Así lo confirma un estudio del INTA y del grupo PROSOJA quienes analizaron la ganancia genética en rendimiento, aceite y proteína para cada grupo de madurez de las variedades liberadas desde 1980 hasta la actualidad.
Entre 1985 y 2014 el área con soja en la Argentina se sextuplicó y pasó de tres a 19 millones de hectáreas con un rendimiento de 1.988 a 2.774 kilos por hectárea. Con el objetivo de analizar el progreso de los cultivares nacionales en la Argentina, técnicos del INTA y PROSOJA estudiaron la ganancia genética en rendimiento, aceite y proteína de las principales variedades liberadas desde 1980 hasta la actualidad.
De acuerdo con Diego Santos –especialista en ecofisiología vegetal del INTA Paraná, Entre Ríos, e integrante del grupo de PROSOJA–, “En los últimos 30 años, hubo una ganancia genética de rendimiento nítida y significativa en los grupos de madurez (GMs) 3, 4, 6 y 8”.
En esta línea, puntualizó que “en un 78 % de los aumentos de rendimiento nacionales entre 1984 y 2015 se deben al mejoramiento genético, dato que supera al promedio histórico mundial es del 50 %”. El 22 % restante fue fruto del manejo por parte de los productores y de la interacción genética por agronomía.
A su vez, indicó que la tasa de ganancia genética promedio fue de 19,2 kilos por hectárea por año y agregó que, en promedio, la concentración de aceite creció y la de proteína disminuyó, a partir del mejoramiento genético.
Maricel Gallardo –especialista del del INTA Paraná, Entre Ríos– aseguró que “estos cambios de calidad fueron más marcados en los grupos de madurez más tardíos, en especial el grupo VI, y menos evidentes en los grupos más precoces”.
Del estudio, también surgió que la ganancia mínima se encontró dentro del GM5 con 8,2 kilos por hectárea, mientras que la máxima estuvo en GMs 3 y 6 con 30,2 y 29,7 kg ha-1 a-1, respectivamente. A su vez, del análisis se desprende que desde 2014 a 2016, en la Argentina, el GM 4 fue el más sembrado con 37,3 % del área ocupada, mientras que los GMs 5 y 3 cubrieron el 27,0 y 16,7 %, respectivamente.
En cuanto al aporte del INTA en mejoramiento genético, el especialista de Paraná no dudó en destacar su rol preponderante mediante su programa específico a partir del cual se busca desarrollar cultivares con calidad específica en grano y resistencia a enfermedades e insectos a fin de evitar o reducir a aplicación de productos fitosanitarios.
Con respecto a la clara expansión del cultivo de soja en la Argentina entre 1985 y 2014, Santos explicó que “es un producto con una destacada sencillez de implantación, de buena tolerancia y rusticidad que tiene lo que permite, a diferencia de otras gramíneas, que aún en situaciones difíciles produce grano”. Además, reconoció que “la soja es un grano de comercialización inmediata y asegurada”.
De todos modos, reconoció que “hoy, todo esto está cambiando, y desde hace tres años el ritmo de expansión de soja se frenó en favor de otros cultivos y pasturas”.
Los resultados surgen de una red nacional de ensayos comparativos de rendimiento de cultivares comerciales de soja realizada en 16 localidades desde Tucumán hasta Buenos Aires.
Una red de ensayos federal
Los resultados surgen de una red nacional de ensayos comparativos de rendimiento de cultivares comerciales de soja realizada por especialistas del INTA y el grupo PROSOJA en 16 localidades que van desde Tucumán, con grupos de madurez tardíos, hasta el sur de Buenos Aires, con grupos precoces.
“Lo particular de estos ensayos es que, cada uno, reunió variedades de soja de un mismo grupo de madurez, pero de diferente antigüedad. Todas ellas, liberadas desde 1980 hasta el presente”, recalcó Santos. Además, agregó que los ensayos de medición de rendimiento se repitieron durante seis campañas y, en las últimas tres, también se midió proteína y aceite.
Con respecto a la articulación con PROSOJA, Santos no dudó en asegurar que “estas iniciativas del tipo público-privada enmarcadas en asociaciones libres por cultivo potencian el trabajo de investigación y nos permiten trabajar con verdadera sinergia”.
A su vez, el especialista reconoció que hay muchísimas variedades de soja con una muy alta renovación cada año y, en función de la duración de su ciclo, días de siembra a cosecha, se clasifican en grupos de madurez (GM).
Las GM 3 son las más precoces, de ciclo corto y de recomendación y adaptación al sur del país, donde los veranos en términos de temperatura son más breves como el sur de Buenos Aires hasta el Valle Inferior de Rio Negro.
En el otro extremo se ubican las GM 8 de ciclo largo, y se adaptan y recomiendan al norte del país como Chaco, Santiago del Estero y Tucumán. Allí, en términos de temperatura, las estaciones de crecimiento estivales son largas y casi no hiela. En el centro están todas las demás: GMs 4, 5, 6 y 7.
“Casi toda la región, siembra principalmente los GMs 4 y 5”, indicó Santos al tiempo que destacó que entre las GMs 4 fue muy difundida, en su momento, DM4800 RR de Don Mario, en el 5, la NA 5009 RG de Nidera, mientras que en el 6 las A 6001 RG y A 6401 RG, también de Nidera y reconocidas por ser las primeras resistentes a glifosato del país y del mundo, liberadas al mercado en 1996