Antonio Mallarino es Profesor Emérito (jubilado) y fue Profesor de Agronomía, Especialista en Investigación y Extensión en Gestión de Nutrientes, hasta el 31 de diciembre de 2023, en la Universidad Estatal de Iowa (ISU).
Sin embargo, continúa sus actividades terminando informes de investigación y artículos, ayudando a terminar a sus estudiantes graduados y contribuyendo a la Extensión de ISU para áreas dentro de su experiencia.
Se ha centrado en el fósforo, el potasio, la cal, los micronutrientes, la gestión de los nutrientes del estiércol, las pruebas del suelo y el análisis de plantas, el uso de tecnologías de agricultura de precisión y los impactos de la gestión en la pérdida de fósforo de los campos.
Ha sido corresponsable de las directrices de gestión de nutrientes de la Extensión de la ISU, ha contribuido al desarrollo del Índice de Fósforo de Iowa y de la Estrategia de Reducción de Nutrientes de Iowa. Ha representado a la ISU en el Comité de Análisis de Suelos y Plantas de la Región Norte-Central del USDA/NIFA y en el comité Minimizing P Losses from Agriculture.
Ha trabajado en el comité de supervisión del Programa de Ensayos de Aptitud de Norteamérica y ha sido editor asociado durante 6 años del Agronomy Journal y del Soil Science Society of America Journal. Co-desarrolló la página web de ISU Extension Soil Fertility y continúa ayudando a mantenerla.
Hoy, en esta entrevista, descubriremos en lado más personal de su vida, cómo fueron sus comienzos en el agro, sus pensamientos e ideas respecto a la actualidad y cómo todo se va transformando.
Por: Juan Carlos Grasa
Antonio, un gusto volver a vernos. Recién escuchándolo en su presentación, dio a entender que la cosa no estaba como antes, ¿a qué se refiere?
Yo trabajé durante 52 años, empecé en Uruguay, hace 35 que estoy acá en Iowa. Quiero decir que tengo experiencia trabajando por una universidad, trabajando en investigación y en extensión, y yo me crié en un tambo, ¿verdad? Y gran parte de mi investigación en Uruguay era en el campo de productores y acá también, en Estados Unidos también. Yo lo que estoy viendo tanto allá en Uruguay, en Argentina, como aquí, es que los gobiernos federales o estatales y la administración de los departamentos de agricultura y de las universidades agrícolas, ya no le dan tanta importancia a la investigación aplicada y a la transferencia de tecnología o extensión.
Y usted dice ¿esto no es para mí?
Eso es lo que a mí me gustaba. Cuando trabajaba con mi padre en el tambo allá en Uruguay, había una falta de información tremenda, teníamos que ir a la universidad, al INTA o al INIA, a pedir por favor que nos dieran ayuda, por eso yo tenía el campo lleno de ensayos.
¿Ese fue el gran cambio que notó cuando se vino a vivir acá?
Lo que me gustó cuando vine acá a Estados Unidos fue que cada Estado es como un país independiente, es más independiente que las provincias en Argentina, entonces, tiene su departamento de agricultura, tiene su universidad, etcétera, etcétera. Además, estaba el Cooperative Extension Service, que es el servicio de extensión cooperativo entre el USDA, el Departamento de Agricultura Federal, y las universidades.
¿Entonces, cada Estado tenía una universidad pública?
Claro y la de IOWA era la mayor universidad en términos de agricultura, donde ellos tenían financiación, profesores y programas para ciencias, agronomía, genética, y también investigación, método de siembra, semillas, fertilidad, todo ese tipo de cosas. Cuando vine acá a estudiar, especialmente cuando hice el doctorado, me di cuenta de que era fantástico, esto es la meca, estoy hablando de los años 1990, 92, 93, 94.
¿Pero usted en Uruguay tenía todo para crecer, pero decidió quedarse en EE. UU?
Yo terminé de estudiar, era profesor en Uruguay y mi señora también, y tenía a mis estudiantes allá, productores, y me gustaba. Pero en Uruguay estábamos saliendo de la dictadura, había graves problemas, la universidad especialmente, era una olla de grillos. Entonces cuando ya estábamos terminando, a punto de volvernos, me ofrecieron un postdoctorado, y decidí quedarme acá a trabajar un tiempo. Cuando ya estábamos por volvernos, se jubiló la persona que ocupaba el puesto que yo acepté – es la posición en que estoy ahora – y era mi ideal, porque era para trabajar 70% en investigación, ciencia aplicada, y después extensión, transferencia de tecnología.
