Los caprichos de “El Niño” Por: Leonardo De Benedictis

Mucho se ha hablado del evento “El Niño” que estamos transitando, de su intensidad y sus posibles impactos a nivel país, región y planeta, pero poco se especifica de las zonas y los tiempos de las posibles consecuencias que implica una situación como la actual. Pocas veces en la historia se desarrolló un fenómeno de […]
noviembre 21, 2015

Mucho se ha hablado del evento “El Niño” que estamos transitando, de su intensidad y sus posibles impactos a nivel país, región y planeta, pero poco se especifica de las zonas y los tiempos de las posibles consecuencias que implica una situación como la actual. Pocas veces en la historia se desarrolló un fenómeno de “El Niño” con estas características, por lo que los pronósticos en el mediano y largo plazo son realmente un desafío.

Desde que se tienen datos, sólo en dos oportunidades se registró un fenómeno de “El Niño” de la magnitud del que estamos atravesando, con características de Niño muy fuerte. Los mismos fueron, 82-83 y 97-98 considerados como “Súper Niños”. Actualmente, la anomalía de la  temperatura de agua de mar (Figura 1), calculada sobre la región ecuatorial del Pacífico central (zona en la que se analiza el evento), muestra que el “El Niño” del período 2015-2016 es el segundo más intenso de la historia, sólo superado por el evento de 1997-1998, considerado el más fuerte hasta el momento (Figura 2). Además, la persistencia de este fenómeno también magnifica las características de este evento en particular, ya que la tendencia indica que se mantendrá “El Niño” hasta por lo menos el otoño de 2016 (Figura 3), con una probabilidad del 73%.

Figura 1

Figura 1

Pero el mayor desafío para los meteorólogos es pronosticar los efectos que este “Súper Niño” puede provocar, a sabiendas de que en algunos sectores habrá un impacto muy fuerte, mientras que en otras zonas pasará sin pena ni gloria. Por tal motivo, y teniendo en cuenta que no existe una estadística que avale los pronósticos que confeccionamos a diario, dado que no hay muchos precedentes de un acontecimiento de esta magnitud, debemos confiar en los llamados “modelos dinámicos” y desechar los “modelos estadísticos”. Estos modelos dinámicos, consisten en la simulación de la circulación de la atmósfera a largo plazo bajo ciertas condiciones iniciales. Ellos nos proporcionan resultados que cotejamos con los escasos eventos ocurridos y obtenemos ciertas consecuencias. Por estos motivos, en estos años en particular, las actualizaciones de los pronósticos son fundamentales, ya que permiten ajustes de los eventos imprevistos.

Lo primero que se quiere destacar es que los efectos de “El Niño” sobre el territorio argentino se observan en época estival, tomando el período Noviembre-Marzo, con los mayores impactos. Fuera de ese rango, los eventos meteorológicos que se pueden observan no tienen una correlación significativa con “El Niño” y corresponden a otros factores tanto atmosféricos como oceanográficos. Por lo tanto, será a partir de Noviembre el momento en el cual podremos empezar a sentir al famoso “Súper Niño”.

Figura 2

Figura 2

A nivel general, lo más destacado de este evento “El Niño” se estima que se concentre sobre la región del NEA, especialmente en las provincias de Corrientes y Misiones, abarcando también el sur de Brasil, este de Paraguay y norte de Uruguay, con un profundo núcleo de lluvias por encima de los parámetros normales, presentando el mayor efecto en el mes de noviembre y parte de diciembre. Esta situación particular, puede generar impactos indirectos, ya que las importantes lluvias se estarían desarrollando sobre un vasto sector de las cuencas de los río Paraná y Uruguay, lo que podría desarrollar una significativa crecida en zonas bajas de ambos ríos, especialmente en la zona de islas de Entre Ríos y algunos sectores de la provincia de Santa Fe.

En tanto, sobre la zona del NOA, los impactos más significativos corresponden a las temperaturas, ya que se espera que los registros térmicos promedios mes a mes se mantengan por encima de los parámetros normales, mientras que las precipitaciones serían inferiores a los registros habituales para el período de verano. Las elevadas temperaturas evaporarían rápidamente las escasas lluvias que se registrarían y esto podría implicar que algunos sectores del NOA se presenten con un déficit hídrico significativo, y llegar a una prolongada sequía en algunas zonas particulares.

Sobre la región de Cuyo, en la que podemos incluir la zona oeste de la provincia de Córdoba, presentará precipitaciones que en cuanto a acumulados serían dentro de los parámetros normales, pero con la característica de presentar tormentas intensas, de corta duración, con eventos severos asociados, tal como fuertes ráfagas de viento y la probabilidad de desarrollar granizo en cada tormenta que se presente. En este caso en particular, probablemente se observen zonas puntuales con abundantes acumulados de lluvia mientras que otros sectores presentarán falta de agua, esto se debe a las características típicas de las tormentas esperadas, con eventos fuertes pero puntuales.

Figura 3

Figura 3

En la zona pampeana, se esperan las características más heterogéneas del país, ya que sobre la zona se podrían observar desde lluvias por encima de los parámetros normales, como el sector norte de Buenos Aires, Entre Ríos y sur de Santa Fe, hasta zonas que podrían presentar sequía, como el caso del oeste de La Pampa, donde las características podrían asemejarse a las mencionadas para la zona de Cuyo. Mientras tanto, las temperaturas tienden a presentar una característica particular, mínimas elevadas y máximas relativamente bajas. Con lo que se puede deducir que la probabilidad de heladas tardías como heladas tempranas tiende a minimizarse. En tanto, las máximas serían relativamente bajas, ya que se verían acotadas por la presencia de las excesivas precipitaciones.

Uno de los aspectos a tener muy en cuenta para esta campaña, particularmente en zona pampeana y región del NEA es la proliferación de las enfermedades en los cultivos dadas las elevadas marcas térmicas mínimas previstas y el excesivo contenido de humedad que puede presentarse a lo largo del verano.

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