Balance de mercados, decisiones y aprendizajes para pensar el 2026
Lic. Sebastian Salvaro – Co-Founder y Director Simpleza SA
El 2025 será recordado como el año en que los mercados granarios dejaron definitivamente de mirarse solo desde el clima y los stocks. Fue un año en el que la macroeconomía, la política internacional y los conflictos geopolíticos volvieron a ocupar el centro de la escena, condicionando precios, flujos comerciales y expectativas.
En ese contexto, el mercado de granos operó más tiempo en modo defensivo que en modo expansivo. Hubo oportunidades, sí, pero fueron breves, tácticas y exigieron una lectura fina del contexto global.
Un escenario internacional cargado de tensión e incertidumbre
La economía global: tasas altas y crecimiento frágil
Durante gran parte de 2025, las principales economías del mundo convivieron con tasas de interés elevadas, utilizadas como herramienta para contener la inflación acumulada de los años previos. Este escenario tuvo un impacto directo en los mercados de commodities:
- Mayor costo financiero para sostener posiciones largas.
- Menor apetito por acumulación de stocks.
- Flujos de capital más selectivos y menos tolerantes al riesgo.
En este marco, los granos dejaron de ser vistos como “resguardo” y pasaron a competir con instrumentos financieros que ofrecían rendimiento sin volatilidad productiva.
El regreso de la guerra comercial y el factor Trump
El retorno de Donald Trump a la centralidad política reactivó una lógica que el mercado conoce bien: proteccionismo, presión sobre socios comerciales y uso de los granos como herramienta geopolítica.
Estados Unidos volvió a priorizar su mercado interno, endureció su discurso frente a China y reinstaló la amenaza de aranceles y restricciones comerciales. Aunque muchas medidas quedaron en el plano discursivo, el efecto sobre el mercado fue concreto:
- Mayor volatilidad en Chicago.
- Cambios tácticos en el ritmo de compras chinas.
- Reconfiguración de flujos hacia Sudamérica.
Para países exportadores como Argentina y Brasil, este contexto generó oportunidades puntuales, pero también aumentó la competencia entre orígenes.
Guerras activas y conflictos persistentes
A lo largo de 2025, el mundo siguió operando con conflictos abiertos que impactaron directa o indirectamente en los granos:
- La guerra en Ucrania continuó afectando la región del Mar Negro, clave para trigo y maíz.
- Las tensiones en Medio Oriente mantuvieron elevada la incertidumbre sobre energía y logística.
- Conflictos regionales y riesgos sobre rutas marítimas elevaron costos y primas de seguro.
Si bien ninguno de estos factores generó una suba estructural de precios, sí aportaron picos de volatilidad, especialmente en momentos de menor liquidez.
China: menos previsible, más estratégica
China dejó en claro en 2025 que ya no compra por necesidad inmediata, sino por conveniencia estratégica. Alternó orígenes, ajustó volúmenes y priorizó precios y timing.
Para el mercado, esto implicó:
- Menos señales claras de demanda sostenida.
- Más movimientos oportunistas.
- Mayor dependencia del clima y de errores productivos para generar subas.

En Argentina: estabilización macro, cambio de reglas y un productor en transición
2025 obligó al productor argentino a reaprender a leer la economía local. Fue un año bisagra, marcado por un cambio profundo en el enfoque macroeconómico, con impactos directos sobre costos, precios relativos y decisiones comerciales.
La economía argentina transitó un proceso de estabilización nominal, con una fuerte desaceleración inflacionaria respecto de años previos, mayor disciplina fiscal y una política monetaria más contractiva. Este nuevo escenario trajo previsibilidad, pero también exigió ajustes rápidos:
- Menor inflación significó menos “licuación” automática de costos.
- Mayor tasa real positiva encareció el financiamiento y penalizó la espera.
- Tipo de cambio más estable redujo la ganancia financiera implícita de retener grano.
En este contexto, el grano dejó de ser un refugio financiero y volvió a ser, principalmente, un activo productivo y comercial.
Retenciones, señales y expectativas
Si bien 2025 no trajo una eliminación estructural de los derechos de exportación, sí estuvo atravesado por señales políticas y expectativas que influyeron en el comportamiento del mercado:
- Discusión permanente sobre el rol de las retenciones.
- Mayor transparencia en reglas, pero sin definiciones de largo plazo.
- Un productor más cauteloso, menos especulativo y más enfocado en flujo de fondos.
Este clima generó un cambio relevante: las decisiones comenzaron a tomarse más por margen que por expectativa política. El productor empezó a mirar con mayor atención el resultado económico integral, y no solo el precio futuro.
Costos, insumos y nueva lógica de márgenes
Otro rasgo central de 2025 fue la reconfiguración de la estructura de costos. Con menor inflación y un tipo de cambio más ordenado:
- Los insumos dejaron de “licuarse” en el tiempo.
- El canje volvió a ser una herramienta estratégica, no defensiva.
- La planificación financiera ganó protagonismo frente a la improvisación.
En este nuevo esquema, el error ya no se corrige solo con una suba de precios. El margen pasó a depender de decisiones previas: tecnología aplicada, estructura de costos, financiamiento y estrategia comercial.
El productor frente a un nuevo régimen económico
Quizás el cambio más profundo de 2025 no fue numérico, sino cultural. El productor argentino comenzó a transitar un escenario donde:
- Guardar grano tiene costo.
- Esperar sin plan es una decisión riesgosa.
- La gestión vuelve a ser tan importante como el rinde.
Este nuevo régimen económico no fue necesariamente peor, pero sí más exigente. Premió al productor empresario y castigó al productor financiero.

Resumen fundamentos de mercado
Soja: fundamentos equilibrados, sin drivers alcistas
- Oferta global amplia y bien distribuida.
- Brasil consolidado como principal proveedor.
- Demanda firme, pero sin urgencias.
- Complejo industrial marcando el pulso más que el poroto.
En Argentina, la soja expuso con claridad la diferencia entre precio nominal y margen real. El productor que gestionó riesgo pudo sostener resultados; el que apostó a una suba tardía, quedó expuesto.
Conclusión soja: mercado estable, sin premio para la espera. La clave fue la gestión.
Maíz: el cultivo más sensible al contexto global
- Estados Unidos con fuerte peso exportador.
- Alta relación con el mercado energético.
- Sensibilidad extrema al clima y a la política comercial.
A nivel local, el maíz combinó buen potencial productivo con mayor riesgo. Las decisiones apresuradas —ya sea vender demasiado temprano o retener sin cobertura— tuvieron costo.
Conclusión maíz: equilibrio y método. El resultado dependió más del proceso que del precio.
Trigo: abundancia como límite estructural
- Oferta global elevada.
- Competencia fuerte del Mar Negro.
- Demanda internacional abastecida.
Argentina logró una muy buena producción, pero en un mundo bien abastecido eso no se tradujo automáticamente en mejores precios. El trigo fue rentable cuando se trabajó calidad, logística y timing.
Conclusión trigo: en mercados abundantes, la estrategia comercial define el resultado.
Mirando al 2026: las certezas que deja un año complejo
El próximo ciclo encuentra al mercado con:
- Alta oferta global.
- Política internacional impredecible.
- Volatilidad como regla.
Por eso, más que nunca:
- El foco debe estar en márgenes, no en precios máximos.
- La estrategia debe definirse antes de sembrar.
- La disciplina será más valiosa que la intuición.































