Por: Iván Ordóñez- Economista especializado en AgroNegocios
La gruesa finalmente sembrada, la gestión del cultivo a través de su indoblegable necesidad biológica de tiempo. La costumbre de escribir en enero sobre el agua; o falta como en la campaña 17/18 o sobra como en la campaña 16/17. En la Argentina circular los temas vuelven con la precisión del reloj, como la suba del precio del tomate en invierno.
Con un costo tremendo para la economía se aplicó un plan de estabilización que evitó lo peor: la quiebra del Estado nacional. El daño que hubiera ocasionado ese escenario hubiera sido catastrófico, lo sabemos porque todos estábamos vivos en diciembre de 2001. Tener la red de protección social más robusta de América Latina tiene un problema: es demasiado cara de mantener. Atravesar un plan de estabilización siendo un Gobierno de minoría es un logro no menor, lo que el mundo de las finanzas se pregunta es si Argentina puede mantener las cuentas de su Estado en orden mientras su economía crece al mismo tiempo que el consumo decrece para luego mantenerse estancado. Pasar de un patrón de crecimiento basado en consumo a uno basado en inversiones y exportaciones. Todo eso durante al menos (si, como mínimo) cuatro años.

Las otras soluciones ya fueron probadas por todos los Gobiernos desde la vuelta de la democracia. No funcionaron. Fueron quimeras. La gestión de la economía creó cada vez más pobreza, la pobreza que no es tolerada por la sociedad demandó la creación de la vasta red de protección social, cuya columna vertebral es el sistema de jubilaciones y pensiones. La presión fiscal le quitó dinamismo a la economía. El déficit permanente derivó en inflación y altas tasas de interés.
Se espera que para mitad de año el plan de estabilización empiece a flexibilizarse al igual que las mega tasas de interés, tan altas que hacen inviable el capital de trabajo para que una empresa consiga mantener su volumen de operaciones. Una vez superado lo urgente mercado y Estado deben encontrar soluciones para movilizar el crédito para expandirlo y así bajar la tasa de interés. La reducción del déficit fiscal debe combinarse con la generación de instrumentos que permitan captar ahorro privado y vehiculizarlo a la actividad productiva.
La tasa de interés es la llave para que un modelo basado en inversión y exportaciones sea viable. Un sector financiero el cual no es solo conformado por bancos y precisa ser robusto para ahorristas y deudores para generar un aporte positivo en la economía. Con una tasa de interés razonable el planeta #Campo podría lanzarse aumentar su capacidad productiva. Por ejemplo, en ganadería cuyo stock de cabezas se choca con un techo de alrededor de 55 millones de cabezas hace años. Si bien dentro de la tranquera pueden tomarse numerosas acciones para hacer al negocio productivo, fuera de ella la tasa de interés es clave: en un negocio de stock de activos, la voluntad de aumentarlos depende de tres variables a) precio de entrada, b) precio de salida y c) tasa de interés. Brasil lo sabe y se transformó en el mayor exportador de carne vacuna del mundo reduciendo la tasa de interés para la ganadería.
Para solucionar nuestro eterno conflicto con el exceso (o escasez) de agua también es necesario reducir la tasa de interés. Las obras para mitigar el impacto del cambio climático son demasiado costosas para ser absorbidas por una sola generación, necesitan del crédito para diluir su costo en el tiempo. A su vez, un sistema de seguros robusto que pueda absorber los riesgos necesita de tasas de interés razonablemente bajas.
Los episodios más traumáticos del plan de estabilización parecen haber quedado atrás, pero el mantenimiento de una macroeconomía ordenada por un periodo muy prolongado de tiempo demanda de un compromiso social muy grande. No está claro cuan tolerable será. Pasar de un modelo basado en el consumo a uno basado en inversiones y exportaciones implica necesariamente un sacrificio en el presente. Una coalición política que defienda estos valores y pueda seducir a los votantes es indispensable, tanto o más que las obras para palear el avance del agua.
Algunos desean que las transformaciones se hagan de manera más veloz, otros más lenta. Otros quieren mantener el status quo. Los electorados tienen sus propios tiempos biológicos, como los cultivos o los desafíos económicos. El problema es que rara vez coinciden.