La macroeconomía y la campaña agrícola atraviesan un momento delicado: en la macroeconomía la disyuntiva es qué se enfriará primero y de manera más pronunciada, ¿la actividad económica o la inflación? en el planeta #Campo las bolsas empiezan a adelantar una campaña “no tan buena” en promedio, pero la duda se mantiene hasta que las cosechadoras entren al lote, mientras que los precios se alejan cada vez más de su pico.
Por: Iván Ordóñez- Economista especializado en AgroNegocios –
La macro argentina no es sencilla, está llena de trabas coyunturales: un gasto público nacional poco flexible a la baja con mucha corresponsabilidad con los provinciales y un Banco Central quebrado en pesos y dólares. Hasta ahora, el programa da señales auspiciosas: hay superávit primario, la deuda en pesos del central se desploma en términos reales y los incentivos revierten los flujos al punto que el Banco Central alcanza a acumular compras por 8.000 millones de dólares.
Obviamente hay muchos “trucos” para lograr estas metas que son un paso necesario hacia el descenso paulatino de la inflación: estos trucos de los primeros 3 meses de gestión llevan a los agentes de la economía a preguntarse cuán sostenible y virtuoso es el proceso. Se suma lo estructural: la debilidad política del gobierno para operar sobre una realidad de un país inundado de pobres (al borde de ser un país pobre) con una clase media que se ajusta hace 13 años; caminamos todos por tierra incógnita, es día a día.
Mientras tanto los productores recorren lotes y evalúan pérdidas, en el NEA y en la zona núcleo el golpe se siente fuerte en general, a nivel país sufren los maíces tardíos y la soja de segunda; para muchos ya son demasiadas sequías consecutivas y el golpe es difícil de absorber financieramente, la creatividad no es eterna. Los precios deberían subir mucho una vez que la FED recorte tasas, pero ¿cuándo se decidirán a hacerlo?
Cruzando el charco, los farmers de Francia y Alemania (principalmente) atraviesan su primer año de la nueva Política Agropecuaria Común (PAC) que se inició en 2023 y termina en el 2027, y si bien les encantan sus derechos (subsidios cuantiosos y protección con aranceles, cuotas y trabas para-arancelarias) detestan sus obligaciones, particularmente los objetivos medioambientales empujados por los partidos verdes, sobre todo en Alemania.
No eligen un momento inocuo para presentar su reclamo: el pro libre mercado Macro se presenta a elecciones y su impulso del tratado Unión Europea-Mercosur no tiene la bendición de la ruralidad francesa. Si los productores agropecuarios sudamericanos juegan su partido en la cancha, los franceses fueron a la FIFA a pelearlo en el escritorio. El éxito de los europeos es explícitamente la condena al fracaso de los sudamericanos, ellos lo tienen muy claro (ver foto).
Una vez más (como se repite hace 2 décadas) la suerte del programa económico depende en gran parte de la campaña agrícola, más una falencia de nuestros gobernantes que una virtud de nuestros productores, ya que en una economía sana ellos serían parte de un conjunto y no la única esperanza. El tren del acuerdo con los europeos se desdibuja en el horizonte camino a la terminal “las que dejamos pasar”.