“En economía, las cosas tardan más en suceder de lo se que cree, y luego suceden más rápido de lo que se pensaba” decía Rudiger Dornbusch. Hoy vivimos el largo plazo de lo que muchos alertábamos apenas pasados unos meses de cuarentena, hace solo 3 años: la sociedad no puede financiar su existencia sin producir, solo imprimiendo dinero.
Por: Iván Ordóñez- Economista especializado en AgroNegocios –
En ese momento los economistas del kirchnerismo se dedicaban a explicar con teorías estrafalarias que la emisión no genera inflación. A la fecha de hoy, los pasivos remunerados del Banco Central (las famosas LELIQs y los pases) se han multiplicado por 18 y la base monetaria por 5, la inflación de agosto superará sin dudas el 12% y el 12 de octubre el INDEC publicará la inflación de septiembre que rondará el 20%; solo tres días después será el segundo debate presidencial de cara a las elecciones generales. Cuando los argentinos estén yendo a las urnas a votar el 22 de octubre la sensación será de un absoluto descontrol y el año se encaminará a una inflación interanual del 200%.
Los argentinos que peinan canas ven este derrumbe por tercera vez, quizás más. El 65% del país nació después de la Dictadura, la experiencia más traumática que atravesaron no fue la crisis el 2001: fue vivir un año encerrados mientras se incubaba el monstruo de la inflación. Un amigo que vive en una ciudad rural del este de Córdoba me decía que se llevaba al campo a sus tres hijos escondidos debajo de una lona en la parte de atrás de la chata.
Hace unas semanas los argentinos votaron masivamente en contra de esa locura, sin embargo, no queda claro qué sucederá finalmente. La moneda en el aire.
“Si el Estado nacional entero cerrara sus puertas y dejase de existir, el déficit fiscal solo se reduciría en 1 punto del PBI. Faltan 5 puntos más para equilibrar las cuentas del Estado”
En un marco de total incertidumbre los argentinos se abrazan a sus “argendólares”: activos que se pagan en pesos, pero cuya cotización está fuertemente correlacionada con el dólar debido a su fuerte ligazón con el mundo, ya sea porque se importan o porque se exportan. En el campo los argendólares no solo son la hacienda o los granos, también son los insumos. ¿A qué precio del dólar se unificará el tipo de cambio? Es la pregunta del millón, es lo que todos los argentinos tengan mucho capital o muy poco se hacen. El resultado de la elección extiende en el tiempo la incertidumbre, quizás hasta 19 de noviembre. La inflación a julio del pan era del 120%, mientras que la del asado solo era el 65%, entre la semana previa a las elecciones y la posterior la hacienda en pie y la carne en el mostrador subieron un 50% en pesos, mientras el oficial se devaluaba un 22%.
Con El Niño consolidándose es poco probable que lo que resta del año los productores quieran desprenderse de la hacienda (sus argendólares) durante lo que resta del año y opten por recrías largas, habrá cada vez más aumentos que además habilitan aumentos en pollo y cerdo. Cada 10 puntos que sube el índice cárnico sube 1 punto la inflación general. El Gobierno que hizo campaña con la vuelta del asado se va con los pobres saqueando carnicerías con costillares al hombro por calles de tierra de las afueras de las principales ciudades del país.
La tentación es la fantasía, encontrar un enemigo y hacerlo pagar por las elecciones de la sociedad en su conjunto, creyendo que con magia se saldrá adelante. La “casta” como único culpable de los males, a la que una vez que se le recorten sus gastos la situación cambiará drásticamente esconde la complejidad del desafío: si el Estado nacional entero cerrara sus puertas y dejase de existir, el déficit fiscal solo se reduciría en un punto del PBI. Faltan 5 puntos más para equilibrar las cuentas del Estado; la inversión del Estado en obra pública apenas supera 1,4 puntos del PBI, la cosa sigue sin cerrar.
“Corregir el rumbo de dos décadas de errores no será fácil, demandará paciencia. Estos últimos 3 meses del año serán críticos”
A medida que el candidato de la motosierra se acerca al poder sus promesas pierden dramatismo o ganan inconsistencia: no se podrá dolarizar el primer año, no se echarán empleados públicos, solo “funcionarios políticos”; las tarifas de los servicios no aumentarán, pero sí se reducirá el subsidio a las empresas que los proveen, las retenciones no se sacan el primer día, sino que serán a cuenta de Ganancias, etc.
Argentina puede ser un país digno de ser vivido, pero nos demanda encarar con seriedad y firmeza los problemas que el país no resolvió desde 2001 y que lamentablemente en muchos casos se agrandaron. Corregir el rumbo de dos décadas de errores no será fácil, demandará paciencia. Estos últimos 3 meses del año serán críticos.