Red de aliadas

Esta semana, en el marco del Congreso CREA, tuve la dicha de encontrarme con una mujer que, si bien no somos muy unidas en la diaria, representa para mí un modelo de liderazgo con perfume de mujer dentro del sector agropecuario. Mi aliada, la otra MCV del agro. Una trabajadora incansable del networking entre empresas […]
septiembre 29, 2022

Esta semana, en el marco del Congreso CREA, tuve la dicha de encontrarme con una mujer que, si bien no somos muy unidas en la diaria, representa para mí un modelo de liderazgo con perfume de mujer dentro del sector agropecuario. Mi aliada, la otra MCV del agro. Una trabajadora incansable del networking entre empresas lideradas por mujeres. Formadora de redes con vínculos muy poderosos, con una vocación de servicio a la comunidad envidiable!

Del almuerzo que compartimos con otras mujeres que tenemos en común, charlando sobre la participación de las mujeres en la toma de decisiones dentro del sector y el poder de las redes – no de las sociales – generadas por mujeres en el agro, es que nació esta columna. ¿Cómo armamos redes las mujeres rurales? ¿Con qué intenciones nos relacionamos con otras? ¿Cómo se genera ese vínculo que “nos amontona”? ¿Es un vínculo afectivo o tiene simplemente intereses económicos? ¿Los vínculos que generamos las mujeres son distintos a los de los hombres? ¿En qué se basan y qué los hace duraderos en el tiempo?

El vínculo afectivo es un sentimiento de amor y empatía que une a las personas a nivel interpersonal. Emociones como la solidaridad, comprensión, cariño y ayuda mutua nacen a partir de este vínculo. En esa misma línea, las ciencias sociales afirman el vínculo femenino es un poco más profundo, definido como la formación de una relación personal cercana y de amistad, apego, empatía y cooperación en las mujeres.

Y es ese vínculo, que en un principio es desinteresado, el que nos permite generar relaciones ganar-ganar. Un vínculo poderoso, basado en un sentimiento común, que nos empuja a tejer redes que abren puertas. Puertas que nos permiten capturar oportunidades que se transforman en negocios. Siendo el negocio, la última instancia, la consecuencia y no el motivo de la relación.  Parece ser que las mujeres generamos vínculos más desinteresados, formando redes de apoyo profesional más que contactos de negocios. ¿Pero las relaciones femeninas fueron siempre tan honestas, armoniosas y desinteresadas o es un fenómeno post feminista?

“A lo largo de los últimos 150 años, las mujeres nos hemos relacionado y organizado en redes de todo tipo: formales e informales, locales o globales, tanto con fines políticos como económicos”

En la diversidad está el gusto

A la luz de la cultura patriarcal del siglo XIX, las mujeres no tenían pasado, historia ni religión propias. Por lo tanto, estaban condenadas a vivir dispersas entre los hombres, vinculadas más estrechamente a algunos de ellos – su padre o marido- que a otras mujeres. El fomento de la enemistad entre mujeres y el “de las relaciones femeninas, fueron mecanismos esenciales para el mantenimiento de la supremacía masculina. La orientación forzosa hacia el matrimonio y la maternidad tenía la intención de anular la posibilidad de asociación femenina tanto afectiva, como económica o políticamente. Fueron las sufragistas quienes identificaron ese impedimento a establecer vínculos entre mujeres que posibilitaran relaciones de construcción mutua de poder como un eje clave a combatir. Tal vez fueron esas mujeres feas sin marido, las que nos enseñaron a unirnos por un bien común y a sentir empatía aún por aquellas que no considerábamos amigas. En ese contexto donde reclamar el derecho al voto te podía llevar a perderlo todo, se unieron y apoyaron incondicionalmente. La primera red de aliadas.

A lo largo de los últimos 150 años, las mujeres nos hemos relacionado y organizado en redes de todo tipo: formales e informales, locales o globales, tanto con fines políticos como económicos. La forma en que estos vínculos femeninos surgen y se mantienen en el tiempo, está estrechamente relacionada con la dinámica de vida de las mujeres que los forjan. Por eso es importante reconocer que la mayoría de las redes nacen de las relaciones de reconocimiento recíproco entre mujeres que comparten experiencias similares y resistencias afines. De allí emergen los sentimientos de amistad, apego, empatía y cooperación que los caracterizan y que terminan uniendo a individuos que tal vez, sin encontrarse por este medio, nunca se hubieran vinculado.

