Recomendaciones de FMC para no perder hasta 25% del rinde

Desde que comenzó febrero, el régimen de lluvias en las zonas agrícolas extensivas de Argentina mejoró notoriamente, lo que trajo alivio para muchos campos en los que los cultivos estaban acusando síntomas de estrés hídrico. Pero este aporte hídrico, que llega en un momento oportuno debido a que la mayoría de los planteos de soja […]
febrero 21, 2020

Desde que comenzó febrero, el régimen de lluvias en las zonas agrícolas extensivas de Argentina mejoró notoriamente, lo que trajo alivio para muchos campos en los que los cultivos estaban acusando síntomas de estrés hídrico. Pero este aporte hídrico, que llega en un momento oportuno debido a que la mayoría de los planteos de soja y de maíz están en su período crítico de definición de rendimiento, también esconde una amenaza: la humedad favorece el desarrollo de enfermedades de fin de ciclo.

En el caso de la soja, “las condiciones ambientales predisponen al aumento de presión de patógenos y es el momento de cuidar los cultivos” afirmó Matías Retamal, gerente de fungicidas y tratamiento de semillas de FMC. Bajo este panorama, el manejo preventivo siempre es la mejor estrategia. “Hay que realizar los monitoreos en tiempo y forma para detectar la presencia de enfermedades, determinar cuáles son y relevar si el umbral de afectación requiere una aplicación. De lo contrario, el saldo negativo puede ser significativo”, resumió el especialista.

 “Cuando la enfermedad está y no se trata correctamente, se registran pérdidas de entre cinco y 25 por ciento en los rendimientos producto de las EFC. Si llegamos en tiempo y forma, reducimos eso”, amplió. Sobre este punto, indicó que no debe elegirse el producto más económico sino el más eficiente y adecuado para la enfermedad detectada. “Elegir el más barato puede tener un impacto inicial en el bolsillo favorable, pero a la larga el rinde y la calidad se puede ver lo mismo afectado. Es la elección del fungicida correcto lo que permite un control químico satisfactorio”, recordó Retamal.

También hizo hincapié en tener mucho cuidado en la calidad de las aplicaciones. “Es clave respetar las dosis incluidas en el marbete y también ser lo más precisos posibles en el momento de  realizar la aplicación”, puntualizó.

Control

Para enfrentar esta guerra contra los hongos, FMC tiene dos armas:

·         Nanok. Es un fungicida elaborado con una mezcla de estrobirulina y triazol, que puede controlar un amplio espectro de enfermedades. Sus dos principios activos, Azoxistrobina y Flutriafol, ambos en una mezcla equilibrada, le otorgan alto poder de penetración, movimiento vía xilema y translaminar, obteniendo una excelente redistribución del producto dentro de la planta, lo cual es muy importante para lograr un correcto índice de control del complejo fúngico. Además, posee alta residualidad y es totalmente selectivo.

·         Rubric Max. Es un fungicida también de mezcla de estrobirulina y triazol, dos modos de acción que logran un efecto superior, bloqueando la síntesis de ergosterol y el proceso respiratorio de los patógenos, generando un efecto preventivo, curativo y erradicativo. Este producto presenta mayor carga de activos, compuesto por azoxistrobina (20 por ciento) y epoxiconazole (10 por ciento).

“Con un rango de aplicación de entre 400 y 480 centímetros cúbicos por hectárea, con Nanok se puede lograr el control de todo el complejo de enfermedades de fin de ciclo. Con Rubric Max, son 250 – 300 centímetros cúbicos por hectárea que tienen efecto de R1 en adelante. La secuencia lógica sería primero aplicar Nanok y luego completar con Rubric Max”, explicó Retamal.

En este contexto, FMC también recomienda una herramienta adicional que potencia las anteriores: Biofusión, una nueva línea de “crop protection”; un cofactor con base orgánica que ayuda a la penetración, favorece la tasa de ingreso del producto en la planta y contribuye a minimizar las pérdidas de activo por volatilización y evaporación. Es un producto innovador y tecnológico que vino a complementar el portfolio de manera positiva, potenciando el valor de nuestros productos.

“Biofusión hace que el fungicida tenga un mayor impacto y se difunda más rápido dentro de la hoja, alcanzando los puntos donde están los patógenos. Eficientiza el poder químico del producto. Además, es banda verde, lo que significa que también aporta al cuidado del ambiente”, añadió Retamal.

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