El desafío de preservar la tecnología
Autor: Ing. Agr. (Esp.) Facundo Menta
La pulverización con drones ya demostró ser una herramienta eficaz en múltiples escenarios productivos. Sin embargo, su consolidación como tecnología confiable dependerá del uso responsable, del conocimiento técnico y de la correcta gestión de variables críticas como el tamaño de gota y el riesgo de deriva. La incorporación de drones en la aplicación de fitosanitarios constituye uno de los avances más relevantes de la agricultura moderna. Su capacidad para trabajar con precisión, minimizar el impacto sobre el suelo y optimizar el uso de insumos/recursos abrió nuevas oportunidades tanto para productores como para empresas de servicios.
“Las aplicaciones con drones generan gotas con alta concentración de activos y aditivos, lo que contribuye a reducir la velocidad de evaporación”
Hoy, cuando la tecnología ya demostró su funcionamiento a campo, el foco deberá centrarse en la calidad de los trabajos. Garantizar que el fitosanitario llegue efectivamente al objetivo, minimizando al mismo tiempo la deposición fuera del área tratada, es una de las principales exigencias técnicas y sociales. En este contexto, la capacitación de los actores involucrados en el proceso de aplicación resulta clave para sostener la tecnología en el tiempo, especialmente mientras se avanza hacia un marco regulatorio específico.
El tamaño de gota, una variable decisiva
Entre los puntos críticos de la pulverización con drones, la correcta gestión del tamaño de gota ocupa un lugar central. La limitada capacidad de carga de estos equipos impone el trabajo con volúmenes reducidos de caldo por superficie, lo que obliga a un manejo preciso del micronaje propuesto.

Figura 1. Clasificación histórica del tamaño de gotas (micrones) según norma ASAE S-572. Se destacan los rangos comúnmente utilizados en aplicaciones con drones, junto a sus principales virtudes y limitaciones.
En la práctica, se trabaja mayoritariamente con gotas de tamaño fino a medio, buscando alcanzar niveles adecuados de cobertura según la tasa de aplicación, la exposición del objetivo y la sistemia del producto. Sin embargo, estas configuraciones conllevan un mayor riesgo de exo-deriva, principalmente por evaporación y arrastre lateral de gotas.
El uso del indicador Delta T (diferencia entre la temperatura del termómetro de bulbo seco y la temperatura del termómetro de bulbo húmedo) como estimador de la cantidad de vapor que la atmósfera puede absorber a una temperatura dada, resulta una buena herramienta. Valores inferiores a 8 °C de dicho indicador, ofrecen condiciones seguras de aplicación, pudiendo extenderse hasta 10 °C únicamente en función del tamaño de gota configurado y con el acompañamiento de coadyuvantes antievaporantes. A su favor, las aplicaciones con drones generan gotas con alta concentración de activos y aditivos, lo que contribuye a reducir la velocidad de evaporación. No obstante, la intensidad del viento durante la aplicación continúa siendo el principal factor de riesgo.
La elevada proporción de gotas por debajo de los 250 micrones (habitual en este tipo de tecnología) hace imprescindible conocer con precisión el micronaje real de trabajo y entender cómo pequeñas modificaciones en la configuración del sistema pueden impactar significativamente en los resultados obtenidos a nivel de calidad de aplicación.
Mismas configuraciones, distintos resultados
Para ilustrar esta problemática, se realizó una comparación entre dos drones pulverizadores de diferentes marcas, configurados de manera idéntica. El ensayo se llevó a cabo en situación de barbecho sobre rastrojo de soja, al sur de la localidad de Bell Ville (Córdoba), utilizando agua más coadyuvante antievaporante y tensioactivo. Se mantuvieron constantes la altura de vuelo (3 mts sobre el suelo), velocidad de avance (30 km/h), ancho de faja (8 mts) y tasa de aplicación (15 lts/ha). Se evaluaron dos configuraciones de tamaño de gota seleccionadas desde el joystick (“100” y “400” micrones).
“La capacitación de los actores involucrados en el proceso de aplicación resulta clave”
El vuelo se realizó perpendicular a la dirección proveniente del viento. Se montó un punto de “tarjeteo” con 5 tarjetas hidrosensibles totalmente descubiertas sobre soportes con veletas, colocadas a 1,5mts entre ellas dentro del ancho de faja operativo; por otra parte se ubicaron tarjetas a 10 y 20 metros por fuera del área objetivo, con el fin de cuantificar cobertura, tamaño de gota y nivel de exo-deriva. Las condiciones ambientales promedio al momento de la práctica están detalladas en la Figura 2.

Figura 2. Valores mínimos, máximo y medios de variables ambientales (Temperatura, Humedad relativa, Delta T (∆T), Intensidad de Viento) y su evolución durante la prueba.
Las tarjetas recolectadas fueron escaneadas a través de software específico, arrojando los siguientes indicadores según equipo y configuración propuesta, como podemos observar en las figuras 3, 4 (se muestra la tarjeta con datos promedios) y 5.


Figura 3 y 4. Análisis comparativo de tarjetas hidrosensibles para dos configuraciones de tamaño de gota (100 y 400 micrones) en ambos drones, expresado mediante dato promedio de DVM, Impactos/cm² y distribución del número de gotas por superficie según tamaño. Menta F., 2025. Datos no publicados.

Figura 5. Cuantificación de exo-deriva a 10 y 20 mts del área objetivo a partir del análisis de tarjetas hidrosensibles, para dos configuraciones de tamaño de gota (100 y 400 micrones) en ambos drones. Variables analizadas: DVM, Impactos/cm² y Volumen Recuperado (lts/ha). Menta F., 2025. Datos no publicados.
Interpretación agronómica y toma de decisiones
Los resultados mostraron diferencias claras entre equipos. Uno de los drones generó sistemáticamente gotas de menor tamaño, logrando mayores niveles de cobertura, mientras que el otro presentó gotas más grandes y menor cobertura por superficie. Estas diferencias se reflejaron también en las tarjetas ubicadas fuera del área tratada, donde las configuraciones de menor micronaje evidenciaron un mayor depósito de volumen, incrementando el riesgo de exo-deriva.
Los resultados obtenidos confirman que no existen configuraciones “buenas” o “malas” en términos absolutos. Altos niveles de cobertura resultan necesarios en aplicaciones de productos de acción por contacto o cuando el objetivo presenta baja exposición, aunque esto reduce la ventana segura de aplicación y exige un manejo más cuidadoso de las condiciones ambientales y del uso de coadyuvantes.
Por el contrario, trabajar con tamaños de gota mayores constituye una estrategia adecuada para la utilización de productos sistémicos y situaciones donde el objetivo se encuentra totalmente expuesto, priorizando mayor seguridad ambiental y estabilidad de la aplicación.
Conclusiones finales
Las diferencias observadas entre ambos drones no se explican por la configuración operativa (fue “la misma”) sino por las características propias de cada sistema de atomización y por la aerodinámica generada por los equipos, incluyendo el diseño de los aspersores y la interacción del flujo de aire producido por las hélices.
En este sentido, ningún equipo presenta un desempeño superior de manera general. La eficiencia de la aplicación dependerá del objetivo agronómico, del producto utilizado y de la complejidad del escenario de turno. Comprender estas variaciones y gestionarlas con responsabilidad es fundamental para preservar la tecnología, garantizar aplicaciones eficientes y sostener la confianza en el uso de drones como herramienta válida dentro de las buenas prácticas agrícolas.
Un especial agradecimiento a las firmas Villanueva Drones y XAG Atlas por poner a disposición los equipos para la prueba.