¿Qué tan difícil fue esa decisión?
Me acuerdo que hablé con mi esposa, yo tenía la camiseta de la universidad de Uruguay bien puesta, pero la verdad que, con toda la incertidumbre que se vivía y dos hijas – una nació acá – yo realmente me sentía útil aquí.
“Cuando los extensionistas me piden ayuda para ir a hablar con productores, lo hago gratis”
Entonces, ¿qué pasó con eso de que ya no es como antes?
Empezó esta “evolución”, como que los productores se hacen cada vez más grandes, no tanto como en Argentina, o Brasil. Ya ellos escuchan directamente más a las compañías que a los servicios de extensión. Empezó a reducirse el dinero para hacer extensión de investigación aplicada. En 35 años de trabajo, el 90% de los fondos para investigación, experimentos de campo, extensión, etc. los tenía que conseguir yo; a mí la universidad me daba el sueldo, todo lo demás tenía que salir a buscarlo.
¿Era fácil o complicado conseguirlo?
Por suerte, yo siempre fui muy vivo, inteligente en cómo manejarme con las compañías. Yo sacaba lo que me interesaba, lo que les interesaba a ellos, trabajamos juntos. Y las asociaciones de productores, la de soja, la de maíz, la asociación de productores de cerdo, toda esa gente daba dinero para hacer investigación. Pero a medida que empezó a pasar el tiempo, es como que la gente dijo, bueno, ya se sabe mucho de investigación aplicada.
Y si la gente ya sabe mucho, ¿para donde se apuntan los cañones de la investigación?
Hay que hacer investigación, en genética, en el espacio, en la ecología, en el secuestro de carbono, en la biología, los impactos ambientales y todas esas cuestiones. Lo referido a manejo – como manejo de la fertilidad, qué semillas usar – las mismas compañías se pueden hacer cargo de eso. Entonces, claro, al mismo tiempo, las organizaciones estatales del Servicio de Conservación de Suelos y del Departamento de Recursos Naturales, que son los encargados de ver el asunto de la polución y el manejo de buenas prácticas empezaron a ponerse nerviosos.
Claro, se pasaba a depender de compañías, y esa opción era vulnerable
Si, empezaron a decir, no, paren un poquito, nosotros necesitamos esto y si las universidades no generan estudiantes y trabajo de investigación, todo será más complicado. No podemos depender solo de las compañías, porque las compañías tienen interés comercial.
¿Así surgió la interacción entre las compañías y los profesores investigadores?
Si, ahí se puede trabajar bien, como todavía se está trabajando. Pero muchas compañías se dieron cuenta que no necesitan trabajar con las universidades. Especialmente las grandes compañías de fertilizantes, por ejemplo, y de semillas. Cada vez están interaccionando menos con las universidades. Y muchos productores ya hacen lo que ellos dicen.
¿Antonio, como se siente hoy lejos de la vorágine de la universidad desde su jubilación?
Es una lucha, te digo la verdad. Una de las cosas que más me alegró cuando decidí jubilarme hace dos años, es no tener que escribir proyectos. Porque yo prácticamente no podía ir al campo, tenía 10, 12, 15 estudiantes y gente trabajando, porque tuve suerte de conseguir el dinero. Pero era un burócrata escribiendo proyectos y hablando para tratar de conseguir dinero para hacer investigación. Cuando eso lo tendría que hacer el decano, yo tengo que estar en el laboratorio, en el campo. Y no me empezó a gustar, ya la cosa se estaba complicando.
Antonio, esa investigación que usted dice, lo que ahora importa – el medio ambiente, la genética pura, el impacto ambiental – ¿la universidad está de lado o está metida en esta nueva ola de interés?
La universidad siempre tiene problemas para conseguir dinero. Entonces, por supuesto, las empresas privadas dan dinero a lo que les conviene. Hay áreas que se están desarrollando bien porque tienen financiación. Pero después, el dinero grande que viene de la National Science Foundation, del USDA, está para cosas básicas, está para cosas del ambiente.
“A mí la universidad me daba el sueldo, todo lo demás tenía que salir a buscarlo”
¿Y cuál fue uno de sus últimos proyectos para desarrollar?
