Ing. Agr. Matías Cambareri -CPO Caburé –
Habitualmente, en gran parte del país (exceptuando algunas regiones del este de la Patagonia), el invierno no es una época en la que se espere una gran lámina de precipitaciones acumuladas. Sin embargo, los milímetros de lluvia que ocurran, serán claves para la decisión de siembra de cultivos de fina o una vez tomada la decisión, para la implantación y el desarrollo de los mismos.
Necesariamente se requiere de mayor acumulación de agua en los primeros centímetros de suelo porque, como dice el dicho, “la fina se hace con el suelo”, con el agua que podamos retener ahí y lamentablemente, este invierno comenzó más invierno de lo normal. La precipitación acumulada durante el mes de junio (Figura 1) estuvo por debajo de lo normal principalmente en el este del país. De la extensa red de estaciones pluviométricas con las que cuenta Caburé, casi el 70% de ellas (más de 350 puntos de medición) tuvieron una precipitación acumulada menor a 5 mm. En la Provincia de Neuquén, se dio la mayor cantidad de días con precipitación superior a 10 mm (4 días), mientras que en la Provincia de Corrientes, se dieron los valores más altos de precipitación acumulada (superando los 190 mm en Santo Tomé). El primer mes del invierno meteorológico no permitió incrementar los niveles de agua en el suelo e incluso, las precipitaciones estuvieron por debajo de los valores normales.
Estas precipitaciones (escasas) definieron el contenido de agua en el suelo actual, una de las variables agrometeorológicas más importantes que condicionan no sólo el rendimiento de los cultivos, sino también y como hemos visto en esta campaña la decisión de siembra. Esta variable no siempre medida, puede ser estimada a partir de un balance entre la “demanda” (de la atmósfera o del cultivo una vez implantado) y la “oferta” de agua (precipitaciones).
¿Qué es lo que actualmente observamos y cómo esperamos que evolucione esa variable?
Por un lado, el agua disponible en la capa más superficial del suelo (capa arable; Figura 2), sólo presenta niveles adecuados en las regiones costeras del sudeste bonaerense, por ejemplo. Es decir que el suelo continúa secándose y la reposición ha sido escasa. Por otro lado, el nivel de agua disponible en el perfil del suelo (Figura 3), continúa siendo limitado a insuficiente en la región central de nuestro país y adecuado a óptimo en la Provincia de Buenos Aires y todo el este del país, indicando que aún tenemos una buena reserva de agua en el suelo en esa región. ¿Cuál es el problema entonces? Las raíces de los cultivos aún no llegan a la profundidad donde la mayor parte del agua se encuentra. Los cultivos necesitan crecer y desarrollarse primeramente, y sin agua en los primero centímetros este crecimiento será un tanto más lento de lo normal (sumado al lento desarrollo por los extremos de temperaturas mínimas de las últimas semanas). Junio fue un mes con escasas lluvias, veamos qué nos espera en materia de precipitaciones para el resto del invierno y el inicio de la primavera de manera de favorecer la recarga del perfil en los sitios donde haga falta pensando en los momentos críticos de los cereales de invierno y en la siembra de los cultivos de verano.
Para ello, observemos los modelos de pronóstico a mediano-largo plazo (más allá de los 30 días) que, si bien presentan un grado de incertidumbre, son útiles para saber cuán alejados podemos estar de una situación “normal”, permitiendo realizar la mejor planificación posible de las prácticas de manejo a seguir en nuestra producción. Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada en parte por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses. El pronóstico trimestral del SMN para el trimestre que comienza (meses de julio-agosto-septiembre) indica (i) mayor probabilidad (40-50%) de tener temperatura media por encima de lo normal en el este de la Patagonia, el oeste de Buenos Aires/este de La Pampa y Córdoba, (ii) mayor probabilidad (40-50%) de tener temperatura media por debajo de lo normal en el Cuyo y NOA y (iii) mayor probabilidad de tener valores normales de temperatura en el NEA. En el centro y este de Buenos Aires, no hay una categoría con mayor probabilidad de ocurrencia (Figura 4).
Esto significa que para el este de la Patagonia, oeste de Buenos Aires, este de La Pampa y Córdoba, la temperatura media en ese trimestre sería al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 5, y para el NOA, la temperatura media en este trimestre sería al menos 0,5 °C menor a esos valores de la Figura 5. Asumiendo que gran parte de la demanda atmosférica está asociada a la temperatura, es esperable que sea mayor a lo normal donde se esperen mayor probabilidad de temperaturas por encima de lo normal.
Por otro lado, las precipitaciones, tienen mayor probabilidad (40-55%) de ser inferiores a lo normal en prácticamente todo el país (Figura 6), exceptuando el NOA, el NEA y el sur de la Patagonia. Es decir que se esperan menos de 150-50 mm en la zona centro-este del país (Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe), menos de 50-25 mm en la región central y menos de 200-150 mm en el oeste de la Patagonia (Figura 7). Nuevamente, el balance hídrico atmosférico tendería a ser normal a levemente negativo y habría mayor pérdida de humedad del suelo respecto de lo normal, en la región núcleo agrícola durante el invierno, limitando el crecimiento de los cultivos de invierno en esas regiones (recordemos que durante este tiempo, la pérdida de agua desde el suelo es más evaporación que transpiración, ya que no hay cobertura completa del suelo por parte de los cultivos).
El pronóstico estacional, permite ver un poco más allá y también ayuda en la toma de decisiones en el largo plazo, por ello la importancia del evento ENSO (El Niño South Oscilation) que en nuestro territorio tiene (en general) un impacto negativo sobre las precipitaciones. La probabilidad que en el próximo trimestre, a la salida del invierno meteorológico (agosto-septiembre-octubre) se mantenga la fase fría del evento (“La Niña”) es del 58% y se mantendría oscilando en estos valores, hasta enero, donde la fase neutral del evento tendría mayores chances de ocurrencia (Figura 8). De mantenerse esto, sería el tercer año consecutivo del evento la Niña, aunque esta vez en su versión “débil”. Para aquellos memoriosos, esta situación ya ocurrió 2 veces (desde 1950): de 1970 a 1973 y desde el año 1998 al 2000.
Resumiendo
La situación hídrica continúa siendo adecuada hacia el este del país, aunque comienzan a observarse restricciones cada vez más cerca de la zona costera, fundamentalmente en los primeros centímetros de suelo. Las más que escasas lluvias de junio no fueron suficientes para recargar el perfil de suelo y los modelos de pronóstico a largo plazo del SMN indican menos precipitaciones de lo normal para los próximos 3 meses en prácticamente todo el país.
Continuaríamos con limitaciones hídricas en el transcurso de los cultivos de fina y pensando en la gruesa, el inicio sería con niveles de agua insuficientes. Sumemos a esto el fenómeno ENSO para el que se prevé que continúe con la fase fría (la Niña), aunque débilmente al menos hasta fin de año.
Utilizar la agrometeorología como herramienta en la toma de decisiones para decidir las mejores prácticas que ayuden a hacer “economía del recurso hídrico”, resulta tan útil como cualquier otro análisis en el sector agropecuario. El monitoreo de las condiciones actuales, el análisis de los pronósticos o bien, la recopilación de datos para la construcción de estadísticas son la clave para incrementar la productividad y eficiencia de nuestros sistemas.
Este resumen es un pantallazo general de lo que puede ocurrir y debe seguir ajustándose a medida que la campaña avance, contando con mayor certeza en los indicadores. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica por lo que estemos atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días). La atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.