Para la presente campaña a la hora de presupuestar nos enfrentamos con el dilema, ¿presupuestamos un fungicida? En este sentido este trabajo intenta aportar elementos objetivos para cuantificar el retorno de una inversión en fungicidas. Asimismo se hace hincapié en los factores que determinan las respuestas.
Pasamos una campaña de soja con resultados muy dispares en cortas distancias, ligados en gran parte a la dispersión en las lluvias. La escasez de lluvias alrededor de Febrero afectó primero negativamente a los cultivos de soja en algunas regiones, desde ruta N° 8 hacia el Paraná, y hasta Entre Ríos principalmente. Después el temporal de Mayo afectó negativamente muchos lotes que habían llegado con grandes expectativas para ser cosechados. Por lo tanto el clima generó resultados muy dispares, desde rendimientos muy altos en algunas regiones, hasta quebrantos en algunos sitios de Córdoba y Santa Fe, afectados gravemente por los excesos hídricos. Como contrapartida, las relaciones insumo-producto cambiaron favorablemente entre las expectativas a la siembra y lo que finalmente ocurrió a la cosecha.
Algunos trabajos cuantificaron la importancia de las precipitaciones en la respuesta a la aplicación de fungicidas. En este trabajo se utilizó la ecuación determinada por Carmona et al. (2011), quienes encontraron una estrecha relación entre las precipitaciones acumuladas en el período R3-R5 y la respuesta a la aplicación de fungicidas. Considerando información histórica de precipitaciones, se observó que la respuesta a la aplicación de fungicidas en promedio fue mayor en Pergamino (453 kg ha-1), y similar en Marcos Juárez (340 kg ha-1) y Villegas (297 kg ha-1) (Figura 1). También se observa que Pergamino tiene mayor frecuencia de situaciones con alta respuesta.
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