La economía es una ciencia social y el principal aspecto metodológico que diferencia a estas disciplinas de las ciencias exactas es que realizar experimentos que nos permitan falsear hipótesis es significativamente más complejo. El anterior Gobierno realizó un experimento social de gran escala: mediante retenciones y prohibiciones de exportación disoció el precio internacional del trigo, el maíz, la carne y la leche y “se fijó que pasaba”. Persistieron en la locura por casi 8 años y diezmaron esas producciones. Se sabe, los ciclos de negocio del #Campo precisan de buenos años para poder resistir razonablemente los malos años que son inevitables.
Si bien el proceso de migración de las pequeñas ciudades rurales a otras más grandes es de larga data, complejo y tiene múltiples aristas (mecanización del agro, necesidad de infraestructura social que va de cloacas y educación a entretenimiento, etc.) la última semana de febrero mostró su peor rostro cuando llegó a los medios de la Capital una noticia sintomática de la obstinación argentina por tomar el camino equivocado: Colonia Belgrano en Santa Fe para repoblarse ofrece terrenos a quienes quieran mudarse allí y recibían a la primera familia. El país que se niega a sí mismo su destino manifiesto de alimentar al mundo llegaba al extremo del ridículo. Debería rebosar de ciudades como Chivilcoy, Tandil, Rafaela, Pergamino, 9 de Julio y Venado Tuerto como soñó Sarmiento en 1868 cuando fue elegido Presidente. La mirada condenatoria a lo rural durante décadas creó la macrocefalia porteña mientras ciudades rurales que producen riqueza y exportaciones no tienen ni siquiera agua potable de calidad.
El actual Presidente recurrió al planeta #Campo para dar buenas noticias en la apertura de las sesiones del Congreso de este año. No mencionó la palabra “industria” en 45 minutos de discurso y le dedicó un párrafo de dos minutos al agro (4% del tiempo total) para hablar de la cosecha record y dio una visión sistémica de ello al explicar que eso se tradujo en el crecimiento de la venta de tractores (+25%), cosechadoras (+54%) y sembradoras (+80%).
El mundo de los granos y las proteínas animales reaccionó fuerte con una Expoagro que creció un 50% en superficie alcanzando los 180.000 m2 cargada de maquinaria agrícola y visitantes, y el stock ganadero (especialmente de hembras) aumentando a buen ritmo. A pesar del temporal del miércoles a la noche la muestra se recuperó y el viernes el Presidente se paseó en una camioneta que funciona a etanol. Sin embargo, el planeta #Campo no se termina ahí; estos son los sistemas de valor que mayor movimiento de dinero generan, pero no son los únicos.
En el discurso al Congreso hubo un fuerte énfasis en el enfoque federal del Gobierno y la coparticipación de recursos con las provincias; se habló de infraestructura física que es clave en la ruralidad, particularmente rutas: en estos 4 años se duplicará el kilometraje de las autopistas llegando a los 4.600 kilómetros y se anunció que en este momento están en obra 25.000 kilómetros de rutas. Se explicó el impacto de la reforma del aeropuerto de Tucumán que permitió que el crecimiento en la exportación de arándanos en un 58%. Se habló de cadenas globales de valor, de la apertura de 22 nuevos mercados para 40 producciones (casi todos del #Campo) y la necesidad de llegar a la góndolas del mundo.
Con cada ciclo político se abre nuevamente la posibilidad de ese país federal que pensó Sarmiento, la clave es no dormirse en lo que ya se hizo y apostar a más.
Es imperativo que se diseñen mecanismos que distribuyan el valor conquistado en los supermercados (y las refinerías, hilanderías, etc.) del mundo de una manera armónica entre todos los que participan de ese sistema del valor. De esa manera todos los actores estarán dispuestos a tolerar el incremento de costos que significa el agregado de valor, ya que participaran de sus ganancias.
Las reglas de juego más duras que posibilitan esto son una potestad indelegable del Estado, pero este no puede ni debe crearlas en soledad: defendiendo el interés común invita a todos los participantes a colaborar y estos tienen el deber de participar para crear una dinámica superadora a la que actualmente existe.
Se avanza, pero el proceso es lento ya que hoy todos están presos de sí mismos en una dinámica que no es la óptima. Si el valor generado vuelve mediante mecanismos privados (en forma de ganancia para las empresas y las personas) y públicos (en forma de inversión en infraestructura social) podremos tener un país próspero y federal, que exprime su potencial y que no obliga a las personas a emigrar del lugar del que nacieron porque no se sienten plenos. El país del mejor Sarmiento.