Los farmers de Iowa producen el 6% del maíz del mundo y el 4% de la soja, la cantidad de carne porcina que produce equivale a la de Brasil, hay 40 plantas de etanol de maíz que producen 15 millones de m3 de ese combustible, unas 12 veces más de lo que produce Argentina.
En Iowa solo viven 3,2 millones de personas, en la Provincia de Buenos Aires sin el conurbano viven un número similar de personas. En 1978 Guillermo Flichman se preguntó ¿por qué Pergamino no es Iowa? No son solo sus farmers.
Permítanme simplificar: en su trabajo, Flichman observa que (entre muchas cosas), Pergamino no es Iowa porque las políticas profundizadas en el primer peronismo desacoplan el precio local del internacional reduciéndolo y que esto, conjugado con otros factores, disminuye la “intensidad de la inversión de capital por hectárea” y eso es lo que hace que la productividad de Pergamino no sea la de Iowa. Esta regla de hierro, que desde el ascenso de Duhalde al poder elegimos desoír como país, sigue firme aunque hayamos recortado la distancia con Iowa y aunque la agriculturización masiva de Buenos Aires haya desterrado a la ganadería extensiva de baja productividad, una cuestión que obsesionaba a Flichman.
Paradójicamente, en el trabajo no se habla de por qué Iowa es Iowa, como si el mero hecho de acceder al precio lleno con una distribución de la tierra más uniforme fuera el secreto de éxito, la formula de la Coca Cola.
La foto que encabeza esta columna nos empieza mostrar porqué Iowa es Iowa y Argentina es tristemente Argentina. Si queremos elevar la tasa de inversión de un productor agrícola, la clave es reducirle costos dentro y fuera de la tranquera, minimizarle los riesgos y mejorarle el precio recibido, cosa que sucede en Iowa. Repasemos.
Al Estado lo cruzan “solo tres rutas nacionales de envergadura” el resto de la inversión es local, del Estado de Iowa y forma una cuadricula enorme pavimentada que reduce tiempos, accidente, desgaste de máquinas; pocas cosas invitan tanto a producir como eso. Sin embargo hay más, como me explicó Agustín Bianchini, todo Iowa era un gran pantano que en invierno se congelaba con nieve; en 1850 nadie en el planeta hubiera dado dos mangos por el futuro de este estado como el corazón agrícola norteamericano, pero el gobierno federal y el local hicieron una obra monumental de canales mezclada con ríos que atraviesan el Estado en el que desagotan los tubos de drenaje que instalaron los privados debajo de sus campos que parecen más una cancha de futbol profesional que un lote agrícola. A esto se suman distintas instituciones que producen conocimiento y forman recursos humanos de calidad como Iowa State University, asentada en una ciudad de 50 mil habitantes, de los cuales 25 mil son alumnos.
Luego está la Farm Bill, un complejísimo sistema de estímulos que implican un subsidio a los productores agropecuarios norteamericanos (y a la industria alimenticia toda) por el equivalente a 1,3 trillones de dólares.
El capítulo más relevante de la ley es Federal Crop Insurance Program, que con una amplia gama de seguros subsidiados otorgados por privados (ya son baratos por la producción de información del sistema de agronegocios norteamericano) protegen al Farmer de dos de los tres principales riesgos agrícolas: precio y clima. Finalmente hay un esquema potente de precios sostén y subsidios a la industria alimenticia a la que se suman deducciones impositivas que estimulan (particularmente) el uso de fertilizantes. Resumirla en un párrafo es imposible.
El actual Secretario del USDA (también lo fue con Obama, subsecretario con Clinton y gobernador de Iowa) tiene claro qué es la Farm Bill. En el Farm Progress Show, en Boone, Iowa, ante preguntas relativas a los subsidios agrícolas fue tajante: “la mitad de los soldados de nuestras fuerzas armadas viene de condados rurales, jamás los dejaremos solos”.
El Estado argentino hace ya demasiadas décadas dejó de ser un socio efectivo de la producción agropecuaria argentina, su rol durante en el kirchnerismo fue ruinoso; en la provincia de Buenos Aires el apoyo de su gobierno está casi ausente en las zonas rurales. Que nos haya tocado un Estado de una calidad tan pobre, con políticos que observan al agro como una fuente de recaudación no debe enceguecernos, Iowa es mucho más que farmers, es uno de los ecosistemas de agronegocios más potentes del planeta tierra. Sin embargo, sus farmers envejecen mientras nuestros productores son cada vez más jóvenes.
Este partido no está terminado.