Una Encrucijada entre Tierra, Familia y Gestión
Lic. Alberto Galdeano -Co-Founder y Director Simpleza SA
El momento de la sucesión representa una de las etapas más críticas y desafiantes en la vida de una empresa agropecuaria. Este proceso cobra especial relevancia en un sector donde la tierra no solo representa el principal activo productivo, sino que también encarna un profundo valor emocional y familiar.
La complejidad de esta transición se magnifica por la naturaleza dual del negocio: por un lado, la empresa operativa con sus procesos y relaciones comerciales; por otro, el patrimonio territorial que frecuentemente trasciende el valor mismo del negocio.
En este contexto, las familias empresarias del sector agropecuario se enfrentan a tres posibles caminos, cada uno con sus propias implicaciones tanto para la propiedad como para la continuidad del liderazgo gerencial. La elección de uno u otro camino marcará no solo el futuro de la empresa, sino también las relaciones familiares y el legado de generaciones.
El primer escenario, la continuidad familiar, representa el anhelo de muchos empresarios agropecuarios. En este caso, la propiedad y gestión permanecen en manos de la familia, manteniendo vivo el legado construido a través de generaciones. Este camino requiere un delicado equilibrio entre la preservación de las tradiciones y la necesaria profesionalización del negocio. El éxito de este modelo depende fundamentalmente de la capacidad de la familia para desarrollar nuevos líderes, establecer estructuras de gobierno corporativo efectivas y gestionar las dinámicas familiares de manera constructiva.
La incorporación de gerentes profesionales en áreas clave puede complementar las capacidades familiares, mientras se mantiene la visión y valores que han caracterizado a la empresa.
La venta a terceros emerge como una segunda alternativa, especialmente atractiva cuando la siguiente generación muestra intereses divergentes o cuando el valor de mercado de la empresa supera significativamente su rentabilidad operativa. Este escenario permite una distribución equitativa del patrimonio entre los herederos y puede resolver potenciales conflictos familiares antes de que estos erosionen tanto el valor del negocio como las relaciones interpersonales. La transición del liderazgo en este caso requiere un proceso ordenado que preserve el valor de la empresa durante la transferencia, posiblemente manteniendo temporalmente a algunos miembros de la familia en roles clave para asegurar una transición suave.
El tercer escenario, quizás el más complejo y frecuentemente el menos deseable desde una perspectiva empresarial, es la división del patrimonio. Esta opción, común en el sector agropecuario por la aparente facilidad de dividir la tierra, suele resultar en la fragmentación tanto de la propiedad como de la estructura operativa. Aunque puede satisfacer deseos individuales de autonomía y resolver conflictos familiares inmediatos, frecuentemente resulta en una destrucción significativa de valor.
La pérdida de economías de escala, la duplicación de estructuras gerenciales y la reducción del poder de negociación son solo algunos de los desafíos que enfrentan las unidades resultantes de la división.
La experiencia demuestra que el éxito en cualquiera de estos escenarios depende en gran medida de la planificación anticipada y la comunicación abierta entre todos los involucrados. Las familias que abordan el proceso de sucesión de manera proactiva, considerando tanto los aspectos emocionales como los económicos, tienen mayores probabilidades de preservar tanto el valor empresarial como la armonía familiar.
El sector agropecuario presenta particularidades que hacen que este proceso sea especialmente desafiante. El valor de la tierra, que históricamente ha sido un excelente refugio de valor, puede eclipsar la importancia del negocio operativo. Sin embargo, es crucial reconocer que la verdadera riqueza de una empresa agropecuaria radica en su capacidad de generar valor de manera sostenible, más allá del valor inmobiliario de sus activos.
La elección del escenario de sucesión debe basarse en un análisis objetivo que considere las capacidades de la siguiente generación, las aspiraciones individuales de los miembros de la familia y la viabilidad económica de cada alternativa. El proceso requiere una cuidadosa planificación que aborde no solo los aspectos legales y financieros, sino también las dinámicas familiares y emocionales subyacentes.
La clave para una sucesión exitosa reside en la capacidad de la familia para anteponer la preservación del valor empresarial a los intereses individuales inmediatos, manteniendo al mismo tiempo la cohesión familiar. Solo así se podrá asegurar que el legado familiar, sea en forma de empresa operativa o de patrimonio líquido, continúe beneficiando a las generaciones futuras.