Sin embrago, si bien las redes 2.0 se siguen basando en lazos de reconocimiento, se sostienen mediante la afirmación de las diferencias sobre un plano de igualdad que nos permiten desarrollar el poder propio y colectivo. ¡Es la diversidad lo que nos hace fuertes!

Creer en nuestra voz

¿Qué características tienen entonces las nuevas redes de mujeres?  ¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan sus organizadoras para que esta red de conexiones sea interesante para todas las involucradas?

“Una buena estrategia de comunicación efectiva y respetuosa nos permitirá crear una comunidad también en redes sociales”

Como primera medida, entender que las personas que formarán parte de esta red surgirán de los contactos que tenemos. A veces, aunque nos hayamos cruzado en alguna reunión y nos conozcamos “de vista”, no creemos que esa mujer con la que no tenemos un lazo estrecho puede ser una colaboradora de la red. Identificar estos miembros potenciales es clave a la hora de aportarle diversidad al grupo.

Otra cuestión importante a tener en cuenta es que se debe fomentar la confianza. Confiar en el apoyo de otras mujeres es lo que nos permite crear una comunidad en la que cuando una crece, crecemos todas, porque se van abriendo caminos. Enfocarnos en dar y recibir. Hay que cuidar que las propuestas agreguen valor a la mayor cantidad posible de participantes en la forma de nuevos contactos, nuevas colaboraciones o nuevos proyectos.

Una buena estrategia de comunicación efectiva y respetuosa nos permitirá crear una comunidad también en redes sociales. Muchas de las mujeres que coincidimos en redes de mujeres rurales nos conocimos primero por la red social del pajarito. El mundo post pandemia nos demostró que las redes se pueden volver federales gracias a la tecnología y que podemos reunirnos virtualmente y generar acciones en lugares donde no tenemos una presencia regional. La virtualidad no ayuda a darle continuidad al vínculo. Es que las redes deben mantenerse vivas para poder servir a su propósito: generar conocimiento, intercambiar ideas y expandirse, dando la posibilidad de poder difundir el trabajo realizado.

Y lo que para mí es el punto más importante: creer en el poder de nuestras palabras. Un estudio de KPMG reveló que el 76% de las mujeres se identifica con el síndrome de la impostora. Qué locura. Creer en nuestra voz para transmitir experiencias es fundamental para inspirar a las nuevas generaciones. Compartir nuestros logros, pero también nuestras caídas, quitarnos del papel de mujeres perfectas y compartir con otras cómo superamos los obstáculos es imprescindible para fomentar la confianza en nosotras mismas. Si ella pudo, yo también puedo.

Blockchain

Las mujeres necesitamos crear lazos de reciprocidad y afirmación de las diferencias con quienes compartimos experiencias similares de exclusión o limitación de oportunidades. La materia prima sobre la cual forjamos nuestro poder es justamente la diversidad y el reconocimiento de nuestras diferencias sobre un plano de igualdad. Porque además de trabajar con mujeres que piensan como nosotras, es esencial crear espacios de encuentro entre mujeres de diferentes ámbitos y con diferentes visiones para trabajar objetivos comunes que contribuyan a la real igualdad de las mujeres. Espacios para poder encontrarse, conocerse y compartir porque la diversidad de las mujeres es positiva y nos enriquece.

“Me gustó el toque de modernidad que le puso Ceci al almuerzo cuando dijo que formamos una blockchain. Una cadena de contactos de Mujeres Rurales sumamente diversa que comparte información de la manera más transparente posible”

Quien sabe hasta donde nos va a llevar esta poderosa base de datos y las cosas maravillosas que lograremos juntas!

Los grupos de mujeres ofrecen un espacio donde empoderarnos y fortalecernos como factor esencial del desarrollo rural. Es imprescindible que ocupemos cada vez más espacios de poder, de gestión y de toma de decisiones dentro del agro. Seamos protagonistas del sector productivo al que pertenecemos. Ya sabemos que solas es más difícil el camino, aprovechemos la blockchain y hagámoslo en redes!

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