Autor: Ing. Agr. (Esp.) Facundo Menta
El uso de productos fitosanitarios en la agricultura para el control de malezas, plagas y enfermedades, nos plantea el desafío de buscar eficiencia y sustentabilidad en cada pulverización del calendario. Retomando la columna de meses atrás (“El desafío de ser eficientes y sustentables en cada aplicación”), en esta ocasión haremos foco mediante un ejemplo práctico (muy gráfico por cierto), en los puntos clave a tener en cuenta a la hora de regular variables previo a cualquier tratamiento.
El objetivo es, como siempre se dice, lograr CALIDAD DE APLICACIÓN. Al hablar de calidad, hablamos no solo de mitigar el impacto de cierta adversidad dentro del sistema agrícola adecuándonos a las dosis de marbetes de los productos, sino que también debiéramos referirnos al hecho de reducir al mínimo posible el impacto en el ambiente.
Conocer de antemano las características propias de los activos que se recetarán (sobre todo su nivel de sistema), determinar de manera correcta el objetivo a mojar, como así también el marco ambiental sobre el que se desarrollará la aplicación, constituirán el triángulo a atender para poder configurar variables adecuadamente. El resultado de este análisis, debiera apuntar hacia regulaciones a nivel de técnicas de aplicación que busquen el mejor balance posible, garantizando nivel de cobertura suficiente en objetivo, mediante tamaños de gota lo más seguros posibles desde el punto de vista de la deriva.
Figura 1. Puntos claves a tener en cuenta para regular hacia la técnica de pulverización adecuada.
Basta de teoría, vamos a la práctica.
Nos centraremos en el “tarjeteo” de situación real de aplicación de herbicidas bajo condición de barbecho, a donde se reseteó lote productivo a través de máquina pulverizadora terrestre autopropulsada. Los productos utilizados fueron glifosato monoamónico (79%), 2,4-D diclorofenoxiacético (30%), y dicamba sal dimetilamina (58%), siempre a dosis por superficie de marbetes. Al tratarse de productos de acción sistémica principalmente en post-emergencia de las malezas, pudimos establecer la exigencia mínima de cobertura: 20-30 impactos/cm2. Se buscó controlar en esta ocasión, las primeras camadas de especies de malezas invernales dentro del lote (en estadíos iniciales), principalmente ortiga mansa (Lamium amplexicaule), ortiga (Urtica dioica) y perejilillo (Bowlesia incana), sobre rastrojo de soja muy poco abundante.
Estos últimos datos, sugerían que el objetivo a mojar en general, tenía un alto grado de exposición, con poca a casi ninguna interferencia en el camino de la gota al mismo. Las condiciones climáticas al momento de la aplicación eran las siguientes: viento medio de 7km/h, temperatura media de 28°C, humedad media del 41%, arrojando un delta t de 9,3°C. Los datos nos hablaban de condiciones ambientales regulares de aplicación desde el punto de vista de la evaporación. En ese sentido se decidió por la utilización de coadyuvante a base de MSO más tensioactivo.
Tras el análisis de los puntos clave del “triángulo de la regulación” (producto/objetivo/ambiente), se optó por la utilización de boquilla abanico plano baja deriva “martillito” 02, a fin de trabajar con gotas de medianos tamaños, buscando balance entre cobertura y control de deriva. Las boquillas se encontraban a 0,7mts de distancia entre ellas y se trabajó a velocidad de 16km/h, a 4 bares de presión, erogando un volumen por superficie de 50lts/ha.
Figura 2. Arriba: Variables definidas sobre la técnica de aplicación utilizada. Datos promedios obtenidos en tarjeteos para los indicadores “grado de cobertura” y “tamaño de gota (DVM)”. Menta F. 2023, datos sin publicar. Abajo: Cuadro de tamaño de gota para boquilla TT según caudal individual y presión. Catálogo Teejet.
Con las tarjetas hidrosensibles ubicadas en el objetivo (hojas de las malezas expuestas), corroboramos que efectivamente, estábamos cumpliendo con las exigencias mínimas de coberturas propias de los productos aplicados, y conocimos además el tamaño de gota a través del cual llevamos a cabo dicha misión. Lo evaluado hasta aquí nos indicaba entonces, que estaba todo dado para que se desencadene a campo el efecto biológico buscado. El último paso fue precisamente el de corroborar a campo la dinámica del efecto herbicida buscado. Para ello se realizaron apreciaciones visuales el día de la aplicación y a los 7 y 14 días post-aplicación. Sin entrar en demasiados detalles, podemos observar en la figura 3, que a los 14 días de la aplicación el tratamiento fue prácticamente contundente, en concordancia con lo indicado por las tarjetas hidrosensibles, cumpliendo con el objetivo inicial de reseteo de malezas del lote.
Figura 3. Efecto biológico a campo del tratamiento herbicida realizado, a los 7 y 14 días de la aplicación.
El análisis multifactorial previo a una aplicación es la forma de regular variables a conciencia, y que permitirá orientar a la definición de técnicas que aseguren niveles de coberturas suficientes en objetivo, por medio de tamaños de gotas que disminuyan el riesgo potencial de deriva. La medición, como en el caso evaluado, nos otorga un aval sobre el análisis planteado de antemano, pero en otras ocasiones nos da también la oportunidad de corregir y mejorar. Este será el punto de partida para acercarnos a la premisa de ser simultáneamente eficientes y sustentables en cada aplicación.
Un especial agradecimiento al productor Piancatelli Cesar y a la familia Tinaro, por la buena predisposición para poder llevar a cabo los tarjeteos y posteriores evaluaciones.