La lupa sobre la calidad de sus aplicaciones
Autor: Ing. Agr. (Esp.) Facundo Menta
La utilización de drones para la aplicación de fitosanitarios en Argentina ya es una realidad. A lo largo y a lo ancho de nuestro país contamos con experiencias de uso de esta tecnología en nichos específicos, trabajando con sumo profesionalismo y obteniendo muy buenos resultados. El auge de estos vehículos aéreos no tripulados viene de la mano de la digitalización de la agricultura y se espera que sus funciones dentro del sistema continúen en crecimiento durante los próximos años.
La pregunta del millón viene del lado de la hipotética incorporación de este nuevo medio (o no tan nuevo) de pulverización, dentro de los cultivos de producción extensiva. Las respuestas no parecen ser del todo claras, y es que su autonomía (hoy los equipos de mayor capacidad del mercado local nos permiten trabajar a razón de entre 12 a 15 hectáreas la hora) pareciera no encastrar dentro de las necesidades del sistema agrícola extensivo actual.
El as bajo la manga con el que cuenta esta tecnología, es el trabajo en conjunto con prescripciones a través de imágenes generadas por los mismos drones, posibilitando de alguna manera la realización de aplicaciones selectivas, garantizando así tratamientos eficientes en todas sus aristas. Allí, a mi entender, comienza a abrirse la puerta de acceso hacia la agricultura a escala.
En este proceso de acercamiento entre tecnología y usuarios que se está generando en paralelo a la masificación de su uso, una de las claves pasará por comprender el funcionamiento de estos equipos. Conocer las variables a configurar y el resultado final del trabajo de regulación, es el puntapié que nos permitirá explotar a conciencia sus bondades y preservarlas en el tiempo.
“El desafío, como siempre, está en poner números a los trabajos de aplicación, para evaluarlos con objetividad”
Bajo este contexto, se realizó tarjeteo a campo, buscando evaluar la calidad de aplicación vía drone, en comparación directa con la generada por un viejo conocido, la pulverizadora autopropulsada. La premisa de arranque fue establecer una configuración de trabajo “cómoda” para el drone y extrapolar luego dicha técnica al “mosquito”, mucho más plástico y con mayor cintura a la hora de configurar variables. La finalidad de la comparativa fue contrastar regulaciones similares, pero generadas a través de dos medios muy distintos.
Observar la resultante de aplicar un mismo volumen/ha a una misma presión de trabajo con dos vehículos diferentes, para entender el impacto del manejo de variables. Para ello se ensayaron aplicaciones con agua sola sin coadyuvante alguno, con el objetivo de no sumar más “ruido” a la prueba, sino el de centrarnos en corroborar similitudes y diferencias entre un medio y otro a nivel de resultados.
Se trabajó con drone DJI Agras T-30, equipado con 16 boquillas sustituibles, de las cuales se accionaron la mitad. El mismo realizó 3 pasadas de 7,5mts de ancho cada una. La pulverizadora autopropulsada de la prueba, una Metalfor 7035, de 32mts de botalón, se equipó con las mismas 16 boquillas del drone, a razón de 105cms entre cada una, pulverizando con la mitad de la envergadura alar. Las tarjetas hidronsensibles para la evaluación, se colocaron totalmente descubiertas a 30 cms del suelo (6 por pasada).
Se realizó 1 sitio de tarjeteo en el centro del ancho de trabajo total de cada equipo, con las 6 tarjetas a una distancia de 1mts entre cada una. Se utilizaron soportes de tarjetas con veleta, que se orientan a la dirección proveniente del viento (figura 2), para ser más eficientes en la captación de gotas de tamaños reducidos y obtener mayor fiabilidad en los datos. Se evaluó en ambos casos una tasa de aplicación de 13,3lts/ha, con boquilla abanico plano 01 (naranja), a presión de 3 bares. El resto de las variables específicas para cada medio se encuentran detallados en la figura 3.
Las condiciones climáticas al momento de la prueba eran excelentes: viento medio de 5km/h, humedad relativa media de 66%, temperatura media de 21°C, arrojando un Delta T medio de 4,3°C. Las 6 tarjetas recolectadas por técnica de aplicación realizada (disponibles en la figura 4), fueron escaneadas y procesadas a través de software específico, arrojando los resultados expresados en las figuras 5 y 6.


Figura 5 y 6. Datos promedios obtenidos en las 6 tarjetas analizadas, de las variables DVM e Impactos/cm2, para cada técnica de pulverización evaluada, según el medio utilizado (tarjetas totalmente descubiertas). Menta F. 2023, datos sin publicar.
A la hora de comparar los resultados de los tarjeteos, podemos observar que independiente al medio utilizado, estamos situados en tamaños de gota finos (DVM entre 100 y 175 micrones) según normas de ASAE, en concordancia con los datos brindados en tablas de catálogos de empresas para la boquilla utilizada, tal como se muestra en la Figura 7.
Se aprecia una mínima diferencia en los valores de tamaños de gota obtenidos que podría tener que ver con alguna pequeña variación en la presión de alguno de los dos equipos (+/- 0,1 bar), reflejada luego en los niveles de cobertura resultantes; siempre dándose la lógica del manejo de variables: a mayor tamaño de gota, menor nivel de cobertura y viceversa.
Figura 7. Arriba: Tamaño de gota por tabla, generado por la boquilla abanico plano 01, a diferentes presiones de trabajo. Abajo: Clasificación de tamaños de gota en micrones según Norma ASAE S-572.
“Se evidencia (una vez) que el tamaño de gota es clave para determinar mayores o menores niveles de cobertura por superficie. Visibilizar el micronaje de gota con el que trabajamos, nos permite tomar “cartas en el asunto”, orientando la toma de decisiones, sobre todo del lado del uso de adyuvantes y en la elección de ventanas horarias seguras de aplicación”
Cabe destacar que la cobertura generada por ambos medios de pulverización alcanzaría a satisfacer los requerimientos teóricos de cobertura tanto de productos sistémicos (20-30 impactos/cm2), como de productos de acción por contacto (50-70 impactos/cm2).
Podemos ver a raíz de los datos obtenidos de la comparativa, que las pulverizaciones con drones, como la de cualquier otro medio, siguen el ABC del manejo de variables claves (boquilla, presión, velocidad, volumen/ha), para determinar en objetivo un nivel de cobertura suficiente que garantice el correcto desempeño de los fitosanitarios.
En el mundo de los drones aplicadores, como en el del resto de los medios de aplicación, podemos también afirmar que LA MEDICIÓN a través de tarjeteos adecuados y el MANEJO DE VARIABLES claves, continúan siendo la base de planteos eficientes de regulación. Las experiencias de uso y la generación de información técnica que respalda a la tecnología, son el sustento para su trabajo. Valoremos y cuidemos las bondades de este medio, siendo conscientes de que volar un drone no es lo mismo que aplicar con un drone.
Un especial agradecimiento a las firmas Alena Agritech (drone) y Gabrieloni Servicios Agropecuarios (pulverizadora autopropulsada), quienes gentilmente pusieron a disposición sus equipos para poder llevar a cabo la prueba.