El uso de los drones en el campo comienza a marcar una nueva tendencia de trabajo en el agro que no tiene techo. Comenzaron a volar filmando, fotografiando, relevando manchones de malezas, logrando hacer seguimientos de cultivos durante todo su ciclo, tomando imágenes multiespectrales para determinar necesidades de fertilizante, realizando aplicaciones de productos químicos en zonas donde no tienen acceso pulverizadoras o en manchones pequeños de malezas entre otras cosas. Últimamente se utilizaron para sembrar, también para transportar insectos para control biológico, que se lanzan en manchones donde se encuentran los insectos que provocan pérdidas en los cultivos.
Después de la utilización de satélites en el agro, creo que la aparición de los drones vuelve a causar una gran revolución en el medio agropecuario, y que no solo se trata de la utilización de equipos aéreos no tripulados, sino que es el comienzo de la verdadera robotización del sistema agropecuario integral.
En el mes de junio de 2016 EE.UU. libera la utilización de drones en su país. Se menciona que el negocio es de 82.000 millones de dólares anuales y que posee un incremento en este monto que aún no se logra dimensionar. Esta actividad a su vez en EE.UU. es una fuente de trabajo para 10.000 personas y es bueno tener en cuenta que se prevé que entre el 50% y el 60% de la utilización de los drones será para uso agropecuario, incluyendo que los equipos para el campo sean los de mayor tecnología aplicada.
Una tendencia que no puedo dejar de mencionar es que el agro ya aceptó trabajar con robots (drones y maquinaria con pilotos automáticos guiada satelitalmente) y donde las inversiones de los productores y asesores están siendo millonarias. Hoy prácticamente EE.UU. lidera la llave de este negocio, y sería muy importante que Argentina que siempre fue acompañando de la misma manera en el mercado de los equipamientos de agricultura de precisión, no deje pasar este momento de generar la tecnología propia para cada campo a su medida.
Claramente el presente es el futuro de hace 15 años donde lo que era virtual hoy es real y donde la realidad muchas veces supera a lo virtual. Es fácil determinar por donde pasará el futuro de la producción agropecuaria hoy con todas las cartas puestas sobre la mesa, y conociendo el gran negocio que esto implica para el mundo. Lo único que queda es que las empresas se convenzan y saquen números de lo que representa este nuevo mercado de la maquinaria robotizada del campo.
Imaginar que hoy, solo la producción de drones – aún los productores no la incorporaron masivamente – lleva algo más de 45.000 millones de dólares en inversiones agrícolas en EE.UU, muestran números increíbles. Pensar en cómo repercutiría la aplicación de robots en la siembra, pulverizaciones, cosechas, controles mecánicos de malezas, seleccionadoras de calidad metro a metro, fertilizadoras metro a metro, trabajo de robots en tambos, seguimiento de animales, robots asegurando la certificación o realizando una trazabilidad de cultivos, producción de leche, cerdos, pollos, huevos, etc. como así también en la industrialización de los productos.
La producción agropecuaria debe entender que hay que prepararse para el presente, porque cuando se dice futuro parece que ese momento nunca llegará. La realidad es que se termina sin hacer innovaciones cuando los plazos son el futuro y no el presente. La tecnología avanza cada día de manera más sorprendente, y deberíamos implementarla en su totalidad para poder diferenciarnos en los productos logrados, con mayor eficiencia, control, certificación, y brindando la trazabilidad en la góndola.
Como conclusión, hay que empezar a discutir diferentes sistemas productivos para lograr una diversificación de la posible demanda futura tratando de lograr una proporción de la producción de granos que no sean OGM y con baja utilización de agroquímicos. Desde mi punto de vista, la única alternativa para llevar a cabo este sistema de producción, es la utilización de tecnología de agricultura de precisión. Por otro lado hay que tener en cuenta que Argentina es uno de los pocos países que exporta más del 70% de la producción agropecuaria y por ello sería interesante poder satisfacer a diferentes mercados que pueden ser diferenciales.