En los últimos años, la mitad de mis proyectos eran sobre impacto de manejo de fósforo en calidad de agua. Siempre digo, en el 2000 me transformé en un vulgar ingeniero agrícola porque tenía que andar con las bombas, tanques y simuladores de lluvia, todas esas cosas que a mí me gustaban.
¿Actualmente, hacia dónde va la investigación?
Hay muchas cosas en que la universidad está presente, pero, por ejemplo, en cuestiones de genética, de cultivo y de animales, ya perdieron el colectivo hace mucho y se está avanzando más. Inclusive cosas de alta tecnología, como agricultura en precisión, todas estas cosas. Es mi opinión, ¿verdad? nosotros estamos corriendo de atrás, tratando de decir, vamos a trabajar juntos.
¿Quién cree que lleva la vanguardia?
Las compañías tomaron todas estas aplicaciones. El problema es que hasta los gobernantes, aún los demócratas que siempre eran muchos de la granja familiar y todas esas cosas, ya ahora se están dando cuenta que hay que invertir en ciencias básicas. Si los productores hacen algo mal, se les pone regulación. Por eso la lucha siempre con EPA, con regulación y otras cosas.
Nuestra idea siempre ha sido hacer las cosas de manera voluntaria, hay que trabajar en investigación aplicada y en transparencia de tecnología. Trabajar junto con productores y compañías para el bienestar de todo el mundo, para que los productores también ganen dinero, ellos tienen que sobrevivir.
¿Qué otro cambio encuentra entre la universidad de hoy y la de hace unos años?
Por ejemplo, los estudiantes que vienen a estudiar agronomía, hace años atrás, el 90% eran hijos de productores rurales o relacionados a la industria agropecuaria. Ahora creo que será el 10%. La mayoría viene de la ciudad. Entonces, ni saben cuál es la diferencia entre maíz y soja, están interesados en el aspecto ecológico, el carbono y el efecto Green-house y demás detalles. Hay cosas prácticas que hay que pasárselas al productor para que haya un cambio, ahí, pero, ¿quién lo hace?
Siento que el ambiente ya va en una dirección que a mí no me gusta. No la puedo cambiar. Vos no tenés idea de cuántas veces, hasta hace unos 7 u 8 años, me han invitado a ser jefe de departamento. ¡!Cruz diablo!!, no!! Yo no quiero ser jefe de departamento, ni decano, porque es una situación tremenda, política. No me gusta mucho cómo están cambiando las cosas.
¿Pero usted no espera un cambio?
Si, ahora espero que haya un cambio. Mi padre, viejo productor rural y muy sabio, hablaba de la teoría del péndulo. “Antonio, no te pongas demasiado negativo, porque esto es un péndulo. Esperas 2, 3, 4 años y va a venir” decía. Ahora tengo 73 años, el péndulo… no va a dar mucho, así que me voy a ir.
Y hago esto que estoy haciendo hoy acá, darles la charla a ustedes, porque me encanta. Y sigo, cuando los extensionistas me piden ayuda para ir a hablar a productores, lo hago gratis, porque me gusta. La vocación siempre está.
“Hay áreas que se están desarrollando bien porque tienen financiación”
Antonio, si le pregunto, ¿su vida cambió mucho desde que se jubiló? ¿Va a vivir acá, se va a quedar acá?
Mi vida cambió muchísimo hace 12 años, cuando mi esposa empezó con demencia, Alzheimer o algo parecido y estuvo 10 años en una casa de salud. Los últimos 3 o 4 años ya no podía hablar, no podía moverse. Me conocía, porque cuando iba la cara le cambiaba, iba a visitarla todos los días. Pero yo seguía en mi trabajo, era mi refugio, mi psicólogo. La gente me aconsejaba ir al terapista…para mí el trabajo, eso que tanto me gusta, era mi forma de canalizar. Hace dos años falleció y entonces decidí jubilarme.
Siempre fui un workaholic, como dicen. No tengo ningún hobby. El hobby mío era trabajar. Empecé los trámites para jubilarme porque ella estaba mal y cuando me jubilé, falleció. Nunca dejé de escribir propuestas, pero esto es una transición, el día que la universidad decida contratar un reemplazo, ahí voy a desaparecer. Hay que dejar avanzar a la nueva generación.
Muchísimas gracias Antonio, un gusto como siempre hablar contigo!
Muchísimas gracias a ti.