La oportunidad de ser más eficientes y sustentables
Autor: Ing. Agr. (Esp.) Facundo Menta
Con el advenimiento de la siembra directa en Argentina, incorporamos a nuestra jerga el término “barbecho químico”, haciendo mención al lapso de tiempo que transcurre entre la primera aplicación para el control de malezas post-cosecha y la siembra del próximo cultivo dentro de una rotación planificada.
Además de reducir la incidencia de esas especies indeseadas dentro del sistema, esta práctica tiende a preservar los niveles de agua en suelo, con el fin de resguardar la disponibilidad del recurso para el cultivo sub-siguiente. En ese sentido, aquellos lotes que salen de cultivos estivales como el maíz, por las características del restrojo originado una vez “levantado el lote”, generan ciertas complicaciones a la hora de controlar malezas en post-emergencia de las mismas. La complejidad de la tarea, viene de la mano de la ubicación de estas “malas hierbas”, consideradas como el blanco a alcanzar en este tipo de pulverizaciones.
“De toda la población objetivo a tratar, un gran porcentaje de ella, se encontrará situado en lugares de muy difícil acceso para las gotas transportadoras del activo que ejercerá el efecto herbicida buscado”
Facundo Menta
La contracara a esta realidad, son aquellos lotes que suceden al cultivo de soja, que por estructura y densidad del residuo resultante tras la cosecha, no presentan mayores problemas desde el punto de vista del control de malezas a la hora de “barbechear”. Y es que el grado de exposición del objetivo a mojar es bastante elevado, tornándose un blanco accesible para la llegada de gotas con ingredientes activos que posibilitarán el ansiado control. Hablamos de más quince millones de hectáreas de producción agrícola extensiva en nuestro país, que año a año nos plantean estas condiciones, ofreciéndonos en dicho sentido la gran posibilidad de lograr aplicaciones más eficientes y sustentables. Analicemos dónde reside el desafío.
Sabemos que el proceso de una correcta aplicación de fitosanitarios, parte de la base de contar con un equipo en condiciones, limpio y correctamente calibrado (aunque suene reiterativo). Continuará con el armado de la mezcla de productos y acompañantes a nivel de tanque, siempre siguiendo el correcto orden de carga y evitando incompatibilidades. El paso siguiente será la fragmentación del caldo y liberación de gotas al ambiente para su viaje hacia el objetivo, lugar a donde se producirá el impacto y posterior deposición de la gota, para finalmente permitir el ingreso del activo que desencadene el efecto biológico buscado.
Garantizar el nivel necesario de cobertura sobre las malezas a controlar, mediante tamaños de gotas lo más seguros posibles desde el punto de vista del riesgo potencial de deriva, es el gran desafío de los barbechos químicos bajo este tipo de rastrojos.
Pero se suma el plus de hacerlo a través de los menores volúmenes de agua por hectárea que sea factible, que garanticen equipos con mayor autonomía, el cuidado del recurso y la generación de gotas más concentradas en activos y efectivas. Es importante, comenzar a entender que el agua es solo el medio de transporte de los fitosanitarios. De allí la importancia de generar el patrón y tamaño de gota adecuados para poder asegurar el correcto desempeño de los productos que se apliquen. Se vuelve clave entonces, refrescar conceptos como el conocimiento de antemano de las características propias de los productos con que se trabajará (sobre todo su nivel de sistemia), la correcta determinación de la ubicación del objetivo a mojar, como así también el tomar consciencia del marco ambiental sobre el que se desarrollará la aplicación. Este análisis previo a cualquier pulverización, como siempre digo, constituirá el triángulo a atender para poder configurar variables a de manera acertada.
Figura 1. Puntos claves a tener en cuenta para regular hacia la técnica de pulverización adecuada.
En la tarea de ponerle números a la problemática planteada, se realizó tarjeteo a campo sobre rastrojo de soja, con el fin de medir “nivel de llegada de gotas” en malezas descubiertas, ubicadas en lugares de fácil acceso. Situación que representa prácticamente a la totalidad del objetivo a controlar en barbechos bajo “rastrojos livianos”.
