El 2024 fue un año olvidable para el agro a nivel global. El precio de la soja se derrumbó y arrastró al resto de los granos, lo que disminuyó significativamente la rentabilidad de todos los productores agropecuarios, y esto obviamente repercutió en las ventas insumos, ya que esta caída de precios golpeó la ecuación insumo-producto de todos los farmers del mundo, que bajaron las cantidades compradas y obligaron a su vez a las empresas de insumos a corregir sus precios a la baja.
Se movieron las placas tectónicas y cambió la valuación de las empresas: si uno mira la evolución del precio de las acciones de las principales compañías de maquinaria agrícola, pesticidas, fertilizantes y trading de granos, casi todas bajan al menos un 20% el precio, algunas vieron su valor reducirse a la mitad. Alternativamente, las acciones de todos los procesadores de proteínas animales subieron debido a que el principal costo de engordar pollos, cerdos y vacunos se redujo; en algunos casos el valor de las compañías se llegó a multiplicar por 3.
En Argentina las ventas de herbicidas bajaron más de un 30%. La piña fue enorme por la combinación de malas noticias: retenciones fijas y aumento de costos en dólares (particularmente el gasoil) se sumaron al derrumbe de precios. El cierre de la brecha no contribuyó a mejorar la ecuación insumo producto para esta campaña, porque básicamente se basó en la apreciación del peso: lo que es bueno para la sociedad en su conjunto ya que vio crecer su poder adquisitivo en dólares, no fue para nada bueno para el productor agropecuario. La estabilización, todos lo sabemos, se logró principalmente en base a una reducción agresiva del gasto estatal y el mantenimiento del cepo cambiario. Aún no queda claro cómo continúa esta historia, pero hay dos opciones: a) el gobierno se enamora de la estabilidad provista por el cepo y lo mantiene al infinito (que en Argentina es hasta que se vota en las legislativas de medio término) o b) la administración actual evalúa un programa por fases y la corrección cambiaria o liberación del cepo vienen después de determinados hitos ligados a absorber el excedente monetario heredado, la eliminación del déficit fiscal y por lo tanto la reducción aún más pronunciada de la inflación.
“La estabilización, todos lo sabemos, se logró principalmente en base a una reducción agresiva del gasto estatal y el mantenimiento del cepo cambiario”
Hace un año ningún actor de la economía podía imaginar este presente: todos tomaron posiciones de inventarios, en deuda y moneda dura imaginando un tipo de cambio que al menos duplicaba el actual. El éxito del programa de estabilización implicó pérdidas millonarias y una corrección muy fuerte de precios y cantidades; hay razones para alegrarse porque la economía tocó un piso y el ingreso medido en dólares de los argentinos casi se triplicó, pasando de menos de 400 dólares a algo más de 1.000. Esa es la bonanza que estamos atravesando en una recuperación de la economía bastante dispar, heterogénea.
¿Cómo sigue esta historia? ¿se recuperará el precio de los granos? La situación es bastante impredecible porque hay un “electrón loco” cuyo movimiento es muy errático: Donald Trump. No está clara la intensidad de la nueva edición de la guerra comercial con China (y por lo tanto cómo esto afectará el crecimiento de la economía global), aparentemente quería una paz rápida entre Ucrania y Rusia, pero hoy no queda claro, la FED modificará la tasa de interés evaluando si incurre o no en déficit fiscal agravado, pero parece que será fiscalmente prudente. La bola de cristal está llena de nubarrones, es imposible leerla con claridad.
Mientras tanto, el área sembrada de la gruesa está estable, motivada por las lluvias que todos esperan que se mantengan.