa Mónica rezó hasta el cansancio decía “Reza como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti” A Pedro Vigneau la frase de San Agustín le queda pintada como para hacerle una remera. Laburante como el tátara abuelo, comprometido como su abuelo con su país y agradecido por lo que el país le dio, pero siempre con la humildad de mirar al cielo y entendiendo que hay un plan superior.
Gracias Pedro!