Ing. Agr. Matías Cambareri -CPO Caburé
En unos días más comenzará la campaña de fina en las regiones más “tradicionales” de nuestro país, mientras tanto y aprovechando el nivel de agua disponible (AD) en el suelo, se extiende la siembra de trigo en las provincias del noroeste argentino. Las condiciones meteorológicas favorables para la cosecha durante el mes de abril permitieron continuar de manera sostenida con esta actividad en los cultivos “de primera”, alcanzando más del 50% de la superficie recolectada; mientras que los cultivos “de segunda” aún se encuentran finalizando su ciclo.
Esas condiciones meteorológicas que llamamos “favorables” para el avance de la cosecha, en general se asocian con buen “piso” para la recolección de los cultivos, y esto tiene que ver con una disminución de las precipitaciones, respecto de meses anteriores. Es en este momento donde resulta bueno que llueva lo justo, ni mucho como para retrasar la cosecha tan poco como para no incrementar las reservas para los cultivos invernales. Como siempre, esto es un balance y particularmente un balance atmosférico (BHA) que surge como la diferencia entre las precipitaciones y la evapotranspiración de referencia (la demanda del ambiente). Utilizando como herramienta agrometeorológica para la toma de decisiones el BHA, sabremos si en este momento las reservas de agua en el suelo aumentan (BHA positivo), lo cual sería beneficioso para el trigo o la cebada, o disminuyen (BHA negativo).
Como mencionamos, una de las variables componentes del BHA son las precipitaciones que en general en el mes de abril estuvieron por debajo de lo normal en la región central del país, por encima de lo normal en algunas regiones puntuales como NEA y este de la Patagonia central y fueron normales en el resto del territorio argentino.
Zonas del NEA recibieron más de 350 mm en el mes (significando una anomalía positiva de más de 150 mm), mientras que en el centro del país la anomalía negativa fue de entre 20 y 30 mm (Figura 1). En la Provincia de Misiones, donde se dieron las principales anomalías positivas, existieron sitios con más de 10 días con lluvias superiores a 10 mm (Bernardo de Irigoyen) y otros donde la precipitación acumulada en un día superó los 150 mm (Cerro Azul).
El balance entre las precipitaciones y la demanda (principalmente atmosférica en este momento del año) da como resultado el nivel de AD en el suelo que es finalmente el que estará disponible para el inicio de la campaña de cultivos invernales (Figura 2). Este nivel de AD en el suelo, asegura que el cultivo no estará limitado para su crecimiento en sus primeros estadíos fenológicos, representando el “punto de partida” y en algunas zonas puntuales explica gran parte del rendimiento final del cultivo de fina. Actualmente y en prácticamente todo el este del país el nivel de agua en el suelo va de adecuado a abundante (+ 70% AD), lo cual al menos en términos hídricos, permite pensar en un buen inicio de campaña para esta región. En el centro-oeste en cambio el AD en el suelo resulta limitada a insuficiente y la recarga de agua de las próximas semanas será clave.
Interesa entonces, saber si habrá más recarga de agua en el perfil previo a la siembra, o si en algún momento se limitarán las precipitaciones y quedará sólo el AD en el suelo captada durante el barbecho como reservorio para el desarrollo de los cultivos. Los modelos de pronóstico a mediano-largo plazo (más allá de los 30 días), si bien presentan un grado de incertidumbre, son útiles para saber cuán alejados podemos estar de una situación “normal”, permitiendo realizar la mejor planificación posible.
Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses. El pronóstico trimestral del SMN para los meses de mayo-junio y julio indica (i) mayor probabilidad (40-45%) de tener temperatura media por encima de lo normal en prácticamente toda la Patagonia, (ii) mayor probabilidad (40-45%) de tener temperatura media por debajo de lo normal en el NOA y (iii) mayor probabilidad de tener valores normales de temperatura en toda la región central y este del país (Figura 3). Es decir que, para la Patagonia, la temperatura media en ese período sería de al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 4, y para el NOA, la temperatura media en ese período sería de al menos 0,5 °C menor. ¿Cómo podría afectar esto la demanda? Obviamente, mayor demanda donde haya mayor temperatura media. Por lo tanto, podemos pensar en que en gran parte de la región núcleo del país, no habría mayor pérdida de humedad del suelo respecto de lo normal.
Por otro lado, las precipitaciones, tienen mayor probabilidad (40-50%) de ser inferiores a lo normal en prácticamente todo el país (Figura 5), exceptuando el centro y el NOA. Es decir que se esperan menos de 100-50 mm en la zona centro-este del país (Provincia de Buenos Aires) y menos de 250-200 mm en la Mesopotamia (Figura 6).
El pronóstico estacional, también ayuda en la toma de decisiones en un plazo un poco mayor y por ello la importancia del evento ENSO (El Niño South Oscilation) que en nuestro territorio tiene (en general) un impacto negativo sobre las precipitaciones. La probabilidad de que en el próximo trimestre y durante la primera parte de la campaña fina (junio-julio-agosto) se mantenga la fase fría del evento (“La Niña”) es del 69% y si bien se reduce esta probabilidad para próximos trimestres, no parece ser superada por mayores chances de presentar al menos, la fase neutral del evento (Figura 7).
Resumiendo
La situación hídrica es adecuada para el comienzo de la campaña fina, y si bien nuevamente los modelos de pronóstico a largo plazo del SMN indican menos precipitaciones de lo normal, también indicarían una menor demanda. Por lo que no es esperable disminuya de manera muy marcada el agua disponible en el suelo durante la estación fría. Los efectos negativos sobre las precipitaciones del fenómeno ENSO continuarían, dada las mayores probabilidades de continuar con la fase fría (La Niña) hasta el inicio del invierno.
Siempre es necesario recordar que en una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica. Este resumen es un pantallazo general de lo que puede ocurrir, a una escala de tiempo más corta, estar atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días) la atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.
Utilizar la agrometeorología como herramienta en la toma de decisiones resulta tan útil como cualquier otro análisis en el sector agropecuario. El monitoreo de las condiciones actuales, el análisis de los pronósticos o bien, la recopilación de datos para la construcción de estadísticas son la clave para incrementar la productividad de nuestros sistemas.