Se buscó evaluar niveles de cobertura resultantes en dichos sitios, mediante la utilización de tamaños de gotas medios a gruesos, a través de diferentes volúmenes por hectárea. Tratando de adaptar la tecnología disponible a nivel de botalón, se compararon dos distanciamientos diferentes entre boquillas, para entender qué impacto tiene una disminución en la tasa de aplicación, manteniendo misma presión y velocidad de avance.
Tras la evaluación de las tarjetas hidrosensibles, observaremos qué implicancia tiene esta práctica en los diferentes indicadores de tamaño de gota: DVM, DV01, DV05, DV09. Como paréntesis, subrayar, que para la comparativa en cuestión (y como en el grueso de las mediciones vía “tarjeteo”), la correcta colocación de las tarjetas hidrosensibles, siempre próximas al objetivo, se vuelve fundamental para la obtención de datos confiables.
Figura 2 y 3. Izq.: Características de las 2 técnicas de aplicación a evaluar mediante la comparativa. Der.: Arriba: Tamaño de gota por tabla, generado por la boquilla TurboTeeJet (TT) 110-02, a diferentes presiones de trabajo (Catálogo TeeJet). Abajo: Clasificación de tamaños de gota en micrones según Norma ASAE S-572.
La pulverización se llevó a cabo en lote productivo con destino a maíz, mediante equipo autopropulsado, aplicándose productos sistémicos (recordemos exigen 20-30 impactos/cm2) junto a coadyuvante a base de tensioactivo y antievaporante. Se utilizó boquilla abanico plano baja deriva “martillito” TT 110-02. Se trabajó a presión de 3 bares y a una velocidad de 17 km/h, arrojando un volumen de 80 lts/ha con distanciamiento de 35 cms entre picos, y un volumen de 40 lts/ha para la separación de 70 cms entre boquillas. Cabe aclarar que este último distanciamiento, es la resultante de anular pico de por medio dentro de la configuración original. Las condiciones climáticas medidas durante la evaluación fueron las siguientes: viento medio de 3 km/h y Delta T medio de 8,2 °C.
Figura 4 y 5. Datos obtenidos de las variables DVM, DV01, DV05, DV09 e Impactos/cm2 para cada técnica de aplicación evaluada, según el volumen/ha utilizado. Condiciones climáticas a campo durante la prueba: Viento medio a razón de 3 km/h, Delta T medio de 8,2 °C. Menta F. 2022, datos sin publicar.
Como puede observarse tras los tarjeteos, el nivel de cobertura resultante de la técnica de aplicación de 40 lts/ha se reduce prácticamente a la mitad, respecto a la técnica de mayor tasa de aplicación (pasamos de 75 impactos/cm2 a 37 impactos/cm2). Cantidad de impactos que continúa siendo igualmente suficiente para satisfacer los requerimientos de los herbicidas sistémicos que se aplicaron, pero con la hipotética ventaja de trabajar con gotas doblemente concentradas en activos.
Vale aclarar además que el tamaño de la población de gotas en ambos casos se mantuvo con muy pocas variaciones, tal cual lo muestran lo diferentes indicadores del tamaño de gota analizados. Datos lógicos, teniendo en cuenta que no hubo modificación de la presión de trabajo. Las mínimas diferencias entre indicadores del tamaños de los impactos, están explicadas seguramente por la superposición de gotas en la tarjeta resultante de aplicar el mayor volumen evaluado, que en muchos casos no logran ser discriminadas por el software de análisis de las tarjetas, arrojando por ende diámetros levemente superiores.
Figura 6. Tarjetas hidrosensibles a campo resultantes de la comparativa.
Seguimos sumando ejemplos a campo que magnifican la importancia de medir el resultado de nuestras aplicaciones a través de las tarjetas, la forma de ponerle números a los trabajos de pulverización para orientar a la definición de técnicas que aseguren niveles de coberturas suficientes en objetivo, valiéndonos de tamaños de gota aptos para cumplir con dicha misión.
Con el agregado de hacerlo a través de técnicas que hagan un uso más eficiente del recurso agua, otorgándoles mayor autonomía de trabajo a nuestros equipos, al adaptar a conveniencia la tecnología disponible. La medición, como siempre, nos otorga luego la oportunidad de corregir y mejorar, o de validar aquello que estamos haciendo de manera correcta.
Trabajemos en ser simultáneamente eficientes y sustentables a la hora de realizar tratamientos dentro del sistema agrícola actual.