Por: Lic. en G. Agrop. Juan José Gallego. EEA Valle Inferior, Convenio Pcia. de Río Negro-INTA.
En el presente artículo se abordaran de manera general algunos aspectos de manejo del cultivo, claves para una adecuada producción de forraje en los sistemas productivos de la región.
En Patagonia, los sistemas ganaderos de los valles regados requieren de un proceso de intensificación de la producción de carne y leche que responda a las demandas regionales de estos productos, que actualmente no son satisfechas. Las producciones ganaderas intensivas a pasto requieren disponer de un mayor capital de trabajo para lograr cumplir al menos con dos objetivos: el incremento de la carga animal en los sistemas y la producción durante todo el año.
Las pasturas mixtas alfalfa-gramíneas, que constituyen la base forrajera de los sistemas ganaderos, suministran forraje entre setiembre y abril (210 a 240 días dependiendo del año), no obstante sigue existiendo un bache de fines de otoño e invierno. En esta época del año, en condiciones de riego, el crecimiento de las pasturas perennes desciende marcadamente por las bajas temperaturas y la escasa radiación solar, situación que puede remediarse entre otras opciones, con la inclusión de verdeos estacionales.
La incorporación de verdeos de invierno en la cadena forrajera permite mantener una oferta de forraje relativamente estable a lo largo del año. Sin embargo, dado el impacto que produce su inclusión en los resultados físicos y económicos de la empresa (aumento de costos directos) resulta necesario utilizarlos con la máxima eficiencia posible.
Entre los cultivos forrajeros invernales con mejores posibilidades para adaptarse a estas condiciones, se encuentran la avena, cebada forrajera, centeno, triticale y el raigrás anual.
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