“Ver para creer” en su importancia
Margarita Sillon[1]
- Fitopatóloga investigadora de la Universidad Nacional del Litoral. Consultora privada: Titular del CSCS&A y Entoagro Uruguay
Las importantes precipitaciones ocurridas en el centro de Santa Fe entre el 20 de febrero y el 10 de marzo de 2015 originaron condiciones altamente conducentes para la mayoría de las enfermedades de fin de ciclo, y la roya de la soja en particular.
Desde la primer detección en lote comercial, ocurrida a fines de enero de 2015 en Corrientes y Entre Ríos por especialistas de INTA (Formento, 2015; Arias, 2015); y en Santa Fe el 12 de febrero por nuestro equipo técnico la roya asiática de la soja (RAS) ha incrementado su prevalencia en la región central, pasando de un 2% a un 78% de lotes afectados, de acuerdo al estudio que arroja la revisión de aproximadamente 160 muestras semanales en el centro de Santa Fe, provenientes en su mayoría de lotes entre R1 y R5, de cultivares GM V a VIII (Gráfico 1).
Pero ¿todos recuerdan qué es la RAS?
La enfermedad puede ser causada por dos especies del género Phakopsora: P. pachyrhizi (originaria de Asia) y P. meibomiae (originaria de Sudamérica). Ambas especies son muy semejantes y sus síntomas no son distinguibles a nivel de campo. Sin embargo difieren en la intensidad de daño que provocan. La denominada “asiática” causada por Pakopsora pachyrhizi es la que ocasiona mayores daños, y es la especie que se ha detectado en Argentina. En Brasil y Paraguay la roya ha causado daños cuantiosos, en Argentina la enfermedad fue detectada en el ciclo agrícola 2001/2002 en la provincia de Misiones y luego fue extendiéndose geográficamente hacia otras áreas sojeras, presentándose todos los años con diferente intensidad, y hasta el presente las mayores pérdidas se registraron en la campaña 2006/2007 en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, sobre todo en cultivos de segunda fecha de siembra (Formento, 2007, Sillon, 2007). Estas pérdidas variaron del 20% al 60% en rendimientos según las zonas y el momento de infección de la RAS en el lote.
La RAS se dispersa a través del viento y sus esporas infectan cuando se depositan sobre hojas de soja y otras leguminosas huéspedes. Las condiciones favorables para la infección son temperaturas de 19 a 24º, aunque la amplia extensión geográfica de presencia de la enfermedad demuestra la plasticidad que presenta la roya a los límites ambientales, siendo la mayor condicionante para el hongo la necesidad mínima de 6 horas de mojado foliar para iniciar el proceso de la enfermedad. En condiciones favorables cada 10-11 días se produce una nueva generación de esporas (uredosporas), por eso es muy importante el diagnóstico precoz de la enfermedad (Foto 1).
Es un patógeno biotrófico, sobrevive de un año al siguiente en las plantas guachas de soja y en hospedantes alternativos de especies leguminosas, siendo el más importante una forrajera nativa: el kutzu. No está relacionada con los años de rastrojo que pueda tener el lote, ni el monocultivo.
No es una roya fácil de distinguir a campo, como puede ser la del trigo o avena, que el productor y el asesor están habituados a observar. Los síntomas progresan desde las hojas inferiores a las superiores: En los folíolos aparecen pequeñas lesiones o manchas castañas a las que corresponden en el envés típicos “volcanes” ó “pústulas” que están cargadas de minúsculas esporas, al principio translúcidas, luego canela, no son visibles a simple vista, se requiere lupa de 20X, y de 40X para hacer un trabajo de diagnóstico correcto (Foto 1). Nuestro país es “roya-dependiente” de otras zonas como Brasil, y el impacto de la enfermedad depende de la fecha de ingreso como epidemia en cada campaña, por lo tanto la elección de las fechas de siembra y la diversificación de cultivares son alternativas válidas como escape de esta patología.