Ing. Agr. Matías Cambareri -Responsable Agrometeorología Caburé -Consultor Privado
La ola de calor ocurrida en los últimos días en distintos puntos del país, con valores tan extremos (en algunos lugares se dieron máximas récords históricas), fue la que se llevó toda la atención. ¿Por qué? Por ejemplo cultivos como maíz, pueden sufrir el llamado “estrés por golpe de calor” que de ocurrir en etapas cercanas a la floración del cultivo, tiene un fuerte impacto negativo sobre el rendimiento en grano. Además, los efectos negativos serían potenciados cuando el cultivo se encuentra bajo estrés hídrico, situación en la que actualmente se encuentra prácticamente toda la región productiva de nuestro país. Así, previa a esta ola de calor ya contábamos con una gran cantidad de días por encima de 35°C (en maíz se ha generalizado el uso de 35°C como umbral de temperatura supraóptima) en diferentes zonas de la pampa húmeda (Figura 1).
Mencionado el posible efecto de la ola de calor de estos días, veremos qué es lo que está ocurriendo con un estrés abiótico de mayor importancia (en la escala jerárquica): el estrés hídrico. Una rápida visualización de esto podemos obtener con el nivel de agua en el suelo (Figura 2), que muestra una pequeña porción del territorio con niveles adecuados de agua en el suelo y corresponde al noroeste de Buenos Aires / sur de Córdoba y noreste de La Pampa. En todo el resto de la zona productiva del país, el nivel de agua en el suelo es limitado, con menos del 40% de agua total en el suelo. Por lo tanto, exceptuando las zonas mencionadas con niveles adecuados de agua en el suelo, las reservas de agua para cultivos como girasol de siembra temprana y tardía, y maíces de siembra temprana van desde escasas a sequía; mientras que maíces de siembra tardía y soja de primera se encuentran con reservas regulares a escasas.
Debido al estadío fenológico en el cual se encuentran los cultivos, podemos suponer que el rendimiento estará restringido y el volumen de producción será inferior al de otros años, sumando a la restricción hídrica los efectos negativos de la mencionada ola de calor.
Este pobre nivel de agua en el suelo, se dio como resultado del balance entre la oferta (precipitaciones) y la demanda (evapotranspiración de cultivo) durante el mes de diciembre y los primeros días de enero: precipitación por debajo de lo normal en todo el centro-este del país (anomalías negativas) y sólo precipitaciones por encima de lo normal en la región con adecuados niveles de agua en el suelo (anomalías positivas; Figura 3) y una alta demanda (por el estadío fenológico de los cultivo y el aumento de la demanda ambiental).
A partir de acá y observando lo que los modelos de pronóstico a mediano-largo plazo (más allá de los 30 días) indican, podremos ver si continuará comprometido el estado hídrico de los cultivos de verano durante el resto del período de mayores exigencias de agua por parte de los cultivos. Si bien estos modelos presentan un grado de incertidumbre, a partir de distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) permite saber cuán alejados podemos estar de una situación “normal”, permitiendo realizar una planificación en el corto plazo (en caso de ser posible).
La demanda la analizaremos a partir de la temperatura media esperada para los meses de enero-febrero-marzo (EFM), debido a que es una de las variables determinantes de este proceso. El pronóstico trimestral del SMN indica mayor probabilidad (40-50%) de tener temperatura media por encima de lo normal en prácticamente todo el país (sólo exceptuando el NOA; Figura 4). Es decir, que la temperatura media de ese período sería de al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 5. Esto podría indicar por lo tanto, mayor demanda atmosférica, que podría traducirse en mayor demanda del cultivo, dependiendo del estado fenológico en el que se encuentre.
Por otro lado, las precipitaciones, tienen mayor probabilidad (40-50%) de ser inferiores a lo normal en el NEA, superior a lo normal (40-45%) en el NOA y normales (>=40%) en el resto del país (Figura 6) es decir que se esperan menos de 400-300 mm en el centro-NOA, más de 150 mm en el NEA y entre 300 y 200 mm en el resto de la pampa húmeda (Figura 7; dependiendo de la zona) de precipitación acumulada. Asimismo, continúa el fenómeno de La Niña (fase fría del evento ENSO, El Niño South Oscilation) que en nuestro territorio tiene (en general) un impacto negativo sobre las precipitaciones.
La probabilidad de que en el próximo trimestre y hasta fin de ciclo de los cultivos (marzo-abril-mayo) se mantenga continúa siendo superior al 60% y recién para la estación fría comenzarían a ser mayores las chances de presentar la fase neutral del evento (Figura 8).
Resumiendo
Los cultivos de verano ya transcurrieron gran parte de su período de determinación de rendimientos bajo condiciones de deficiencia hídrica en gran parte del país. Sólo alguna región del país se encuentra con reservas aceptables y en esa zona posiblemente no se haya sufrido un estrés hídrico importante. El pronóstico trimestral del SMN indica que podrían comenzar a recargarse los perfiles en la zona central, no así en el centro-NEA donde continuarán los efectos negativos sobre las precipitaciones del fenómeno ENSO, que continúa con mayores probabilidades de fase fría (La Niña) hasta el inicio del invierno. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva lo necesario y aliviar algo las deficiencias, esperemos que enero sea ese mes!. El sector ya está acostumbrado a estos escenarios y ya surfeamos la ola de calor, ahora a surfear con el problema hídrico.
En años como este, queda de manifiesto la importancia de la agrometeorología para la toma de decisión en el largo plazo, permitiendo realizar planteos agronómicos sustentables y un uso racional de los recursos tecnológicos disponibles: estrategias de manejo tendientes a la conservación de agua y manejo de riego en función de los requerimientos del cultivo.
A una escala de tiempo más corta, estar atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días) la atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas aquí presentadas, se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.